ARISTÓFANES COMEDIAS LOS ACARNIENSES • LOS CABALLEROS INTRODUCCIÓN GENERAL DE JOSÉ GARCÍA LÓPEZ TRADUCCIÓN Y NOTAS DE LUIS GIL FERNÁNDEZ BIBLIOTECA BÁSICA GREDOS EDITORIAL GREDOS, S. A. Sánchez Pacheco, 85, Madrid, 2000 Quedan rigurosamente prohibidas, bajo las sanciones establecidas por la ley, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, así como su distribución mediante alquiler o préstamo público sin la autorización escrita de los titulares del copyrtght. Diseño: Brugalla ISBN 84-249-2482-7. Depósito Legal: B. 27453-2000. Impresión y encuademación: CAYFOSA-QUEBECOR, Industria Gráfica Santa Perpétua de la Mogoda (Barcelona). Impreso en España — Printed in Spain. INTRODUCCIÓN GENERAL LAS FIESTAS DE ATENAS Y LOS CONCURSOS DRAMÁTICOS1 Debemos tener presente que las comedias ylas tragedias griegas eran escritas por sus autores para ser representadas en los concursos teatrales que tenían lugar en la ciudad de Atenas durante la celebración de las fiestas preparadas por el Estado en honor de Dioniso, el dios más popular entre los Olímpicos. En efecto, en los meses Gamellón (enero/febre- ro) y Elafebolión (marzo/abril) el pueblo ateniense honraba a Dioniso Leneo y a Dioniso Eleutereo, respectivamente, en las fiestas (Dionisias) Leneas y en las Grandes Dionisias o Dionisias Urbanas. El tiempo sagrado, por excelencia, que representaban estas fiestas ocupaba normalmente varios días, en los que un importante número de ciudadanos toma- ba parte en los actos oficiales, preparados por los magistra- dos en el poder y subvencionados por el tesoro público, y todos los asistentes recibían la enseñanza que desde la esce- na impartían los autores dramáticos en torno a los distintos ‘Las noticias aquí recogidas han sido redactadas teniendo en cuenta principalmente las obras de L. DSUBNER, Au¡sche Feste, Berlín, 1932, PP. 93-1 42, y A. W. PIc¡u~Rr-CuanumoE, The dramatícfesUvals of A¡hens. Oxford, 19882, Pp. 29-180. F ARISTÓFANES INTRODUCCIÓN GENERAL aspectos de la vida ciudadana. A partir de las noticias que las fuentes antiguas nos proporcionan, sobre todo en rela- ción con las fiestas Dionisias Urbanas en honor de Dioniso Eleutereo, así llamado por haber sido traído su culto a Ate- nas desde Eléuteras, en la frontera entre Beocia y el Ática, por el tirano Pisístrato, en el último tercio del siglo ví a. se destacan los siguientes actos: 1) la procesión en la que el día 8 ó 9 del citado mes una imagen del dios era llevada desde su santuario hasta un templo cercano a la Academia, en el camino a Eléuteras, y allí se le hacían sacrificios y se le cantaban himnos, siendo llevado después al teatro, donde permanecía hasta su final o era conducido allí cada día, des- de el mencionado templo, para presidir las representaciones teatrales que formaban parte de su culto. 2) Ese mismo día, en el llamado proagón, los poetas elegidos presentaban el argumento de sus obras y los actores sin máscara aparecían ante el público, que después iba a juzgar su actuación y, si lo creía conveniente, premiar su labor. En el proagón, por ejemplo, del año 406, tras la muerte de Eurípides, Sófocles se presentó vestido de luto y su coro y sus actores sin los adornos correspondientes, moviendo al llanto a los especta- dores; Aristófanes presentó una comedía con este título, El proagón, en las Leneas del año 422, en la que ridiculizaba los actos que allí se celebraban. 3) Al día siguiente, 9 ó 10, el primero de los festivos, tenía lugar la pompé, procesión religiosa, en la que, junto a otras víctimas, un toro era con- ducido al sacrificio con la participación de otros personajes, como la canéforo o los que transportaban otros objetos para el culto. Seguramente entre éstos se encontraban los falos, símbolos de la fertilidad y presentes en la indumentaria de los actores cómicos. 4) Por la tarde se celebraban los con- cursos de ditirambos a Dioniso, cantados por coros de hom- bres y niños, y se terminaba con un kómos o fiesta desenfa- dada acompañada de danzas, que preparaba la atmósfera pa- ra los certámenes teatrales de los días siguientes. 5) Durante la Guerra del Peloponeso, 431 a 404 a. C., los días 11, 12 y 13 se representaban cada vez tres tragedias, un drama satíri- co y una comedia, mientras que, en época de paz, las come- dias, en lugar de tres, eran cinco y se ocupaba también el día 14. Al final, un jurado nombrado en cada ocasión y pertene- ciente a las diez tribus áticas, otorgaba los premios tanto a las obras como a actores y a directores de los coros, premios que, a través de la obra de Aristóteles, conocemos en su mayoría. Las comedias, sin embargo, fueron admitidas en las Dionisias Urbanas sólo a partir del año 487/86, cuando las tragedias estaban presentes ya desde el año 534, mientras que en las Leneas se constituyen los agones cómicos en el año 440 y los trágicos en el 432. La Suda (léxico bizantino del siglo x d. C.) explica que Quiónides fue el primer co- mediógrafo que compitió en las Dionisias Urbanas, sin es- pecificar si obtuvo algún premio. A principios del año nue- vo ateniense, en el mes Hecatombeón (julio/agosto), los magistrados, que acababan de ser elegidos, seleccionaban las comedias (el arconte rey) y las tragedias (el arconte epó- nimo, que daba nombre al año) que se iban a presentar en las próximas fiestas de Dioniso, unos seis meses después, proporcionándoles un coro, que sería costeado por una per- sona rica, el corego, que así pagaba sus impuestos al Estado, cargo que, a la vez, era considerado un privilegio, como lo atestigua el hecho de que personajes famosos buscaron ser elegidos para este puesto. Aristófanes escribió comedias pa- ra los concursos de ambas fiestas y en las dos recibió alguna vez el primer premio. Al parecer, tanto los autores de trage- dias como los de comedias preferían ser seleccionados para las Dionisias Urbanas. Por lo que se puede deducir a través L x XI XII ARISTÓFANES del texto de las comedias de Aristófanes, los autores no te- nian que presentar terminadas sus obras al concurso, sino que se les permitía, a lo largo de los meses hasta su repre- sentación, introducir cambios, que, en algi»ios casos, eran ineludibles, si querían recoger los hechos de la actualidad contemporánea. Por el contrario, si debían entregar, al pare- cer, los textos y la música de los coros con el fin de que el coro elegido tuviera tiempo para su aprendizaje. Los actores, en cambio, eran elegidos en el mes anterior a la representación (para las Dionisias Urbanas durante un concurso en las fiestas Antesterias), con lo que la entrega definitiva de su texto podía tardar más tiempo. Un testimo- nio claro de estas circunstancias nos lo proporciona el texto definitivo de la comedia aristofánica Las ranas, en donde posiblemente el autor, tras conocer la muerte de Sófocles, para salvar su comedia, añadió hasta 150 versos, después de haber recibido un coro para su representación unos meses antes. La existencia, defendida por algún autor moderno, de dos teatros, uno para las representaciones teatrales presenta- das en las Leneas y otro para las Dionisias Urbanas, no ha sido hasta hoy suficientemente demostrada. Todos los atenienses sin distinción de clase podían asis- tir a estas representaciones teatrales, pues Pericles (490-429 a. C.) habla establecido una ayuda especial para que todos pudieran acudir al teatro, verdadera escuela del Estado. Además, las Dionisias Urbanas eran unas fiestas panheléni- cas, mientras que las Leneas, posiblemente por celebrarse todavía en pleno invierno, cuando la navegación puede ser peligrosa, tenían un público exclusivamente ateniense. Axis- tófanes en Los acarnienses, que recibió el primer premio en las Leneas del año 425, por medio de su protagonista Di- ceópolis, nos lo atestigua, cuando dice (Vv. 502-507): «Ahora no me incriminará Cleón de hablar mal de la ciudad en pre- 1 INTRODUCCIÓN GENERAL XIII sencia de extranjeros. Estamos nosotros solos y ésta es la competición del Leneo. Los extranjeros todavía no están aquí, ni han llegado los tributos, ni los aliados desde sus ciudades. Estamos ahora nosotros mondos y lirondos» 2, El público que acudía al teatro se situaba en las gradas, guar- dando un orden jerárquico, que iba desde los asientos de la proedría para las autoridades civiles y religiosas hasta la parte superior destinada a los espectadores no ciudadanos: metecos, extranjeros, esclavos, etc. LA COMEDIA ANTIGUA> Aristófanes y Menandro son los dos únicos autores grie- gos de comedias de los que nos han llegado obras comple- tas. El género, de origenes posiblemente agrarios y de ritos de la fertilidad, fue dividido por los gramáticos alejandrinos en tres períodos: Comedia Antigua (Archala), hasta la muer- te de Aristófanes; Comedia Media (Mése), hasta la muerte 2 Según Cleán, un rico curtidor, llegado por entonces a la política y a la vida militar, Aristófanes habría puesto en ridículo a la ciudad en su obra Los babilonios, que no nos ha sido conservada, presentada en las Dionisias Urbanas del año 426, por lo que lo acusó ante el Consejo de criticar los defectos de la ciudad ante los aliados. Aristófanes, no obstan- te, lo hizo de nuevo blanco de sus criticas, dos años después, en Los ca- balleros; la traducción es de Luis Gn FERNÁNDEZ, Aristófanes. Come- dias, 1. Los acarnienses-Los caballeros, Madrid, Gredos, 1993. Para la redacción de este apartado y, en general, para toda la intro- ducción nos han sido muy útiles y las recomendamos a todos los lectores, que deseen más información sobre Aristófanes, la traducción de Espe- RANZA RODRíGUEZ Moi~mscru~o, Aristófanes. Comedias, 1, Madrid, CSIC, 1985; y las obras de Luis Gn. FERNhJDEZ, Aristófanes, Madrid, Gredos, 1996, y Giuseppe MASTROMARCO, Introduzione a Aristofane, Roma-Bari, Laterza, í9962. L XIV ARISTÓFANES de Alejandro; y Comedia Nueva (Néa), hasta el final. La producción de Menandro se sitúa toda ella en el tercer gru- po, Comedia Nueva, mientras que Aristófanes, uno de los tres grandes poetas de la Comedia Antigua, tiende un puente en sus dos últimas obras conservadas a la llamada Comedia Media, cuya entidad es discutida por la crítica moderna. De las 365 obras de la Comedia antigua que poseía la Bi- blioteca de Alejandría, número que ya supone una importante selección de la producción total, sólo nos han llegado once comedias de Aristófanes, autor del que conocemos 44 títulos, cuatro seguramente espurios, fragmentos papiráceos y nume- rosos fragmentos de tradición indirecta. Ninguna obra com- pleta más tenemos de los cuarenta autores conocidos de este período y sólo, como en el caso de la tragedia, la tradición destaca, entre otros, a los tres más importantes: Cratino, Éu- polis y Aristófanes, como hace Horacio, Sátiras 1 4, 1-2, co- mo creadores de la Comedia antigua («comoedia prisca»): Eupolis atque Cratinus Aristophanesquepoetae Atque alii, quorum comoedia prisca virorum est. Una anécdota, recogida por una Vida anónima de Aris- tófanes, según la cual, al pedirle Dionisio de Siracusa a Platón que le diera a conocer la constitución ateniense, éste le regaló las comedias de Aristófanes, muestra el rasgo qui- zá más destacado de las comedias de este período: su gran interés por la realidad de la Atenas contemporánea y la es- trecha relación de su temática con los aspectos sociales, po- líticos e históricos del público que acudía a contemplar estas obras, representadas en los mencionados certámenes teatra- les durante las fiestas en honor del dios Dioniso. En general, en la Comedia Antigua, a partir de todos los textos conservados y de las propias declaraciones del mismo Aristófanes, se distinguen dos tendencias, la tradicional y la 7 INTRODUCCIÓN GENERAL XV política, enfrentadas en la elección y tratamiento de los te- mas. La comedia tradicional, representada, en los textos mejor conservados, por Crates y Ferécrates prefiere el tra- tamiento general, el uso de elementos fantásticos y mitoló- gicos, y adelanta la comedia de tipos de la comedia poste- rior, rechazando el ataque personal, tan querido por su oponente. La comedia llamada política, por su parte, cuyo origen se cree encontrar en las comedias de Cratino, el ma- yor de la tríada antes señalada, prefiere las referencias a lo cotidiano y concreto, con alusiones y ataques a personas de la vida contemporánea (el llamado recurso del onomasti komodeín, que Horacio, Sátiras 1 4, 5, califica de ataque he- cho multa cum libertate) y que ocupan un importante papel en la sociedad, empleando para conseguir sus objetivos también, si es preciso, elementos fantásticos y miticos, e, incluso, mostrando una imagen deformada y grotesca de la realidad de la Atenas del siglo y. Aristófanes nos ha legado en la parábasis4 de Los ca- balleros (Vv. 530 ss.) una crítica literaria de la Comedia An- tigua, que anticipa la que hará sobre la tragedia en su obra Las ranas. En general, se muestra objetivo con los autores anteriores a él, pero, en cambio, es muy polémico y crítico con los comediógrafos contemporáneos (Platón el Cómico, Frínico, Amipsias, Licis, Éupolis, etc.), que naturalmente le podían arrebatar el premio en los certámenes teatrales. Ata- ca su poca originalidad y rechaza su abuso en el empleo de elementos bufonescos y obscenos, y, en cambio, se siente más afin a Cratino, mayor que él, al que alaba de nuevo en ~ Propiamente «digresión». Así se llamaba, como veremos en el apar- tado dedicado a la, estructura de una comedia antigua, una de sus partes. en la que el coro, quitándose la máscara y volviéndose a los espectadores, defendía al autor y pedía que lo premiaran, a la vez que les aconsejaba sobre diversos aspectos de la vida ciudadana. XVI ARISTÓFANES Las ranas, como el gran innovador, que unía la corriente de las comedias siciliana y ática, que emplea la sátira política (contra Pericles, al que llama, por ejemplo, «el de cabeza de cebolla» y belicoso causante de la Guerra del Peloponeso, y contra Aspasia, la «concubina de ojos de perra»), y del que él mismo se siente heredero, pues en sus obras se encuen- tran ya aquellos aspectos de la Comedia Antigua, tanto te- máticos como de estructura, que conocemos sólo por las comedias de Aristófanes. No obstante, nuestro poeta termi- na criticando a Cratino, ya anciano, por su arcaísmo, su es- tilo grandilocuente y su desorden en la composición. Éste, a su vez, ante estas alusiones en Los caballeros, se defiende y critica al joven Aristófanes en sus Dionisoalejandro y La botella, con la que, por cierto, vence a Las nubes de su jo- ven competidor en las Dionisias Urbanas del año 423. Peor llegó a ser la relación entre Aristófanes y Éupolis, el otro gran representante de este período, y directo rival suyo, pues fueron prácticamente contemporáneos, ya que Éupolis nace en el 446 a. C. Perteneciente también, como Aristó- fanes y Cratino, a la corriente política de la comedia, em- plea la crítica a personajes contemporáneos (así Hipérbolo, Alcibíades y Cleón, políticos y militares, son diana de sus ataques), y, como los otros dos poetas, añora y defiende la educación antigua y la ausencia de grandes personajes de la milicia y la política como Solón, Milcíades, Arístides y Pe- ricles, a los que en su obra Los demos saca del Hades para salvar a Atenas. Al parecer, él lo asegura en su comedia Los Purificadores, del año 416, ayudó a Aristófanes en la com- posición de Los caballeros, mientras que nuestro poeta en Las nubes (vv. 553-556) lo había atacado por plagio en su comedia Ma rica. Esta Comedia Antigua, política, utópica y fantástica, tras el final de la Guerra del Peloponeso, en el año 404, comien- L INTRODUCCIÓN GENERAL XVII za, como hemos señalado anteriormente, a ser desbancada por la comedia tradicional, que desemboca en una comedia más dulce, de caracteres y tipos, y a la que interesan las vi- cisitudes novelescas presentes en Eurípides. El mismo Aris- tófanes sigue esta tendencia en las dos últimas obras que conservamos, Las asambleistas y, sobre todo, Pluto. VIDA Y OBRAS Vida.— Son muy escasos los datos que tenemos sobre la vida de Aristófanes. Todos ellos se encuentran en dos Vidas de autor anónimo, en el artículo de la Suda, en un resumen de Tomás Magistro, en las breves referencias presentes en la obra de autor anónimo Sobre la comedia, y poco más. Al- gunas están construidas sobre las noticias supuestamente biográficas esparcidas en sus obras, como son los datos de que su fama había llegado a la corte del Gran Rey de Persia y que Aristófanes era originario de Egina, sacados de la pa- rábasis de Los acarnienses (vv. 646-55), donde el corifeo exalta el arte del poeta. En todo caso su relación con la isla de Egina parece que se puede explicar, según algún comen- tarista antiguo, por el trozo de terreno que como herencia recibe el poeta o su padre en esta isla. Sabemos que Aristófanes fue hijo de Filipo, un atenien- se del demo Cidateneo, y de Zenodora; que perteneció a la tribu Pandiónide, la misma a la que pertenecía su enemigo Cleón, un rico curtidor, que consiguió cargos políticos y militares y que, por su belicismo en el enfrentamiento entre Atenas y Esparta, recibió duras críticas de Aristófanes y otros comediógrafos contemporáneos. Se le atribuyen hasta cuatro hijos, cuyos nombres serían: Filipo, haro, ambos XVIII ARISTÓFANES unidos al arte dramático, Nicóstrato y Filitero. La fecha in- cierta de su nacimiento se sitúa entre los años 450 y 445 a. C., pues el poeta debía de tener al menos veinte años cuando en el año 424 pide, por vez primera, ser director (didáskalos) de su comedia Los caballeros. En esta misma obra (vv. 512- 516), sin embargo, pone en boca del corifeo que no es un impedimento objetivo, por ejemplo la edad, lo que le ha lle- vado hasta ahora a presentar sus comedias bajo otro nom- bre, es decir, otro director (Calístrato) sino «porque piensa que la dirección de un coro de comedias es el trabajo más dificil de todos». Seria, entonces, contemporáneo de escrito- res como Tucídides, que nace en el año 455; tuvo la oportu- nidad de conocer a Pericles, que muere en el año 429, y po- siblemente a Heródoto, que vive entre 484 y 425; así como pudo contemplar en su estreno las obras de Sófocles y tam- bién de Euripides, al que tanto criticará en sus comedias, pe- ro, a la vez, tanto admlrará. La muerte de Aristófanes se suele situar alrededor del año 386, el mismo de la representación de sus dos últimas obras, dirigidas por su hijo haro, o poco antes. Obras.— No conocemos con exactitud el número de comedias escritas por Aristófanes. Si sabemos que la Bi- blioteca de Alejandría tenía 44 obras a su nombre, de las cuales ya los antiguos atribuían cuatro a Arquipo, comedió- grafo contemporáneo suyo. De todas ellas sólo nos han lle- gado once y más de 900 fragmentos de las demás, casi todos ellos de transmisión indirecta y muy breves. En la medida en que algunas de sus comedias se han podido fechar, los años de producción de nuestro poeta se sitúan entre el 427, en el que gana con Los convidados, obra no conservada, el segundo premio en las Leneas o Dionisias Urbanas (donde plantea ya el tema del enfrentamiento entre la educación tradicional y la moderna, que repetirá años después en Las r INTRODUCCIÓN GENERAL XIX nubes) y el 388, fecha de su última obra conservada, Pluto. No obstante, como hemos dicho más arriba, su hijo ha- ro presentó, posiblemente el mismo año de su muerte, dos obras suyas: Cócalo y Eolosicón. Su comedia Los babilo- nios, que no conservamos, ganó el primer premio en las Dionisias Urbanas del 426, bajo la dirección de Calistrato; en esta obra ridiculizaba a la ciudad, lo que le acarreó la ene- mistad de Cleón, quien lo acusó ante el Consejo por pre- sentar los defectos de la ciudad ante un público no atenien- se, acusación que lo convirtió desde entonces en el blanco de las críticas de Aristófanes. Por las noticias que se pueden recoger en las fuentes an- tiguas es posible situar cronológicamente las obras conser- vadas y algunas de las que sólo conocemos el título o algún fragmento. Según estas fuentes, Aristófanes habría desarro- llado su mayor productividad en los tres períodos siguientes: los años 427-421 (que coinciden con los primeros años de la Guerra del Peloponeso —años 431 a 404— y con la llamada Guerra arquidámica, años 431 al 421), en el que presentó once obras a concurso, y el que va desde los años 414 al 404 (años de la llamada Guerra Decelia), que igualmente conoce once obras presentadas a concurso. Un tercer perío- do de importante producción se sitúa en los últimos años de su vida, primeros del siglo ív a. C., de los que conocemos hasta seis titulos. No todas sus obras fueron presentadas bajo el nombre de Aristófanes, ya que, como ahora vere- mos, por motivos varios, el autor podía, a la hora de repre- sentar su comedia, no aparecer como su director, creando, a veces, cierta confusión en la transmisión. En resumen, la fe- cha, la fiesta, en la que fue presentada, y el premio de las once comedias conservadas, serían como sigue: Los acarnienses, año 425: Leneas, primer premio, sien- do Calistrato su director. 1 XX ARISTÓFANES Los caballeros, año 424: Leneas, primer premio, siendo ya director el mismo Aristófanes. Las nubes, año 423: Dionisias Urbanas, el tercer premio. Cratino le arrebató el primer premio. No tenemos el texto de esta obra y sí el de la segunda versión, re- dactada en el año 421. Las avispas, año 422: Leneas, segundo premio, siendo Filónides su director. La paz, año 421: Dionisias Urbanas, segundo premio. Este año, en que se firma la paz de Nicias con Esparta, tras la muerte el año anterior del general espartano Brásidas y del ateniense Cleón, en la campaña de Anfipolis, termina para Aristófanes su campaña particular contra este último político, principal representante del partido de la guerra, y al que había ridiculizado y criticado fuertemente en el 424 en su obra Los caballeros. En este momento se produce un un- portante vacío entre las comedias transmitidas y saltamos siete años hasta la siguiente obra. Las aves, año 414: Dionisias Urbanas, segundo premio. Confla de nuevo a Calístrato la dirección. Lisistrata, año 414: posiblemente en Leneas, sin que se- pamos el premio que obtuvo, siendo director tam- bién Calístrato. Las tesmoforiantes, año 411: posiblemente en Dionisias Urbanas; desconocemos el premio. Las ranas, año 405: Leneas, primer premio, con Filóní- des como director. En el verano del 405 se produce la derrota ateniense en Egospótamos y en abril del 404 el general espartano Lisan- dro entra con su flota en el Pireo y destruye los Largos Mu- ros, que unían Atenas con el puerto del Pireo, consurnándose así la derrota de Atenas y de la democracia, que es suplanta- da con ayuda de los vencedores espartanos por el gobierno j INTRODUCCIÓN GENERAL XXI de los Treinta tiranos, de corta duración (404/403). Es, al pa- recer, en las Leneas del año 404 cuando se vuelve a repre- sentar Las ranas, cuya parábasis patriota había entusiasma- do al público ateniense, aunque también es posible que se viera favorecida su nueva representación por los ataques que el poeta lanza en esta obra contra Cleofonte, que, como Cleón, era miembro del radical partido de la guerra y, por ello, no era bien visto por los actuales gobernantes de la ciudad, los citados Treinta tiranos. En este año termina, como hemos visto anteriormente, el segundo período en la producción de Aristófanes, en el que ha mostrado en sus obras un alto nivel poético, notándose, además, en las mismas su euforia y grandes esperanzas en el futuro de su ciudad. La derrota de los Treinta tiranos por Trasíbulo, un gran estratega y demócrata ateniense, abre una nueva etapa de la democracia ateniense y también el tercer período entre los más productivos de nuestro poeta, del que conocemos hasta seis titulos, aunque sólo tengamos dos obras completas. Las circunstancias por las que atraviesa la ciudad de Atenas y la nueva relación entre los ciudadanos y la ciudad influyen naturalmente en el nuevo rumbo que Aristófanes imprime a sus obras. Le interesa poner en escena otros problemas, que anuncian las llamadas Comedia Media y Nueva. Tras la pre- sentación de Los Telemeseos en el año 399, cuyo texto no nos ha llegado, pero del que conservamos el fragmento 543 del prólogo, en el que el poeta dice expresamente que va a afrontar temas nuevos, tenemos: Las asambleistas, posiblemente presentadas en las Le- neas del año 392/391, y Pluto, 2, en el año 388, una obra con el mismo titulo de la presentada anteriormente por Aristófanes en el año 408. Es esta comedia la única que conservamos XXII ARISTÓFANES INTRODUCCIÓN GENERAL XXIII de la que, como antes dijimos, los gramáticos ale- jandrinos llamaron Comedia Media. Para fmalizar este acercamiento a la producción aristo- fánica, diremos que en el año 386, el mismo posiblemente de su muerte, su hijo haro presentó sus dos últimas obras, tituladas Cócalo y Eolosicón. En total, por las noticias que nos han llegado, princi- palmente en los Rest~menes, que los estudiosos antiguos so- lían colocar delante del texto de la comedia, sólo obtu- vo, como hemos podido ver, tres (o quizá seis) primeros premios, dos (tal vez cuatro) segundos puestos y un tercer puesto, escasos si tenemos en cuenta su producción, aunque, al parecer, fueron numerosos y excelentes sus contrincantes. ESTRUCTURA5 La Comedia Antigua, como la mayoría de la producción literaria griega, sigue unas formas fijadas por la tradición, que, no obstante, permite al comediógrafo introducir varia-. ciones en las que mostrar su verdadero arte y genialidad en el empleo de las mismas según la temática empleada y los fines propuestos. Aristófanes, único autor de este período de la comedia del que nos han llegado obras completas, como ya hemos señalado anteriormente, ha servido para analizar la estructura de este género literario, en la que seguramente siguió los pasos de sus predecesores —Cratino principal- mente— pero a la que también imprimió el sello propio de ~ Hemos tenido en cuenta lo que sobre este aspecto escribíamos en nuestra obra Aristófanes. Las ranas, Murcia, 1993, Pp. 25-3 1. su genialidad y supo usar con la flexibilidad que permitía su propia naturaleza. Así, según los datos que se pueden conseguir a partir de la obra aristofánica, toda comedia antigua comienza con un diálogo o un monólogo, en el que el personaje cómico, solo o con un acompañante, con frecuencia un esclavo, explica a los espectadores, a veces de forma directa y rompiendo así de entrada la ficción dramática, el tema de la obra. Es lo que generalmente se llama prólogo, cuyo contenido puede ser enriquecido con otros elementos, siempre que con ello no se rompa el equilibrio dramático. Esta parte de la comedia no es lírica, es decir, no es cantada, y se emplea en ella el trí- metro yámbico, el verso del diálogo en todo el teatro griego, para el que el poeta cómico disponía de tres a cinco actores. A continuación nos encontramos con el elemento formal llamado párodo, esto es, la canción que entona el coro en su primera entrada a la orquestra por uno de los accesos a la misma desde la ciudad o el campo. Lo canta un coro com- puesto por hombres o mujeres, por animales de distinta especie o, también, por otra clase de personajes, como las nubes, en ni¡mero de veinticuatro. Su postura será general- mente beligerante con lo que va sucediendo sobre la escena, siendo prácticamente un actor más, que se enfrenta al prota- gonista, pero con el que terminará normalmente aliado. Al terminar esta primera intervención del coro, la come- dia continúa generalmente con una serie de episodios, que suelen ser escenas de confrontación, que formarían, cada. uno, lo que se ha llamado agón, un elemento formal en el que podemos encontrar o un enfrentamiento entre las partes interesadas con insultos y amenazas, caso de Los caballe- ros, que suele terminar con la victoria del protagonista, o una discusión razonada, donde los contendientes exponen sus puntos de vista y vence el más hábil en sus razona- 1 XXIV ARISTÓFANES mientos (como en Las nubes o Los acarnienses). Este ele- mento de la comedia presenta un esquema formal complejo, cuyas partes, sin embargo, no se encuentran en su totalidad en todas las comedias que emplean este elemento formal, pues falta, por ejemplo, en Las tesmoforiantes y La paz. Un agón suele tener las siguientes partes: 1. Oda, a cargo del coro, que suele dar consejos a los contendientes, cuyas cua- lidades describe; 2. Katakeleusmós, breve invitación al an- tagonista, también por parte del coro, para que defienda su postura, que, por cierto, será derrotada al fmal; 3. Epirrema, discurso en el que el antagonista, siguiendo las indicaciones del coro, defiende su tesis; 4. Pnigos, «ahogo», final del elemento anterior, a modo de conclusión, cantada con apre- suramiento y ahogo en el mismo ritmo. En responsión métrica con todos estos elementos for- males aparecen a continuación, aunque puede faltar alguno: 5. Antoda, un nuevo canto coral, en el que se invita ahora al protagonista a que responda a los ataques del adversario; 6. Antikatakeleusmós, llamamiento del coro al protagonista, dando paso al siguiente elemento; 7. Antepirrema, en el que el protagonista pasa a contestar los argumentos y ataques del antagonista; 8. Antipnigos, fmal apresurado del anterior y elemento con el que prácticamente finaliza el agón; 9. Sphragís, elemento con el que, a veces, termina el debate y en el que el coro, u otro personaje, proclama la victoria del protagonista, del héroe cómico, y de la tesis por él de- fendida. El agón, a pesar de constituir una parte muy importante en la comedia griega antigua, puede faltar, como hemos di- cho, en alguna comedia. De forma completa sólo lo tenemos en seis comedias: Los caballeros, Las nubes, Las avispas, Las aves, Lisistrata y Las ranas. Además, en Los caballe- ros, Las nubes, Las avispas y Las aves tenemos dos o más INTRODUCCIÓN GENERAL XXV agones, colocados, a veces, tras la parábasis (en Los caba- lleros, Las nubes y Las ranas), elemento al que general- mente precede y que por eso veremos a continuación. La falta de comedias completas de otros autores, que nos pu- dieran servir de punto de comparación, hace que no sepa- mos hasta qué punto hemos de considerar esta flexibilidad formal, que podemos analizar en éste y en otros elementos formales de la obra aristofánica, como un rasgo especial- mente característico de nuestro autor. Junto al agón, el otro elemento formal importante de la comedia griega antigua es la parábasis, situada, como he- mos visto, antes o después del agón. En sus orígenes, sin embargo, se piensa que pudo ser la que abría la obra, como una especie de prólogo, o, también, es situada al final, como epílogo. De todas formas, y a pesar de que falte en algunas comedias &ropiamente en las dos últimas obras conserva- das, Las asambleístas y Pluto) y en otras, por el contrario, como sucede con el agón, la encontremos, al menos apa- rentemente, duplicada en su contenido (Las ranas), es parte esencial en toda comedia antigua. Significa «digresión» y en ella el coro, quitándose la máscara y rompiendo así total- mente la ilusión dramática, se da la vuelta y se dirige, en nombre del propio autor, a los espectadores para defender y elogiar al poeta, atacar a sus rivales, así como aconsejar a sus ciudadanos en torno a diversos asuntos, generalmente relacionados con los intereses de la ciudad. Como el agón, la parábasis presenta una estructura formal compleja en la que se pueden distinguir las siguientes partes, no todas siempre presentes: 1. Kommation, «pedacito», breve prelu- dio coral que prepara el largo discurso que sigue; 2. Fará- basis, parte también llamada Anapestos, por estar escrita en este ritmo, y cuyo contenido ya hemos explicado anterior- mente, pues es ahora cuando el coro, dirigiéndose al públi- 1 XXVI ARISTÓFANES co, le habla en nombre del poeta, pidiéndoles, entre otras cosas, su voto favorable; 3. Pnigos, «ahogo», también lla- mado makrón, en el mismo ritmo que la parábasis, es reci- tado de manera más rápida y en él se suele encontrar un re- sumen del tema anteriormente tratado. Estas tres partes son astróficas, es decir, no tienen en responsión el mismo ritmo, como silo tienen las dos que siguen: 4. Oda, canto coral, con frecuencia acompañado de baile, en el que el coro se di- rige a una divinidad; 5. Epirrema, otro discurso a los es- pectadores, pero ahora escrito en otro ritmo, generalmente en tetrámetros trocaicos, múltiplos de cuatro, en el que es- pecialmente el coro crítica y se burla de ciudadanos o insti- tuciones públicas; 6. Antoda, que retoma el tema de la Oda, y, por último, 7. Antepirrema, que tiene un ritmo y conteni- do similar al Epirrema. A continuación se encuentran, generalmente, una serie de escenas, las llamadas escenas típicas o escenas yámbi- cas, por estar en este tipo de verso, con intervenciones oca- sionales del coro, en las que el autor se detiene para descri- bir los resultados y consecuencias del combate, si éste ha tenido ya lugar. También pueden aparecer antes de la pará- basis (por ejemplo, en Las ranas), siendo entonces de con- tenido distinto, según la comedia. Como elemento final de la comedia aristofánica se en- cuentra el llamado éxodo, escena que cierra la obra y en la que, en principio, está ausente el coro. En ella el poeta, con frecuencia, sitúa el banquete, la boda o las manifestaciones de alegría por la victoria del protagonista, presente en esta parte de la obra, así como los personajes secundarios que desean aprovecharse de su victoria. Se trata de todo un con- junto que toma frecuentemente la forma de un kómos, una reunión alegre con presencia de cantos y danzas. INTRODUCCIÓN GENERAL XX VII En resumen, nos encontramos en la comedia aristofáni- ca con toda una serie de elementos formales con los que el poeta construye, siguiendo seguramente a sus antecesores, una estructura que no tiene parangón en su complejidad en la literatura griega, pero que él sabe tratar con gran maestría y flexibilidad, al adaptarla cada vez a los temas tratados. ComENmo Ya adelantábamos en el apartado dedicado a la Comedia Antigua la extraordinaria relación que la comedia aristofáni- ca presenta en su temática con la realidad contemporánea. Si es verdad que en otros géneros literarios griegos, sobre todo teatrales, son frecuentes las alusiones políticas y so- ciales, ninguno aventaja en este aspecto a la obra de Aristó- fanes, que pone, sin duda, sobre la escena, para conseguir sus fmes, una imagen en ocasiones grotesca de su ciudad. Sus comedias se construyen sobre una referencia constante a los acontecimientos, personajes, instituciones políticas y culturales de la sociedad ateniense contemporánea, a los que somete a juicio y crítica, en ocasiones de manera muy dura y burlona, como también lo hicieron Cratino y Éupolis. Sin embargo, nunca hizo diana de sus ataques al pueblo, al de- mos ateniense, que con toda seguridad no se lo hubiera per- donado a la hora de emitir el voto para otorgar el ansiado premio en el concurso teatral. Él proporcionaba al público una evasión, casi carnavalesca, de la vida cotidiana, al mos- trar criticados y zaheridos a personajes públicos, posible- mente odiados y, muchas veces, envidiados por su posición social y poderío económico. La libertad de expresión de la que gozaban los ciudadanos de Atenas y de la que estaban XXVIII ARISTÓFANES INTRODUCCIÓN GENERAL XXIX muy orgullosos, pernhltía, así, a nuestro autor emplear sin compasión el onomasti comodein, la burla cómica personal, contra hombres importantes y sobradamente conocidos de su tiempo, como Cleán, Antifonte, Euripides, Sócrates, etc. Aristófanes, desde luego, era consciente del arma importan- te que le otorgaba esta libertad, de modo que algunos le cul- pan de la condena y muerte de Sócrates, por la burla y críti- ca a la que somete al prestigioso filósofo ateniense en su obra Las nubes, hecho que se piensa pudo ir en detrimento de la popularidad de nuestro poeta en época posterior. Sin embargo, no siempre nuestro poeta consiguió su propósito, como lo demuestra el que, tras su furibunda crítica a Cícón en Los caballeros, año 424 a. C., éste fuera elegido estrate- go ese mismo año por los mismos espectadores que le ha- bían concedido la victoria por esa comedia. Esta estrecha relación entre los temas cómicos y la sociedad de su tiempo, en la que el poeta fundamentaba de manera importante el posible éxito de su comedia, era facilitada por la circunstan- cia que explicábamos al hablar de las fiestas y los concursos de comedias y tragedias en ellos celebrados: el poeta podia hasta el último momento introducir, a raíz de los últimos acontecimientos, las correcciones que creyera necesarias en el texto, que había entregado posiblemente incompleto, co- mo ya hemos indicado, al magistrado correspondiente, el arconte rey, cinco o seis meses antes de su representación, para que eligiera su obra y le concediera un coro. Los temas arriba enunciados componen el núcleo prin- cipal de las comedias de Aristófanes que la tradición nos ha transmitido completas. Así, en Los acarnienses su protago- nista Diceópolis, privado de su economía rural, «critica a los belicistas», diciendo que tanto los espartanos como Pericles arruinan los campos del Ática con una guerra a la que no quieren poner fm los personajes ricos y dedicados a la mili- cia, que tienen en el enfrentamiento bélico su sustento o, en todo caso, nada tienen que perder. Él, Diceópolis, pacta la paz con los enemigos y por ello tiene que sufrir los ataques de los belicistas y, en un principio, también del coro de ciu- dadanos de Acamas que no entienden el pacto de Diceópo- lis con los enemigos que han arruinado sus campos. Ataca también a Cleán y crítica la poesía de Eurípides. La come- dia termina con la entrada de Lámaco, un empedernido beli- cista, herido, que va a ser objeto de las burlas de Diceópolis, que regresa del banquete con una hetera, repitiendo él y el coro: Ténela, grito ritual con el que se saludaba a los vence- dores en Olimpia. En Los caballeros, en la persona del esclavo Paflago- nio, nuestro poeta «critica y ridiculiza al demagogo Cleón», enfrentándolo a un morcillero, Agorácrito, que lo vence. Los caballeros de Atenas, como coro, lanzan un alegato en favor del poeta y ayudan a la derrota de Cleón, que no con- sigue que Demo, que representa al pueblo de Atenas, en su enfrentamiento con Agorácrito, le dé la razón. La obra ter- mina con una escena entre el Demo, rejuvenecido por el morcillero Agorácrito, y este mismo personaje, que lo pre- senta como el monarca de la Hélade, siendo aclamado por el coro y recibiendo a una joven, que representa a la Tregua. El Paflagonio, convertido en morcillero, pagará sus culpas, ocupando el oficio de su rival. El Demo, agradecido, cierra la obra invitando al morcillero Agorácrito al Pritaneo y a la silla que deja libre el Paflagonio. La «crítica a la nueva educación», personificada en los representantes de la Sofistica, con Sócrates a la cabeza, se encuentra en Las nubes. Un viejo llamado Estrepsíades, agobiado por las deudas que le causa la afición de su hijo Fidípides a los caballos, ruega a éste para que acuda a la es- cuela de Sócrates a fm de que aprenda las artes de los so- XXX ARISTÓFANES INTRODUCCIÓN GENERAL XXXI fistas y lo libere de sus acreedores. El resultado es que las enseñanzas de Sócrates, a pesar de su éxito ante los acree- dores, convierten a su hijo en una persona irrespetuosa con su padre, al que se atreve, incluso, a pegar. Irritado, el padre prende fuego a la escuela de Sócrates y sus discípulos y la derriba. Con el coro de nubes, que da nombre a la obra, cri- tica Aristófanes los nuevos dioses, Nubes, Aire, etc., y el agnosticismo religioso que introducían los filósofos, que, según la acusación, quería introducir en la ciudad Sócrates. «Las instituciones políticas», en concreto los tribunales de justicia, que en Atenas proliferaron durante la democra- cia, son criticadas en Las avispas. Un ciudadano ateniense de nombre Filocleón, muy aficionado a ejercer de juez y a ser miembro de los tribunales, es amonestado por su hijo, Bdelicleón, para que abandone esa manía, para lo cual lo encierra. Sus compañeros de afición, el coro de avispas, que en la pieza representan a los ciudadanos de Atenas, que de jóvenes tendían emboscadas a los persas y de viejos pinchan con los aguijones, intentan ayudarle. El hijo, incluso le or- ganiza un juicio entre dos perros, que lo engañan a la hora de emitir el juicio. La obra finaliza con un banquete con danzas, en el que participa el anciano Filocleón, que poco antes ponía de nuevo en ridículo a la institución, juzgando a una panadera. «La guerra del Peloponeso», que ya duraba unos diez años, lleva a Aristófanes a presentar La paz, para mover a los gobernantes a solventar sus diferencias y optar por la paz y la concordia. El protagonista, un labrador de nombre Trigeo, harto de la guerra, decide subir al cielo a lomos de un escarabajo, traído del Etna y al que cuidaba en su casa, para preguntarle a Zeus sus planes para con los helenos, a los que perturba durante ya tanto tiempo con la guerra. Al no encontrar a Zeus, pide ayuda a Hermes para sacar a la j Paz de la cueva donde estaba encerrada. Tras unos diálogos con el dios Hermes, en los que aprovecha para criticar a fa- mosos personajes de la vida ateniense, Fidias, Pendes, Hi- pérbolo y, de nuevo, Cleón, ya muerto, baja a la tierra, acompañado por dos bellas jóveves, Opora, que representa las buenas cosechas, y Teoría, que personifica la participa- ción del individuo en una festividad religiosa, ambas com- pañeras de la Paz. Se casa con Opora, llevando a Teoría al Consejo, y la pieza termina con las quejas de los fabricantes de armas e hijos de soldados y con el regocijo de Trigeo, quien, tras animar a los helenos a recuperar todo lo perdido y rechazar la guerra, invita a la novia a acostarse con él, cantando el himeneo junto con el coro, formado por labra- dores del Ática, y cerrando de esta manera festiva la pieza. «La crítica a los gobernantes de Atenas y a los dioses» vuelve en la comedia Las aves, en un momento en el que la situación en la ciudad ha empeorado con la expedición a Si- cilia y el restablecimiento de la guerra entre Esparta y Ate- nas. Así la obra presenta a dos ancianos, Evélpides y Piste- teno, pie abandonan Atenas, hartos de pleitos, y piden consejo a Tereo, convertido en abubilla, para que les diga la ciu- dad más adecuada para vivir. Al no gustarles ninguna de las propuestas deciden recomendar a las aves, que forman el cono, la fundación de una ciudad entre el cielo y la tierra, que representa la evasión de la realidad y la búsqueda de una ciudad utópica. De esta forma podrán exigir a Zeus y a los demás dioses, muchos de los cuales tienen atributos de aves, que les devuelvan su antiguo poder, ya que de lo con- trario les declararán la guerra y no los dejarán bajar a la tic- rra y exigirán que los hombres les hagan a ellas el primer sacrificio. Pisteteno consigue la fundación de la nueva ciu- dad, de nombre Piopio de las Nubes. Se suceden ahora una serie de escenas en las que Pistetero dialoga con una serie L XXXII ARISTÓFANES de personajes (un sacerdote, un poeta, un sicofanta, etc.), que le ofrecen ayuda o rechazan su idea, y, finalmente, con Posidón, Tríbalo y Heracles, mensajeros de los dioses, que, al final, abogan por que le devuelvan a las aves su antiguo poder. La obra tennina con la proclamación de Pistetero como soberano, su boda con Soberanía y el canto del hime- neo. «La crítica a la guerra» vuelve a ser tema central en Li- s¡rtrata. La protagonista de la obra que da titulo a la comedia, Lisistrata, convoca a las mujeres de Atenas, del Peloponeso y de Beocia para hacerles una importante y sorprendente propuesta: que no tengan relaciones con sus maridos hasta que éstos no se decidan a poner fin a la guerra. Las mujeres, tras algún debate, aceptan. Se suceden una serie de escenas en las que se describe la dificil situación de los maridos, de- seosos de sus mujeres, y también cómo algunas de ellas in- tentan escapar y romper la promesa. Finalmente, Lisístrata consigue que los embajadores espartanos y la ciudad de Atenas firmen la paz. La obra termina recuperando cada hombre a su mujer y con cantos de los dos coros de viejas y viejos reconciliados y de los que han firmado la reconcilia- ción. «Personajes de la cultura famosos», concretamente Aga- tón y, sobre todo, Eurípides serán blanco de la crítica aristo- fánica en Las Tesmoforiantes. Eurípides va a casa de Agatón, autor de tragedias, para que, vestido de mujer, lo defienda ante las mujeres, que, aprovechando la fiesta de las Tesmo- forias, a las que sólo podian asistir las mujeres, van a decidir su perdición por injuriarías en sus tragedias. Al negarse Agatón, se le ofrece un Pariente, quien, vestido de mujer, acude a la fiesta. Allí oye los ataques a Eurípides y responde defendiendo al poeta. Las mujeres sospechan y con la llega- da de Clístenes conocen el propósito de Eurípides. Su Pa- F INTRODUCCIÓN GENERAL XXXIII riente es descubierto y atado a un poste, vigilado por un ar- quero. En esta situación emplea Aristófanes la parodia trá- gica, y Eurípides, que viene a salvar a su Pariente, recita con éste largos pasajes de sus tragedias, repitiendo las palabras de sus personajes: Palamedes, Helena, Menelao, Perseo y Eco. Al fmal Eurípides propone un pacto a las mujeres, si liberan a su Pariente, por el que se compromete a no hablar mal de ellas en adelante. Ellas aceptan y Eurípides, enga- ñando al arquero, libera a su Pariente. La pieza termina con la invitación del corifeo a retirarse cada uno a su casa. Con la siguiente comedia conservada, Las ranas, Aristó- fanes nos ha legado «el texto crítico más antiguo sobre la tragedia griega». El dios Dioniso, protagonista de la obra, decide bajar al Hades a traerse a Eurípides, ya que los auto- res de tragedia contemporáneos son muy malos. Con el con- sejo de Heracles, a quien visita, y en compañía de su escla- vo Jantias llega a la entrada del Hades y supera la laguna Éstige, oyendo el coro de ranas y, ya en el Hades, el coro de los iniciados. Recibidos por Plutón, el rey de los Infiernos, Dioniso es nombrado juez de la disputa surgida entre Eurí- pides y Esquilo, con Sófocles como espectador excepcional, para decidir quién de los dos fue el mejor en el arte trágico. El precioso agón entre los dos poetas, que defienden su arte de escribir con numerosos ejemplos tomados de varias de sus tragedias, termina sin un claro vencedor, decidiéndose finalmente Dioniso por Esquilo, con el lógico enfado de Eu- nípides. La pieza termina con los consejos de Plutón a Es- quilo para que salve a la ciudad, que deberá enviar pronto al Hades a ciertos ciudadanos perniciosos para su buen go- bierno, y las recomendaciones del poeta para que, en su au- sencia, ocupe su trono Sófocles, a quien considera el segun- do en el arte de escribir tragedias. El coro de iniciados cierra la comedia deseando feliz viaje al poeta y buenos augurios XXXIV ARISTÓFANES INTRODUCCIÓN GENERAL XXXV para la ciudad, mientras ataca a Cleofonte por su afición a la guelra. En Las asambleístas plantea nuestro poeta el tema del «reparto justo de los bienes», introduciendo así nuevas perspectivas en los aspectos tocados hasta entonces en sus comedias. Siguiendo el modelo de su heroína Lisístrata, Aristófanes pone a Praxágora al frente de un grupo de mujeres que quieren cambiar el rumbo de los asuntos de la ciudad, tomando ellas las riendas del gobierno. Para ello, saliendo a hurtadillas de sus casas, deciden ir a la Asam- blea vestidas de hombres y allí, convertidas en asambleís- tas, votar por sus propuestas. Blépiro, el marido de Praxá- gora, se entera de lo sucedido en la Asamblea por Cremes, un vecino, que ha asistido a los debates y le. cuenta cómo han decidido entregar el gobierno a las mujeres, algo que todavía no ha intentado la ciudad para solucionar sus pro- blemas. Las escenas que siguen a esta decisión muestran los cambios que va introduciendo el nuevo gobierno de mujeres y las dificultades que les produce el poner en co- mún los bienes propios y, sobre todo, los problemas a la hora de compartir posibles amantes, esclavos y libres. La obra termina con una escena entre dos viejas disputándose los favores de un joven, que reniega de su suerte, y con una escena en la que una criada viene a buscar a Blépiro, el único que aún no ha cenado y asistido al banquete co- munitano, organizado por el nuevo gobierno mujeril, in- vitando al mismo incluso a los espectadores. En este mo- mento el corifeo pide a los espectadores que recuerden lo que han visto y concedan su voto a Aristófanes por el buen rato que les ha hecho pasar. La misma criada con cantos de evohé anima a Blépiro y a las mujeres a que acudan a la cena, para lo cual les recuerda el suculento menú que les espera. Manteniendo esta «temática más general» y alejada de cualquier problema concreto relacionado con la ciu- dad, compone Aristófanes la última comedia conservada, titulada Pluto, dios de la riqueza. La acción se desarrolla en torno a los problemas y reacciones que origina el he- cho de que Pluto, la riqueza, antes ciego, acude al templo de Asclepio y recupera la vista, convencido por Crémilo, el protagonista, que lo ha encontrado al salir de hacer unas peticiones a la divinidad. A partir de este momento el dios, según Crémilo, podrá repartir equitativamente sus favores y dejará sin premio a los malvados. Antes la Pobreza ha advertido de las consecuencias funestas de esta acción y ha defendido sus virtudes frente a los bie- nes que puede proporcionar Pluto. Una vez instalada la divinidad en casa de Crémilo, al que llena de bienes, el protagonista desea compartir el dios con los demás. Des- filan entonces una serie de personajes, el hombre justo, el sicofanta, la vieja, el joven, que se quejan por los cam- bios sufridos en sus vidas o vienen a traer regalos a Pluto, agradecidos por su nueva situación. A estos personajes se une finalmente el dios Hermes, mensajero olímpico, que viene a quejarse en nombre de los dioses, porque ya nadie les ofrece sacrificios, rogando, dada la situación, un puesto de trabajo entre los hombres. Un sacerdote acompaña en sus quejas a Hermes y la obra termina con la salida de Pluto de la casa de Crémilo para ser condu- cido entre cantos y antorchas encendidas al lugar en que estaba anteriormente, el opistodomo, la celda en la parte posterior del templo de la diosa, como guardián de las riquezas que allí se depositan. XXXVI ARISTÓFANES INTRODUCCIÓN GENERAL XXXVII LENGUA Y ESTILO La gran habilidad con que Aristófanes maneja la com- pleja estructura de sus obras está acompañada de un admi- rable dominio de los recursos de la lengua griega. Ésta es empleada por el poeta en su nivel más vivo, intentando acercarse en su forma a la lengua coloquial de los ciudada- nos de su Atenas contemporánea, pero también elevándola con el empleo muy importante de recursos estilísticos de muy diversa índole a la condición de una lengua altamente literaria y artística. Como es natural, mantiene, en líneas ge- nerales, unas marcadas diferencias en el uso de esos recur- sos en las distintas partes de sus comedias, que no son iguales en las partes ocupadas por el diálogo y los discursos que en las partes cantadas por el coro o los actores. En el primer caso se trata de una lengua que ha sido llamada «nuevo ático», en contraste con el ático antiguo de Tucídi- des y los autores de tragedia, a la que se añaden términos técnicos del mundo de la medicina, la Sofistica, la crítica literaria y los artesanos. Además, en el campo de la sintaxis, tiende a evitar el empleo de formas no coloquiales y poéti- cas, nuentras que es frecuente en ella el uso de la elisión, aféresis, crasis, sinicesis, hiato y también la iota deictica, así como el de las partículas, en las que continuamente se apo- yan los protagonistas de sus diálogos y discursos, rivalizan- do en esto con el mismisimo Platón. En las partes cantadas, en cambio, se acerca Aristófanes a la lengua y al estilo de la lírica tradicional, aunque esté más cerca en su forma de las canciones populares y del gran poeta lírico Arquiloco, es decir, del llamado yambo arcaico, que de la que encontramos en los poetas de la lírica coral y la tragedia. Es aquí, además, donde quiso nuestro autor refle- jar el conflicto entre la lírica tradicional y las nuevas modas en las costumbres poéticas y musicales que estaban surgien- do en su tiempo. En este terreno presentó una importante batalla contra las innovaciones de los poetas seguidores del llamado Nuevo Ditirambo, Melanípides, Filóxeno, Timoteo, etc., pues, aunque él no era insensible por influencia posi- blemente de Eurípides a las novedades que ellos defendían y usaban, se mantuvo siempre crítico con la mayoría de ellas. En general, su lengua abunda en el empleo de metáforas agrícolas y marinas, de palabras de nuevo cuño o empleadas con acepciones nuevas, de expresiones de carácter sexual y escatológico, así como todo tipo de obscenidades, cuyo em- pleo abusivo él crítica en otros autores. Destaca igualmente por el empleo frecuente de diminutivos, incluso en nombres ‘propios, de refranes, sentencias y proverbios, así como el uso de expresiones contra lo esperado (aprosdóketa) o con- tra el sentido, de repeticiones, paronomasias, sinonimias y homonimias o el uso de epítetos de la tradición literaria, aplicados a personajes como Cícón, que recuerdan y pan - cen estar inspirados en la descripción de monstruos como el Tifón de la Teogonía de Hesíodo o la Quimera en la ilíada de Homero. Todo lo cual le proporciona a nuestro autor la posibilidad de expresar contrastes y sorpresas, que fácil- mente generan lo cómico, instrumento principal de su pai deia. de su propósito educativo. En este aspecto merece mención especial la parodia trágica con la que Aristófanes crítica o alaba el estilo y la temática de autores como Aga- tón, Esquilo y, principalmente, Eurípides. En el empleo de los esquemas métricos, Aristófanes se muestra como un gran conocedor de la métrica tradicional y r XXX VIII ARISTÓFANES vemos que emplea los mismos pies y frases métricas que, por ejemplo, los poetas trágicos, aunque le gusta menos que a ellos mezclar versos, así como, probablemente por su ca- rácter más popular y arcaico, que siente cierta predilección por los versos yámbico-trocaicos y eólicos. T¡~..&NsIusIÓN E INFLUENCIA Transmisión6.— Como sucede con la mayoría de los textos literarios griegos, sólo hemos conservado de forma indirecta la importante labor llevada a cabo sobre la obra de Aristófanes por los gramáticos alejandrinos, entre los que destacaron Aristófanes de Bizancio, con el estudio del texto y los metros, y Aristarco, con su comentario, en los siglos iv y ni a. C., y, más tarde, Dídimo, siglo í. a. C., y Símaco, si- glo u d. C. Al parecer, fue precisamente Simaco el que hi- zo una primera selección de las once comedias que han lle- gado hasta nosotros, así como una edición en tríadas en la que aparecían juntas por primera vez las tres ‘comedias de la llamada tríada bizantina, Pluto, Las nubes y Las ranas, agrupación que por los manuscritos sabemos que se mantu- vo en la Edad Media. Las fuentes principales para fijar el texto de Aristófanes proceden de: 1) Papiros (siglos u-vi d. C.), de pobre conte- nido y que dem~aestran que ya para entonces no disponian de más obras que nosotros; 2) Escolios, los que derivan de los comentarios de Símaco y los que realizaron en los siglos xn al xiv los filólogos bizantinos, principalmente Triclinio, 6 Hemos seguido lo que sob¡~ este aspecto escribíamos en nuestra obra citada en nota anterior, PP. 38-42. INTRODUCCIÓN GENERAL XXXIX al que debemos los más importantes de ocho de las obras conservadas: Pluto, Las nubes, Las ranas, Los caballeros, Los acarnienses, Las aves, Las avispas y La paz; 3) Textos de transmisión indirecta, recogidos en obras de autores posteriores, como Ateneo, Hesiquio, Plutarco, Focio y la Suda, principalmente, que cita unos 3.000 versos, que sirven en algunos casos para aclarar el texto transmitido; y 5), so- bre todo, Manuscritos, en los que el texto más antiguo nos lo ha conservado el llamado Ravennas (R), del siglo x-xí, en pergamino, en minúscula y con escolios, que contiene las once comedias, y el Marcianus Venetus (V), probablemente del siglo xí-xíí, de la Biblioteca de San Marcos en Venecia, con escolios más abundantes y valiosos que el anterior, pero que sólo contiene siete comedias: Pluto, Las nubes, Las ra- nas, Los caballeros, Las aves, La paz y Las Avispas, y que, donde coinciden, forma con R la tradición mejor para fijar el texto de nuestro autor. En total tenemos unos trescientos manuscritos de Aristófanes, siendo mayoritarios los que conservan la tríada bizantina. En España, casi todos con la tríada, tenemos tres en la Biblioteca del Escorial, dos en la BibliDteca Nacional de Madrid y tres en la Biblioteca de la Universidad de Salamanca. Ya en el año 1498, con la imprenta, aparece en Venecia la primera edición moderna (la editio princeps) de nuestro autor en la imprenta de Aldo Manucio, dirigida por el cre- tense Marco Musuro, con nueve comedias, faltan Las tes- moforiantes y Lisístrata, y con escolios, pero que no usó los mejores manuscritos, por lo que su valoración es menor. Las once comedias juntas aparecen por vez primera en 1532 en Basilea, siendo su editor Simón Grineo. Desde entonces se han publicado unas veinticinco ediciones completas de las comedias de Aristófanes, entre las que destacaríamos la de V. Coulon para la colección Budé de París de los años w XL ARISTÓFANES 1923-1930. En España, además de las obras completas en edición bilingi.ie de la Bernat Metge (1969-1977), catalana, han comenzado a publicarse, igualmente en edición bilin- gtie, una edición gallega en Santiago de Compostela y una edición castellana en la editorial del C.S.I.C, en Madrid. Traducciones completas al castellano tenemos, además de la antigua de F. Baráibar y Zumárraga (Vitoria, 1874 [1962- ~2 Madrid, Hernando]), la de F. Rodríguez Adrados y J. R. Somolinos (de 1987,1991 y 1995, Madrid, Cátedra) y la de L. M. Macía Aparicio (en 1993, Madrid, Ediciones Clási- cas). Influencia.— Como vimos al hablar de las comedias que nos quedaban de Aristófanes, constatamos que no eran mu- chos los premios que consiguió en los dos concursos teatra- les que se celebraban en Atenas y que sólo su comedia Las ranas mereció una reposición. Además, con pocas excep- ciones, no parece que sus contemporáneos sintieran la nece- sidad de hablar de él. Así, sólo sabemos que Cratino descri- bía su arte como «un hablar como Aristófanes parodiando a Eurípides», mientras que Platón, como hemos indicado an- teriormente, regalaba sus comedias al tirano Dionisio II de Siracusa, porque eran el mejor medio para conocer la socie- dad ateniense, y fueron encontradas, junto con las del autor siracusano de mimos Sofrón, en su lecho de muerte. Al mismo Platón se le atribuye un epigrama funerario para el poeta, que decía: «Las Gracias, buscando un templo sagrado que no se cayera, encontraron el alma de Aristófanes». Aristóteles lo cita con Homero y Sófocles como ejemplo de un género de literatura, mientras que Plutarco, en el siglo í-u cl. C., prefiere a Menandro en su comparación con Aris- tófanes. Los filólogos alejandrinos, como entre los latinos Horacio, lo colocaban junto a Cratino y Éupolis, como re- presentante de la Comedia Antigua. Cicerón lo recomienda L... XLI INTRODUCCIÓN GENERAL a su amigo Ático, Quintiliano lo sitúa tras Homero, como modelo de oratoria, y el autor de Sobre lo sublime, empare- jándolo con Eurípides, considera que Aristófanes consigue un estilo sublime por la disposición armoniosa de las pala- bras que usa, aunque éstas sean vulgares. Sí fue, en cambio, desplazando a Menandro, un modelo fijo para los gramáti- cos antiguos a la hora de explicar el ático puro. Los papiros y las citas numerosas en autores antiguos hasta el siglo y d. C. nos hablan de un manejo de sus obras durante toda la Anti- giledad y, como modelo escolar, era considerado en los si- glos xi y xii como máximo representante del género cómico por los filólogos bizantinos, que le dedicaron ediciones y comentarios, y desde el siglo xm son numerosos los manus- critos que nos han trasmitido la tríada bizantina, Pluto, Las nubes y Las ranas. En Occidente prácticamente no se le co- noce hasta que en 1423 llega el manuscrito Ravennas. La edición de todas sus obras en Venecia, Florencia y Basilea a finales del siglo xv y en el xvi no parece que sirviera para remediar esta circunstancia, pues en el Renacimiento sólo fue traducido al latin su Pluto, con lo que siguió siendo un autor olvidado, como Esquilo, posiblemente debido a su di- ficultad formal e indecencia, por lo que poco pudo influir en el nacimiento del teatro moderno. Hasta el siglo xix en Ita- lia, Francia, Inglaterra y Alemania se encuentran sus obras casi sólo en círculos reducidos, principalmente universita- rios, siendo Pluto su comedia más leída. En España, en el siglo xvi, fue enseñado al parecer en las cátedras de griego de Salamanca, Valencia y Alcalá de Henares, por su ático puro y elegante, y todavía en el siglo xviu es un autor es- colar explicado junto a Eurípides, siendo también Pluto su obra más estudiada. En el siglo xix Menéndez y Pelayo sólo cita una traducción de Las nubes y dos del Pluto, mientras que señala que la influencia de Aristófanes en nuestro tea- 1 XLII ARISTÓFANES tro, como en el resto del mundo, fue casi nula y sólo reco- noce algunas coincidencias, no influencias, entre Quevedo y Aristófanes. Naturalmente, y a pesar de todo esto, en Espa- ña, en los últimos años, y en Europa, principalmente desde el siglo xix, se han venido sucediendo ediciones y traduc- ciones cada vez más numerosas a los idiomas culturalmente más importantes del mundo. Además, si se observa el pano- rama actual en la Grecia moderna así como en el resto de los paises de tradición clásica, en relación con la reposición de obras teatrales antiguas, no es en modo alguno Aristófanes el autor menos representado, sino que es uno de los preferidos por los directores de teatro modernos, que ven en la reposi- ción, adaptada o arqueológica, de sus obras un reto impor- tante, mientras que el público que asiste a esas representa- ciones admira no sólo la belleza de su estilo y la fuerza de su crítica cómica, sino que se asombra de la modernidad que se descubre en el tratamiento que hace de problemas tan an- tiguos y, a la vez, tan modernos. JOSÉ GARCiA LÓPEZ. Universidad de Murcia LOS ACARNIENSES PRÓLOGO Según el argumento que antecede a esta pieza en los ma- nuscritos de Ravenna y en los dos parisienses, Los Acarnienses se representaron en el arcontado de Entímenes, en las Leneas, a nombre de Calístrato, y obtuvieron el primer premio, que- dando en segundo lugar los Cheimazómenoi de Cratino y en tercero las Noumeniai de Éupolis. Dado que en el verso 67 de esta misma comedia se menciona el arcontado de Eutlmenes, refiriéndose a hechos ocurridos con bastante anterioridad, se impone corregir Eutímenes (arconte en 437/436) por Eutino (426/425). Es la tercera obra escrita por Aristófanes —después de Los comensales y de Los babilonios, representados respecti- vamente en 427 y 426— y la más antigua muestra de la come- dia ática que se ha conservado. La moderna filología acepta unánimemente los datos de la mencionada hypóthesis, con la única salvedad de Marta Sor- di’, quien ha creído encontrar en esta obra ecos de aconteci- mientos más recientes. La escena de la embajada persa del pró- logo ridiculizaría la primera y única embajada ateniense a Persia que tuvo lugar en el otoño del 425 (cf. Tuc., IV 50), con ¡ , págs. 498-520, basándose en este verso, supone que la elección de los estrategos no se efectuaba en verano, sino en in- vierno. Lámaco, que habla tomado parte en la incursión a Etolia (cf. Tuc. III 98) y allí sería herido —lo que ridiculiza la escena final de nuestra pieza— re- multaría elegido poco antes de las Leneas. Aristófanes, para dar actualidad a su comedia reformaría el y. 593, que está en evidente contradicción con el y. 1073 que muestra a Lámaco subordinado a los generales. Su teoría fue acepta- da por Tli. ZmuNs¡u, Die Ghedenmg der aita¡túchen Komódie, Leipzig, 1885, págs. 58-68, que explicó por esta modificación de la redacción original la a¡i- sencia del agón epirremático en esta pieza. E. LUPINO, ~cLe ou~a~kn tra Atene e Sitalce: un episodio del primo anno della guerra del Peloponneso (Tuc. II 29, 1-7)», Rivista Storica diii’ An- o caso sería la insistencia del autor en participar en un certamen cómico con una obra ya premiada, haciendo sólo en ella ligerí- simos retoques. El argumento de que, escrita para abogar por la paz en un momento en que ésta parecía lejana, recuperaba su actualidad en el 423 después de las derrotas, espartana en Pilo y ateniense en Delion, no es convincente. El estado de Animo de sus compatriotas distaba mucho de ser en estas fe- chas el revanchismo bélico que refleja el coro de leñadores de Acamas: antes bien, se aproximaba al cansancio que denota Lo paz representada en el 421. Por otra parte, los argumentos en que se basa esta hipótesis pueden ser fácilmente rebatidos ~. t,chita 11(1981), 1-14, aceptando la argumentación de la Sordi, cree encon- trar en las alusiones a Sitalces y a los odomantos un reproche a éstos y una evocación de la muerte de dicho rey (cf. Tuc. IV 101, 5), que tuvo lugar en el 424. El tono burlesco de las escenas de Teoro y de los odomantos contradice esta interpretación, que por lo demás implicaría (algo sumamente improbable) que tan divertidas escenas, las más hilarantes de nuestra pieza, se hubieran alladido en la segunda redacción. ~ Cf. K. 1. Dovax. .n, «Three Notes on Aristophanes: Acharnians 593 and 1073-4, Pca- ce 991-2, B¡rds 1929», CR, n. s. 20(1970), 269-270, aun mostrindose escép- tico sobre el valor documental de nuestra pieza sobre el status de Lámaco y sobre el momento de la elección de los estrategos, observa que no hay con- tradicción entre ambos pasajes. En 1073 ot osQa~u~yoL puede significar «tus colegas de generalato», de la misma manera que el probulo de Lisíurata, 609- 610, se refiere a los suyos como rol~ isQo~o1~.oi~. Le exclamación <¡Ay! ge- nerales más numerosos que valerosos» la puede proferir Diceópolis. Esta in- terpretación, que no explica demasiado bien esta atribución (al ser la queja más apropiada a Lámaco), supondría que los generales hablan tomado su deci- sión en ausencia de Lámaco. Como se ve, las posibilidades de resolver el pro- blema son múltiples y ninguna de ellas plenamente satisfactoria. De inclinar- nos por alguna, optaríamos por la mucho más sencilla de Van Leeuwen y Rennie. ~ Sobres este punto las opiniones se han dividido. Frente a quienes como G. Muaa.&v (A histo,y of ancíeat Greek literature, London, 1897, págs. 281- 282, y Ar¡stophanes, a study, Oxford, 1933, pág. 271) estaban convencidos del caricter eminentemente político de esta pieza —alegato por la pez, denun- cia de la actitud belicista de Cleón y Limaco- desde que A. W. Goaoa publi- có su conocido artículo «Aristophanes and politics», CR 52 (1938), 97-109 (Recogido en sus More essays u, Greek histo,y ami Literature, Oxford, 1962, r LOS ACARNIENSES 5 Compuesta a los seis años de una guerra cruenta, sin que pu- diera preverse un final decisivo, en medio de las penurias y del hacinamiento ciudadano a que había dado lugar la concen- tración en Atenas de la población campesina (cf. Tuc., II 105-114), refleja el punto de vista del pobre labriego que, arrancado de sus raíces, padece todas las incomodidades del enclaustramiento en un medio urbano y soporta la destrucción de sus campos, en la impotencia de ver sus anhelos de paz cumplidos y sin la menor esperanza de que su voz sea atendi- da, en un clima de exacerbado belicismo. La idea crítica que subyace a esta pieza es la misma que anima La paz y Lisístra- ta: para recuperar la prosperidad perdida es necesaria de todo págs. 70-91), en el que, por un lado, sostenía la irrelevancia de la postura polí- tica del cómico para valorar sus obras y, por otro, la imposibilidad de deducir de L.os acarnienses si estaba o no a favor de la paz, se puso de moda hacer gala de cieno escepticismo sobre el mensaje que una lectura desprejuic¡.mda de la misma cree encontrar. W. G. FORREST, «Anstophanes’ Achanuans», Phoenix 17 (1963), 1-12, sostiene que en el 425 a. C. los atenienses estaban tan meti- dos en la guerra que la idea de hacer la paz quedaba totalmente fuera del hori- zonte de sus opciones políticas. Parecido escepticismo muestran K. DovER, Ar¿stophan¿c comedy, Londres, 1972, pág. 88, para quien nuestra pieza sería una «fantasía de egoísmo total», H.-J. NEWIGER, «War and peace in the co- medy of Aristophanes», YC!S 26 (1980), 219-237, en págs. 220-224, que acepta el parecer de Dover, y A. M. Bowie, «The parabasis in Aristophanes. Prolegomena, Acharnians», CQ 32(1982), 27-40, quien estima imposible des- cubrir una intención seria en esta comedia. Frente a esta hipercrítica exagera- da G. E. M. DE Sia. CRoIx, The ongins of Peloponnesian war, London, 1972, pág. 366; A. H. SOMMERSTEIN, en el prólogo de su edición (Achamians, War- minster, 1980, pág. 32); L. EDMUNDS, «Aristophanes’ Achamians», YCIS 26 (1980), 1, han defendido el carácter político y pacifista de Los acarmenses, que con irrebatibles argumentos obtenidos de análisis rigurosos de la pieza han demostrado D. M. MACDOWELL, «The nature of Aristophanes’ Akhar- n¡ans», G&R 30, 2 (1983), 143-162; W. KRAUS, Arisrophanes’ polatísche Komódíen. Die Acharner/ Die Rítter, Wien, 1985, y H. P. Foi.av, «Tragedy and politics in Aristophanes’ Acharn¿ans». JHS 106 (1988), 33-47. 6 COMEDIAS LOS ACARNIENSES 7 punto la paz. El tema cómico es una ocurrencia disparatada: ya que una paz general es imposible, dadas las circunstancias, un ciudadano hará un pacto particular con el enemigo, demos- trará la futilidad de los motivos que han conducido a la guerra,. se beneficiará en exclusiva de las ventajas reportadas por la paz y, en la prosperidad material de que disfruta, se burlará del belicismo encamado por un militar de renombre 6 Se hace díficil determinar si para Aristófanes el ambiente político-social de Atenas es una consecuencia de los condi- cionanuentos bélicos o la guerra proviene de ese ambiente po- lítico-social. En todo caso, se da a entender que la continui- dad del conflicto se debe a los manejos de demagogos como Cleón, a la gestión de diplomáticos ineptos que dilapidan los fondos públicos en misiones interminables y a la arrogancia de cienos mandos militares: circunstancias todas ellas propi- ciadas por la pasividad de un pueblo, remiso en acudir a la asamblea, permisivo con la actividad de los sicofantas, des- lumbrado por las argucias de los leguleyos en los tribunales. Un cuadro, en suma, inclemente, que nos deja en la incerti- dumbre de precisar, dentro de la exageración cómica, el punto de verdad que contiene. El problema de la credibilidad del cómico se plantea de manera distinta para el historiador que para el filólogo, cuya atención se centra preferentemente en los aspectos literarios de esta pieza. Dada la escasez de testimonios directos, se puede hacer uso de los datos de la comedia aristofánica, a la manera de V. Ehrenberg 7, otorgándoles un relativo crédito, o adoptar • Un análisis detallado del final de la pieza puede encontrarse en M. Psi.- wmmo, «Anstofane, Acarnesi 1097-1142: Aria di guerra e aria di baldoria», A,4fidus 7, n. 19(1993), 43-61. ~ 77¡e people of Anstoplwmes. A sociology of oid Arnc commedy, Oxford, 19512. la postura hipercrítica de K. J. Dover8 o de A. A. H. Chap- man 9, quienes se inclinan por tener a priori por tan falso cuan- to dicen los comediógrafos en sus piezas, como los oradores en sus discursos. Cabe, asimismo, esbozar una metodología como ha tratado de hacer G. E. M. de Ste. Croix ~0, ~ discernir dentro de los materiales cómicos lo que puede ser empleado como documentación histórica, sentando unos criterios de fia- bilidad; y cabe también, como propugna M. Attilio Levi ~ es- forzarse, en todo caso, por determinar la relación entre el pú- blico y la producción teatral, para tratar de comprender cuáles fueron las disposiciones y el talante de la masa de espectadores en el momento de la representación dramática. Habida cuenta de que lo cómico hunde sus raíces en el sub- consciente colectivo y de que entre el comediógrafo y su pú- blico se establece esa complicidad que hace brotar espontánea- mente la risa 12, el éxito obtenido por esta pieza demuestra que los atenienses aceptaron, captando bien el mensaje, la crítica aristofánica. El talante de la colectividad se mostraba cierta- mente receptivo a este tipo de recriminaciones jocosas. Frente a sectores belicistas, como los caricaturizados en el coro de carboneros de Acamas (un grupo importante de la población del Ática entonces 13), era evidente que otros sectores no me- nos amplios de la población, por no decir, el pueblo entero de En su reseña de la obra de Ehrenberg en el Cambridge Journal 5(1951- 1952), 636 y sigs. 9 «Aristophanes and history», Acta Clasaica 21(1978), 59-70. ‘~ Tite or¿gins of the Peloponnesian war, London, 1972, págs. 232-234. “ «Gli ~Acarnesi’ di Aristofane: un problema di metodo», RIL 112 (1978), 90-95. 12 El propio Chapman reconoce que el genio de Aristófanes i3n de M’li- pas descubría a Laques y a Cleón. Con buenos argumentos. L. P. E. PARKER, , 203-208, desmonta esta teoría y concluye que Diceópolis no es sino una variante del tipo cómico del anciano O1J VT~ de la comedia» (pág. 208). ~ Cf. Th. Omisa, o. c. (nota 4), col. 1421. la parábasis de Los acarnienses con la de Los caballeros, es que todas las alusiones personales antedichas se refieran a Ca- lístrato. Si el poeta pone en boca de Diceópolis asertos, como ese de decir lo justo 3tEQL tiN’ 3róXLv, lo es por la identificación. de sus puntos de vista con los del héroe cómico, pero su verda- dero portavoz es el corifeo que transmite de un modo directo a sus conciudadanos su conciencia de ser un maestro de lo bue- no y de lo justo. Pero esto implica de alguna manera que los espectadores conocieran quién era el autor de la pieza; es de- cir, que tuvieran bien clara la diferencia entre autor y produc- tor teatral, entre el ~coti~’n~ y el p8o&&toxctXo~. Y al autor de comedias, todavía inexperto para asumir todas las res- ponsabilidades técnicas y económicas de una representación, pero con intervención cada vez mayor en los ensayos y puesta en escena de sus propias obras, parece referirse al título de di- dóskalos que atribuye el coro a Aristófanes en nuestra pieza, como con buenas razones sugiere Stephen Halliwell23 Fundamental para la comprensión de ésta es la interpreta-~ ción de su protagonista Diceópolis 24~ Desde su mismo co- mienzo25 le vemos, en contraposición al resto de los figuran- tes, en soledad, como un modelo de ciudadanía, puntual en su asistencia a la asamblea, molesto por la tardanza de los magis- trados, descontento con la gestión de los asuntos públicos y la continuidad de la guerra. Su misma forma de expresarse con términos poéticos, neologismos, coloquialismos, arcaísmos, en 23 «Aristoplianes’ apprenticeship», CQ 30 (1980), 33-45. 24 Este antropónimo, atestiguado históricamente (IG 112, 1622, 1. 685), como demuestra su uso adjetival en PINDARO (Pít. VIII 22), puede significar «el de la ciudad justa»; cf. L. EOMuND5. ‘Aristophanes’ Acharnians», YCS 26 (1980), 1, nota 2. 25 Sobre la estructura del prólogo, cf. y. OORDZIEJEW, «De prologo Achar- nensium», Eos 39 (1938), 321-350. u 14 COMEDIAS LOS ACARNIENSES 15 variopinta dicción, demuestra, como ya observara Ivo Bruns 26, que no representa un individuo, sino un tipo 27, que puede ana- lizarse en sus afinidades literarias con otros personajes aristo- fánicos de parecida índole, o desde el simbolismo que quiso otorgarle el poeta en esta pieza. Cedric H. Whitman28 ha visto en Diccópolis una variante del héroe cómico, del individuo anónimo que supera su propia insignificancia, libera y exalta su yo individual. Hecha la paz en beneficio propio y en el de su familia, mediante su pon&Ia engaña bajo el disfraz de Téle- fo a unos rudos campesinos; se enfrenta a Lámaco como ein~n para mostrarse después como un alazÓn mayor que su rival; saca provecho de sus tratos mercantiles con el Megarense y el Beocio; no quiere compartir con nadie el mágico bálsamo de la paz y se burla inniisericorde del ciudadano herido en el cum- plimiento de su deber. La música de Los acarnienses sería, se- gún esta interpretación, «el canto de la salvación personal e iii- dividual, entonado con júbilo estrepitoso e imprudente» 29~ Pero cabe preguntarse si esta conclusión, por comprensible que sea para la mentalidad moderna, responde a la realidad de los hechos. Un representante tan descarado del individualismo insolidario, ¿podría haber recibido el nombre de «el de la ciu- dad justa»? Con aparato filológico más riguroso, Lowel Ed- munds 3<> ha dado otra interpretación al tipo que se ajusta mejor al mensaje que Aristófanes quiso transmitir a sus contemporá- neos. Al asegurar su paz privada y retornar a su demo, Diceó- ~ Das literaruche Porrr*>it der Gr¡echen imfiinften ¡u¡d vierten Jahrhun- deil, BerlIn, 1986. pág. 149. 27 Sobre la lengua del prólogo, cf. H. D¡u.FÁt, «Zum Umgang des Aristo- phanes mit der Sprache, erlautert anden Achamern», Hermes 106(1978), 509. ~ Cf. el cap. III («City and individual: Acharnians») en Aristophanes ami the conuc hero, Harvard, 19712, págs. 59..80. ~ O. c., pág. 79. ~ «Aristophanes’ Acharn¡ans», YCS 26(1980), 1-41. polis recupera su propia ciudad, al menos lo que era la verda- dera ciudad para ese sector campesino de la población del Ática cuyas penalidades menciona Tucir>n~s (II 16); una ciu- dad de estrechos horizontes, como simbolizan los límites del ágora que traza, en la que la comida, el sexo, la bebida y las condiciones de culto están aseguradas; una ciudad elemental, en suma, que corresponde a la primera (la &vayxatotát~) de las mencionadas por Sócrates en la República (372 b 1-8) y que puede ser calificada de &xaLct, en el sentido de cumplir con sus deberes con los hombres y dioses. «La ciudad justa asegurada por la tregua privada de Ciudad justa’ estA caracte- rizada de manera similar por la piedad estrecha, específica- mente dionisíaca y por su interés egoísta. El objetivo primario del nuevo orden de cosas de Diceópolis, que se funda en el sa- cramento dionisíaco, es celebrar el festival dionisíaco. Y es para conservar la piedad de este orden por lo que Diceópolis es egoísta. Su egoísmo, dentro de los términos de la pieza, prima- riamente es el resultado de la justicia piadosa, y solamente una ética externa a los presupuestos de la pieza podría hallarlo en falta» 31~ Una ética moderna en definitiva, como la que subya- ce a la valoración hecha por Whitman de nuestro personaje. Aristófanes contrapone la ‘ciudad justa’ —que es la ciudad en paz— a la ‘ciudad injusta’, que es la ciudad en guerra. En ésta proliferan la sicofancia, la impostura, los decretos ridículos, la retórica judicial. En aquélla, el culto de las divinidades dadoras de la vida y alegría, Dioniso y Afrodita. Para la comprensión del aparente materialismo y la falta de solidaridad de su prota- gonista es de capital importancia entender cómo el contraste entre ambas ciudades se presenta ‘in tenns of language’. Hans-Joachim Newiger descubrió en 1957 32 y ejemplificó 31 0. c., pág. 28. 32 Metaphor ¡md Allegorie, Zetemata 16, Munchen, 1938. 16 COMEDIAS LOS ACARNIENSES 17 después con ulteriores trabajos ~ un principio poético, propio de la comedia aristofánica, consistente en la transformación de lo metafórico en lo literal, es decir, de hacer aparecer in perso- no o materializado en escena lo que es una metáfora o una fi-. gura de lenguaje. Pero, antes de referimos a cómo el propio Whitman y Edmunds han sabido sacar provecho de ese descu-. brimiento en el análisis de nuestra pieza, no está de más poner unos ejemplos de cómo el lenguaje —en este caso la onomásti- ca personal— determina la presentación aristofánica de los he- chos o le mueve a e~gir sus títeres escénicos. Las escenas del prólogo se estructuran, después del parla- mento en solitario de Diceópolis, en tomo a un enigmático per- sonaje cuyo nombre es Anfiteo ~. Los comentaristas han optado por darle al nombre el significado convencional de ‘semidiós’, cuando por su etimología no puede tener otro sentido que el de ‘dios por ambas partes’. Únicamente Muller-StrUbing35 se mdi- 33 «Kneg und Frieden in der Komodie des Anstophanes», AOPHMA, Hans Diller zum 70. Gebursrag, Atenas, 1975; traducción inglesa en YCIS 26 (1980), 219-237. 3’ La intervención de Anfiteo, tras las breves palabras del heraldo (y. 45), cierra el largo parlamento de Diccópolis (vv. 1-41). Su expulsión de la tribuna (y. 55) da paso a la divertida escena de la embajada persa (sobre ella cf. Ch. C. CHAssON, «Pseudartabas and bis eunuchs: Acharnians 91-122», CP 79 [1984]. 131-136). Su reaparición en clv. 129 y su salida de escena (y. 133) para ir a negociar a Lacedemonia la paz privada de Diceópolis sirve de introducción a. la embajada de los tracios (vv. 134-174). Su reaparición con las treguas en el. y. 175 y su diálogo con Diceápolis sientan las coordenadas de la pieza y pre- paran la aparición del coro en la orquestra (y. 204). ~ H. MOU..ER-STROBING, o. c. (en nota 2). págs. 697-699. Por su familia, per- tenecía al linaje de los K¿rykes, que desempeifaban. hereditariamente el oficio de 6~6o~cot de los misterios de Eleusis, quienes tradicionalmente eran próxenos de Esparta (Js¡~oeowra, Hel. VI 3, 4-6) y se les confiaban misiones diplomáticas de paz (Js¡~., Banquete ni 14, IV 48). Hermógenes, por lo demás, estaba siem- pre falto de dinero (P¡.AT., Crdri¡o 384 C 5; Jsru. Mem. 1110). Según se jactaba Calias (Js>¡., Hel. VI 6), su padre descendía por ambas partes de los dioses. nó a considerarlo un mote cómico que encubría a un personaje de carne y hueso: Hermógenes, hijo de Hiponico y hermano de Calias. Pues bien, Sterling Dow36 descubrió que este antropóni- mo correspondía a una persona real, del mismo demo que Aris- tófanes y muy posiblemente conocido suyo. Movido por las po-~ sibilidades etimológicas del nombre, Aristófanes le atribuye la concesión divina de hacer las paces con los espartanos y la ge- nealogía, que únicamente se toma en serio Diceópolis. La ac- ción de Los acarnien.ses arranca de este acto de credulidad y es- tupendo hallazgo cómico ~ Anffteo, un ciudadano del montón, viene a ser el mago que trae al protagonista las treguas ansiadas en forma de vino. Pero, aun sin caracterizar, Aristófanes sabe dar énfasis có- mico y crítico a la presentación misma de lo real. El personaje llamado Teoro, que en el y. 134 introduce el heraldo como em- bajador llegado tras una larga ausencia de Tracia es, sin duda, el mismo que aparece en Las nubes como peijuro y en Las avispas como un parásito de Cleón. En el contexto de nuestra pieza, dado que OewQó~ era el enviado oficial a una festividad, su propio nombre anticipa cuál fue su verdadera actividad en la corte de Sitalces, confirmada después por sus propias pala- bras. Aquella embajada no fue en definitiva otra cosa que una ~ ~Some Athenians in Aristophanes», AJA 73(1969), 234-225. En un ca- tálogo de thias&ai (IG IP, 2343), junto con el nombre del sacerdote de laco- fradía, aparecen otros 15, entre ellos el de Filónides, de quien se valió Aristó- fanes para representar Avispas. Anflarao, Aves y Ranas, y el de Anfíteo. ~ Cf. J. O. Gawrmt, g Xóqovg (y. 1074) y toda la parafernalia militar de penachos y gorgonas. Hasta cierto punto, pues, cabe decir con Whitman que es- tos caracteres son ‘imágenes’, pero hay otro tipo de ellas que abocan en la acción, las imágenes dramáticas: por ejemplo, la 35 Exactamente no, puesto que, si el miles gloriosus en el fondo es un co- barde, Aristófanes no pone en duda la valentía de Lámaco y sólo pretende simbolizar en él la «arrogancia del oficial de carrera», como dice W. Ka.~us, Arutophanes’ poliusche Komtidien. Die Acharner ¡ Dic Ritrer, Wien, 1985, pág. 97. 39 Este punto ha sido bien tratado por J. A. O. Luism.¡, «¡be Acharmana and the pay of taxiarchs», CP 41 (1946), 91-97. de representar la paz como vino, lo que anticipa las drinking scenes del final. Junto a éstas hay imágenes dominantes (con- ¡rolling images) como la del carbón, originada por la profe- sión del coro, que determina, entre otras cosas, los nombres de los coreutas y la naturaleza del rehén tomado por Diceó- polis. Pero ha sido Edmunds quien ha llevado sistemáticamente la investigación sobre esta implicación de las imágenes lin- gilisticas en el desarrollo de Los acarnienses. El tomar el tér- mino spondái ‘treguas’ en su sentido literal (‘libaciones’) con- duce a que el protagonista las ‘libe’ y las ‘beba’ (y. 199), con lo que lo político (la tregua), lo privado (el beber) y lo sagrado (la libación) se unen en un mismo plano; y de ahí que de un acto meramente profano se pase a la celebración de las Dioni- sias camperas. La procesión fálica que entraña conduce a po- ner de relieve los aspectos sexuales de la paz, después mani- fiestos en la escena del Megarense, y que, unidos de nuevo al vino, aparecerán al final de la pieza. La aparente falta de soli- daridad de Diceópolis con el campesino que ha perdido sus bueyes no es tal, sino un acto apotropaico, como pone de relie- ve que dé parte del bálsamo de la paz a la recién casada. A lo largo, pues, de una serie de interpretaciones literales de figuras del lenguaje que se van plasmando en acción dramática se lle- ga a un final en el que «la base ritual de la comedia se reafirma y restaura y se consagra de nuevo el lugar. de la comedia en el festival, en este caso las Leneas “a». Desde el punto de vista de la puesta en escena, Los acar- nienses plantean algunos problemas. No hay unidad de lugar. El prólogo se desarrolla en la Pnix, la acción pasa después al campo y de allí a la ciudad, ante la casa de Eurípides; poste- riormente transcurre’ en el campo, luego ante las casas de Di- 4<> 0. c., pág. 25. 20 COMEDIAS LOS ACARNIENSES 21 ceópolis y de Láxnaco, en un espacio que figura ser el mercado privado de Diceópolis. La decoración exige al menos dos ca- sas (probablemente tres): una de ellas, la que representa, según el cambio de lugar, la casa de campo de Diceópolis, tiene una azotea (y. 262). Esta misma casa, de no montarse una especial- mente destinada al efecto, puede figurar como la de Eurípides, para lo cual era preciso que estuviera provista de bcxuxXr~a (y. 408 sigs.); por último, puede valer como la casa en la ciu- dad de Diceópolis, en tanto que la otra representa la de Lán~ia- co. Tampoco hay unidad de tiempo, o, mejor dicho, se juega muy libremente con la duración de las ausencias de los acto- res. La ida a Esparta y el regreso de Anfiteo a Atenas tienen lugar entre los versos 133 y 175. El número mínimo de actores requerido para la representa- ción es de cuatro o quizás cinco, si el que hacia de Anfiteo no abandonaba la escena para asumir el papel de Pseudartabas (y. 100 y sigs.). Una repartición posible de los papeles podría ser: el protagonista (Diceópolis), un segundo actor podría encar- garse de representar al Embajador, Teoro, Eurípides, Lániaco, el Megarense, el Beocio, el Labrador, el Padrino de boda; un tercero haría de Anfíteo, de la hija de Diceópolis, el esclavo de Eurípides, el sicofanta, el mensajero de Lámaco, el segundo heraldo, el mensajero del sacerdote de Dioniso; y un cuarto, del heraldo de la Asamblea, la hija del Megarense, Nicarco y el mensajero de los generales. Un extra se encargaría de repre- sentar a Pseudartabas4t. Una especial dificultad ofrece la invitación al &7ro- buweaL del y. 627, al inicio de la parábasis (&XX’ &~¡o8i~v’r~ -rotg &vctnctLcrro~ brLo~Ev). El coro de viejos acarnienses en vez del himátion lleva el ¡ríMn (vv. 184, 343), que era un 41 Cf. A. PICKARD-CAMDRIDOE, ¡be dramatic fesrivais of A¡hens, Oxford, 19692, págs. 149-150. manto corto de lana que dejaba en libertad las piernas. Un es- colio informa que el coro se despojaba de sus mantos para fa- cilitar así los movimientos de una viva danza. Pero éste no puede ser el caso en la parábasis de nuestra pieza, ya que una danza alocada hubiera distraído la atención del mensaje serio que en este momento se transmite al auditorio, sin contar con que semejante recurso no se aviene a la naturaleza del coro de’ ancianos. La explicación de que los coreutas se despojaban de sus máscaras no es convincente 42, porque siguen hablando como viejos acarnienses y es la máscara y no el vestido lo que caracteriza al personaje teatral, sin contar con que el verbo se refiere siempre a la ropa. Tampoco es convin- cente la teoría de que dicho verbo está empleado metafórica- mente en el sentido de «arremangarse y poner manos a la obra» ~ ya que esta acepción, tomada del atletismo, es tardía. Por todo ello, y fijándose en terracotas que representan actores cómicos vestidos con ¡rlb<3n, Robert C. Ketterer ~ 0pta por la interpretación literal del término. El ¡ríMn cubría los hombros y la cabeza, dejando sólo en libertad un brazo (lo suficiente~ para tirar piedras, vv. 280 y sigs), pero impedía la gesticula- ción necesaria para dar énfasis retórico a lo que se decía con brazos y manos. La invitación a desnudarse, como jóvenes atletas, a un coro de ancianos, para ejecutar unos desmayados ejercicios retóricos crearía, por lo demás, un ‘visual joke’ muy propio de la comedia. 42 Cf. O. NAVARRE, Le zhéar~ grec, Paris, 1950, pág. 150, yO. SIFAIUs, Pa- rabasis and animal choruses, London, 1971, págs. 16-17, que resume esta teoría adelantada por primera vez por C. Kock. ‘~ Cf. A. M. DALE, «Oíd comedy: The ‘Achamians’ of Aristophanes», Co- llecred Papers, Cambridge, 1969, pág. 290, que se basa en el compuesto E3ta,tobuo1IaL rmaQa. 2 El término chairédónos (y. 4) es una creación cómica sobre algid?rn, achthéd6n. Lo hemos reproducido así por analogía con ‘pesadumbre’; cf. E. FRAENKEL, Beobachtungen zu Arístophanes, Roma. 1962. págs. 15-16. 32 COMEDIAS caballeros 3. Fue, en verdad, benemérita para la Hélade ~. Pero, en cambio, sentí un dolor trágico, cuando esperaba boquiabier- ío to a Esquilo y el heraldo pregonó: «Teognis, saca el coro a es- cena» ~. ¿Qué vuelco te crees que eso me dio al corazón? Sin embargo, tuve otra alegría, cuando después de Mosco entrÓ Dexíteo a cantar una tonada beocia 6~ En cambio, el año pasado 15 estuve a pique de morir y de quedarme bizco cuando vi a Que- ns asomar la cabeza para atacar el himno ortio 7. Pero nunca, desde que me lavo, me escoció tanto el jabón en las cejas como ahora: la asamblea ordinaria estaba convocada para el amanecer, y mirad (señalando a su alrededor), la Pnix está de- 20 sierta. Ellos, charla que te charla en el ágora, esquivan arriba y abajo la maroma almagrada 8~ Los pnítanes no llegan sino a deshora, y luego —imaginatelo— ¡cómo se empujan y precipitan 25 los unos sobre los otros para disputarse el primer banco, aba- El alio anterior Aristófanes había acusado a Cícón en L ,i~uov &~rf~v (y. 36) que hace juego de palabras con IiQ(O) ‘compra’. ¡O Antes de celebrar la sesión se purificaban los límites del recinto con la sangre de un lechón. Yo. 45 34 COMEDIAS LOS ACARNIENSES 35 HERALDO ¿Quién eres? ANFITEO Anfiteo. HERALDO ¿No eres del género humano? II ANFITEO No, soy inmortal. Anfíteo era hijo de Deméter y de Triptólemo. De éste nace Céleo; Cé- 50 leo se casa con Fenúreta, mi abuela. De ella nació Licino’2. Por parte de éste soy inmortal y, por ello, el único a quien los dio- ses encargaron hacer treguas con los lacedemonios. Pero, pese a ser inmortal, señores, no tengo dietas de viaje, porque los prítanes no me las dan. HERALDO ¡ Arqueros! ANPf’rEo Ss .. BAGB IV serie, núm. 1 (marzo 1961>, 106-108.y A. CESARE CAssIo. «Un re di Persia nei monti dell’ Oro (Ar., Ach. 80 sigs.; Ctes. FGrH 688 F45».. Ej/cosmos 2 (1991). 137-141. A un elemento A, relato de una expedición armada que regresa al cabo de mucho tiempo de un territorio aurífero (cf. HERÓD., III 105, Eu~o, VH 27~ CTE5IAS, Indik4 FGrH 688 F 45h), Aristófanes superpone un elemento B fantástico-es- catológico. Hall-Geldart atribuyen este hemistiquio (y. 84) al embajador, lo que no da sentido aun suprimiendo la interrogación. “ Para el y. 83 aceptamos la interpretación de J. TAILLAEDAT, «Anstopha- oea 1. Acharrnens. 83-84», BAGB IV serie. núm. 1 (marzo 1961), 106-lOS. ‘~ Una de las victimas predilectas de Aristófanes. 20 En griego ph¿no.x ‘embustero’ (y. 84), que tiene semejanza fónica con la fabulosa ave Fénix. 38 COMEDIAS LOS ACARNIENSES 39 DIC~wous 90 Falacia la tuya al cobrar las dos dracmas. EMBAJADOR Y ahora hemos llegado con Pseudartabas, el Ojo del Rey. DICEÓPoLIs ¡Así se lo sacara un cuervo a picotazos! Y el tuyo también, señor embajador. HERALDO El Ojo del Rey (Entra con un ojo enorme en la frente y dos acompafiantes). Díc~ó~ous 95 ¡Soberano Heracles! ¡Por los dioses!, hombre, tienes cara de buque de guerra21. ¿Doblas acaso un promontorio y divisas la dársena? Te cuelga el estrobo por debajo del ojo. ~ 21 Lasnavesdeguerrasollanllevarpintadosdosgrandesojosenlaproa.EI término vcó., Hwnam¡as 3(1950-1951), 287-291. Sobre este pasaje, cf. L. Gu., «Note agli Acarneui di Aristofane>., MCr 18 (1983), 77-78. EMBAJADOR Anda, explica ya lo que te envió a decir el Rey a los atenien- ses, Pseudartabas. PSEUDARTABAS Lartaman exarsan apissona satra23. íoo EMBAJADOR (A los prítanes) ¿Entendéis lo que dice? DICEÓPOUs ¡Por Apolo!, yo no. EMBAJADOR Dice que el Rey os enviará oro. (A Pseudartabas) Di más alto y con claridad eso del oro. PSEUDARTABAS No recibir oro culiabierto24 Jaonau. 23 Se han realizado diversos ensayos de interpretación de estas palabras desde el supuesto de que contienen genuino persa. Para J. FRIEDRICH, «Dic alt- persiache Stelle in Aristophanes’ Acharnern (y. 100)», IF 38 (1921). 93-102, significarían «Jerjes, el de piadosas intenciones, al estado ateniense»; segiln O. H~uism>i, «Zum persiscben im Vers 100 der Acharner des Aristophanes», FesíchriftfiIr Max Vasmer, 1956, 177-180, querrían decir «Oid, (Su) Majestad (el Rey) Jerjes escribe estos mandatos»; K. 1. Dovaa, «Notes on Aristophanes’ Achanuans», Ma¡a 15 (1963), págs. 7-8, interpreta «larta de nombre, hijo de Jerjes, sátrapa>. Nos inclinamos con 1. WAcxaaNAom., «Li dar allpersiachen Steile in Aristophanes’ Achamern», JF 38(1921), 224, en su crítica a la inter- pretación de Friedrich, a ver aquí reproducidas, tal como sonaban a oídos grie- gos, palabras persas, pero carentes de sentido. 24 El término ~cwvó~sgwxio~ (y. 104), de acufna~ión aristofánica, alude a los defectos, chaw,ót¿s y euiyprók¡(a, que más echa en cara el cómico a sus conciudadanos. En ‘Iaovat~ hay una reminiscencia del ‘Iáova~ de Es~uu.o, Pers. 178, 567 (cf. O. ScisaosoaR, Hermes, 68 [1933], 465). 40 COMEDIAS LOS ACARNIENSES 41 DIcEÓPoLIS íos ¡Ay!, desgraciado, ¡qué claro! EMBAJADOR ¿Qué dice ahora? DIcEÓoLls ¿Qué? Que son tontos del culo los jaonios, si esperan recibir oro de los bárbaros. EMBAJADOR No. Habla de ‘ajanas’ ~ de oro. DícEÓPOus íío ¿Qué clase de ‘ajanas’? Eres un gran embustero. Apártate. Yo le interrogaré por mi cuenta. (A Pseudartabas) Venga ya, ex- pílcame claramente ante éste (mostrándole el puño), si no quieres que te de un bailo en púrpura de Sardes 26, ¿nos va a enviar oro el Gran Rey ? (alza la cabeza negativamente) ¿Nos están engallando miserablemente entonces los embajadores (la 115 inclina afirmativamente). Estos tipos han afirmado al modo griego. Imposible que no sean de aquí mismo. De los dos eu- ~ La &~ávi~ (y. 108 ) era una medida persa equivalente a 25 medimnos áticos (unos 2,35 m3). Para mantener de alguna manera las evocaciones foné- ticas del original, he optado por transcribir ‘ajana’. ~ Ea decir ‘que te deje cubierto de sangre’. Sobre la representación de esta escena, cf. L 1. Dovan, «Notes on Aristophanes’ Achanuo.ns», Maia 15 (1963), 8-12. Diceópolis empuja al embajador y probablemente lo hace salir (así el actor que representaba este personaje podía aparecer luego como Teo- ro). Los eunucos que acompallaban a Pseudaba¡tas niegan y afirman simultá- neamente con él. Se acerca después a uno de éstos y le descubre la máscara, que lleva tapada en su parte inferior a la moda persa. La máscara carece de barba. nucos, éste de aquí yo sé quién es: Clístenes el de Sibirtio 27~ ¡Oh! tú, el del culo de ‘ardorosas determinaciones’ 28 ¿con esa barbaza que tienes, macaco 29, nos vienes disfrazado 120 de eunuco? Y este otro, ¿quién, diantre, es? ¿No es en realidad Estratón? ~ Hm~u,o Calla. Siéntate. El Consejo invita al Ojo del Rey al pritaneo í~s (Pseudartabas y los eunucos salen). DícEóPous ¿No es esto para ahorcarse? Y encima yo aquí soportando dilaciones, cuando jamás deja esa puerta de hospedarles. ¡Ea!, haré algo pasmoso y grande. Pero ¿dónde está Anfiteo? ANF~EO (Acercándose agachado y en voz baja) Estoy aquí. DícEÓPous Toma estas ocho dracmas y haz treguas para mí solo, los niños 130 y la parienta. (A los prítanes). Vosotros enviad embajadores y seguid con la boca abierta. 27 Afeminado, cf. Avísp. 1187, llamado por burla ‘hijo de Sibirtio’, que era un maestro de gimnasia de conocido rigor. Por Cab. 1373, sabemos que tanto Clistenes como Estratón eran barbilampitios. ~ Parodia de un verso de Eurípides, donde se ha substituido el término spldnchnon por este otrO, harto menos noble. 29 Deformación de un verso de Arquiloco, en el que rhet5rós ha sido subs- tituido por p6gclna. ~ Otro afeminado, citado con el anterior en Cab. 1374. L. 42 COMEDIAS LOS ACARNIENSES 43 HERALDO Que entre Teoro3’ que regresa de ver a Sitalces 32~ TEORO Aquí estoy. DícEóPous 135 Otro impostor este que anuncia el heraldo. TEORO No hubiéramos estado en Tracia tanto tiempo... DIcEóPOus Claro que no, ¡voto a Zeus!, si no hubiérais recibido un buen sueldo. TEORO Si el inviemo no hubiera cubierto de nieve la Tracia entera y helado los ríos. DícEóPOus 140 Por la misma temporada en que competía aquí Teognis ~. TEORO Durante este tiempo estuve de copeo con Sitalces, que, por cierto, era extraordinariamante amigo de los atenienses: un verdadero enamorado vuestro. Tanto es así que escribía en las 31 El nombre evoca el de the,~rós (enviado a una festividad religiosa), como advertimos en el prólogo. 32 Rey de Odrisas. hijo de Teres, mencionado por Tucloinas (II 29. 95- 100; IV 101). Los atenienses se aliaron con él en el primer alio de la guerra. ~ Cf. nota 5. paredes «atenienses, guapos». Y su hijo ~ a quien le concedi- 145 mos la ciudadanía, tenía pasión por comer morcillas de las Apaturias35 y suplicaba a su padre que ayudara a su patria. Y éste juró, derramando libaciones, que vendría a auxiliaros con un ejército tan grande que dirían los atenienses: «¡menuda 150 nube de ... langostas se aproxima!». DIcEÓFOLIS ¡Que me aspen!, si creo algo de lo que acabas de decir aquí, salvo eso de las langostas. TEORO Y ahora nos ha enviado al pueblo más belicoso de los tracios. DícEóPous Eso sí está ya claro. HERALDO ¡Eh! tracios, los que trajo Teoro, venid aquí. 155 DIcEóPous ¿Qué chusma es ésta? TEORO Un ejército de odomantos ~. 3’ Se llamaba Sádoco y recibió, efectivamente, la ciudadanía ateniense (Tuc., 1129). Sobre una actuación suya favorable a Atenasm cf. Tuc., 1167. ~ En las Apatunas se inscribía a los milos en las fratrías. La alusión es doble: por un lado, a la calidad de ateniense de Sádoco, por otro, a ‘engallo’ (apatl). ~ Pueblo de Tracia asentado en las riberas del Estrimón, célebre por su crueldad y salvajismo. No eran súbditos de Sitalces. La alusión de más abajo (apo:ethr(aicen, y. 158) a la circuncisión es inexacta históricamente. Diceópo- lis la menciona por lograr un efecto cómico; cf. K. 1. Dov~a, «Notes on Aris- toplianes’ Achanuans». Maia 15(1963), págs. 12-13. 44 COMEDIAS LOS ACARNIENSES 45 DIcEÓPoUS ¿Qué clase de odomantos? (Se¡lalando el falo que portan) Dime: ¿Qué significa esto? ¿Quién ha descapullado la picha de los odomantos? TEORO 160 Por un sueldo de dos dracmas, éstos aplastarán con sus escu- dos Beocia entera 3~. DIcEÓpous A esos descapullados, ¿dos dracmas? Gemiría el personal del remo alto3s, la salvaguarda de la ciudad. (Los o4omantos le quitan las alforjas).¡Ay!, desgraciado de ml. Estoy perdido. 165 Los odomantos me han saqueado los ajos. Pronto, tiradlos al suelo (hacen ademán de comerlos). TEORO ¡Desgraciado!, no te acer- ques a ellos, picados como están de ajos 39. DícEc5Pous Prítanes, ¿vais a consentir que reciba esta afrenta en la patria, y encima de unos bárbaros? Me opongo a que se discuta en la 170 Asamblea la soldada de los tracios. Hay una señal de Zeus, os lo aseguro ~: me ha caldo una gota de agua. El escudo ligero (p¿Ia) y la jabalina eran el armamento típico de los tracios. ~l verbo xaraxeXráaovra¿ (y. 160) es de la cosecha de Aristófanes. ~ Los remeros que ocupaban el banco superior de las tres hileras de re- mos de las naves de guerra manejaban el más largo de éstos, realizando así el mayor esfuerzo. » Se lea daba ajos a los gallos de pelea en la creencia de que así se enar- decían en el combate. ~<> Cualquier fenómeno (trueno, lluvia, etc.) de la naturaleza se estimaba una selial de Zeus que aconsejaba disolver la asamblea. HERALDO • Que se retiren los tracios y se presenten pasado mañana. Los prítanes disuelven la Asamblea (se retiran). DICEÓPoLIS ¡Ay!, desdichado de mí, ¡Qué cantidad de alioli41 he perdido. 175 Pero, ¡ tate!, ya está Anfíteo aquí de regreso de Lacedemonia. Buenos días, Anfíteo. A?.~rtrEo (Sin cesar de correr y con tres odres) Buenos no, hasta que no pare de correr. Huyo de los acarnienses y tengo que escapar de ellos. DIcEÓPOUs ¿Qué ocurre? ANrtrEo Venía corriendo aquí con las treguas, pero las olieron unos ancianos de Acamas, unos vejetes tao recios, tercos como alcornoques, inflexibles, excombatientes de Maratón, duros como leños de arce 41b, e inmediatamente rom- pieron todos a gritar: «¡Grandísimo canalla! ¿Traes treguas, es- tando las vides taladas?». Y se pusieron a recoger piedras en sus mantos. Me fui huyendo, pero ellos me persiguieron gritando. 185 41 Con ajos, puerros, queso, miel, aceite y huevo se condimentaba el iwttwróv (y. 174). una especie de ensalada. 41b Basándose en la sugerencia de Starlcie de que oq~sv6á~svivo~ es posi- blemente una broma cómica xáiivwa¡, como se sabe por CIumNo, fr. 301 Edmonds, formaban parte del mobiliario de lujo de los ricos y refinados. j 46 COMEDIAS LOS ACARNIENSES 47 190 D¶cEÓPous Ellos, que chillen. A lo nuestro: ¿traes las treguas? ANFITEO Por supuesto. Aquí tienes tres gustos. Éstas son de cinco años: toma y prueba. DícEÓPouS (Oliendo) ¡ Uf! ANFITEO ¿Qué pasa? DlcEÓPous No me gustan, hie- den a pez y a preparativos navales. ANFtrEo Entonces, tomay prueba estas otras de diez años. DICEÓPOLIS También éstas tienen un tufo muy acre a embajadas a las ciu- dades, como a desgaste42 de los aliados. ANFtrEO 195 Pues bien, éstas de aquí son treguas de treinta altos por tierra y mar. Dícnó~ous (Tras oler y echarse un trago) ¡Fiestas de Dioniso!, éstas si huelen a néctar y ambrosía y no a aguardar la orden de «vive- 42 El término dioiríb¿ (y. 193) es ambiguo: por un lado, significa ‘dila- ción’, pérdida de tiempo’; por otro, ‘desgaste’. Puede referirse a retrasos en el pago del tributo o a defecciones de las ciudades aliadas. res para tres días» ~3, y le dicen al paladar «ve adonde quie- ras». Las tomo, si, las libo y las bebo hasta apurarlas, mandan- 200 do mil veces a paseo a los acamienses. Libre de guerra y de desgracias, voy a entrar en casa a celebrar las Dionisias cam- peras. Ar.wtrEo Y yo voy a ponerme a salvo de los acarnienses (salen, entra el coro). 204-207 (4 tro)] CORIFEO [Pdo 204-241 (204-233 sizigia) Que todo quisque siga y persiga por aquí, y pregunte por el fu- gitivo a todos los viandantes. Es un servicio a la ciudad pren- 205 der a ese individuo. (A los espectadores) Así que, si alguno sabe a qué parte de la tierra se ha dirigido el que traía las tre- guas, indicádmelo. CoRo [Str. 208-218 pacon.) Ha huido, ha desaparecido. ¡Ay! desdichado de mí, ¡cómo me pesan los años! Si fuera en mi juventud, cuando corría parejas con Fallo ~ 210 215 ~3 Que debían llevar consigo los soldados al salir de operaciones. En la fra- se siguiente (frxLv’ &iri~ eéXe~ y. 198), G. W. D¡cxa~soN. «Aristophanes’ Ra- nae 862», HSCP, 1974, 177-188, ha reconocido (págs. 18 1-182), dado el senti- do sexual de frILVELV (‘montar’) referido a los sementales, un juego de palabras por segmentación de 8~j, de tal manera que el espectador pudiera entender si- multineamente el dativo de ,rao~ (‘monta con el pene lo que quieras’). Estas palabras anticiparían los aspectos sexuales de la paz, puestos de manifiesto más adelante en la procesión fálica que Diccópolis celebra con sus familiares; cf. L. EDMUNDS, »Aristophanes’ Achar,uwzs». YCS 26(1980), 6. ~ Un célebre corredor. Su nombre hace juego de palabras con el adverbio phduk5s (y. 215), que hemos tratado de reproducir en lo posible en la traduc- ción. 48 COMEDIAS LOS ACARNIENSES 49 con una carga de carbón encima, de manera tan fulera, no hubiera escapado de mi persecución ese que lleva las treguas, ni sus piernas le hubieran puesto a salvo con tanta ligereza. 219-220 (4 tro)] Co~o 220 Pero ahora, como ya tengo endurecida la corva y al anciano Lacrátidas45 le pesa la pierna, se ha marchado. Mas hay que perseguirlo. Que jamás pueda reírse por haberse escapado de unos acarnienses, por viejos que sean. CoRo [AStr. 223-233 CoRIFEo [Esc. en vv. largos, 234-24 1 (4 tro) ¡Ea! hay que buscar a ese individuo y mirar hacia Ba ... lene ~ 235 y perseguirlo tierra a tierra48, hasta encontrarlo de una vez. Que yo no me hartaría jamás de apedrearlo. DIcEÓPOUS [Esc. con cto. 242-279 (3 ia) (Desde dentro) ¡Chitón! ¡Respeto! CORIFEO ¡Silencio todo el mundo! ¿Oísteis, amigos, pedir silencio? Es ése el que buscamos. Apartaos. Todos aquí. (Aparece Diceópo- 240 lis con una olla, seguido de su mujer~ su hija y dos esclavos con un falo) El tío sale, según parece, a hacer un sacrificio. Quienquiera que sea, ¡oh! Zeus padre y dioses, pactó con unos enemigos, contra quienes, por mi parte, la guerra sin cuartel aumentará a causa de mis campos. Y no cejaré hasta clavarme en ellos hasta la empuñadura ... cual caña aguda y dolorosa ~, para que no vuelvan ya a pisotear mis viñas. ‘~ Arconte en la época de Darío y. por ende, personificación de la edad provecta, segiln los escolios; uno de los coreutas para van Leeuwen; el corifeo segdn P. GRoes~eaooM, «Sorne notes on Aristophanea», CR 30 (1916), pág. 183. Un clásico aprosdókiton aristofánivo. DlcEÓl’oLIs ¡ Chitón! ¡ Respeto! Que se adelante un poco la canéfora. Que Jantias ponga derecho el falo. Deposita 1a cesta en el suelo, hija, para hacer los ritos previos. HUA (Sacando una torta de la cesta) Madre, alcánzame el cucharón, 245 para echar el caldo en esta torta. DIcnÓPoLIs Así está bien. ¡Oh! soberano Dioniso, que sea de tu agrado la procesión y este sacrificio que te hago con los de casa, y que 250 celebre felizmente las Dionisias camperas 49, descargado del En lugar de Palene (y. 234). La substitución de la sorda por la sonora evoca la idea de bóllein ‘apedrear’. ~ La expresión gEn pr¿ gEs (y. 225) evoca el peregrinar de lo y tiene re- miniscencias de tragedia. Pór analogía con ‘palmo a palmo’, la traducimos de esa manera. ~ Segiin HasíQulo y TEopa.~rro, Caracteres 3, las Dionisias camperas se celebraban en el mes de Poseideón (invierno). Basíndose en nuestra pieza. 225 230 50 COMEDIAS LOS ACARNIENSES 51 servicio militar. Que las treguas de treinta afios me resulten provechosas. Anda, hija, procura llevar con compostura la ces- 255 ta, compuesta y con carita de haber comido ajedrea 50~ ¡Qué fe- liz será el que se case contigo y te haga ... comadrejas ~ no menos pedorras que tú cuando amanece! Avanza y gu~rdate muy bien (señalando al público) entre el gentío de que nadie te birle las joyas de oro sin darte cuenta. Jantias, a vosotros dos 260 os toca tener enhiesto el falo detrás de la canéfora. Yo os se- guiré cantando el himno fálico. Tú, mujer, contémplanos desde la azotea. ¡En marcha! y de L4macos. Mucho más agradable es, ¡oh! Fales, Fales encontrar llevando leña robada del peñascal ~ a esa buena moza, la tracia de Estrimodoro agarrarla de por medio y levantarla, tumbarla al suelo y ‘despepitarla’55, ¡Oh! Fales, Fales. Si bebes con nosotros, terminada la juerga, después del alba, sorberás una taza de paz. Y el escudo, seguirá colgado sobre las brasas56 (Llegan hasta donde se apartó el coro). Fales 52, camarada de Baco, compañero de jarana, noctíva go, 265 adúltero, bujarrón, [Cto 263-279 (ia lír.) después de cinco años, te saludo, contento de mi regreso al pueblo, tras haberme hecho treguas para m( solo 270 y librado de guerras, ‘pejiguerras’53 principal fuente de información sobre el ritual de esta festividad, G. N. Bm.- ¡c~s’, «The date of Diccopolis’ rural Dionysia~, JHS 54 (1934), 77-78, infiere que debían celebrarse (al menos en ciertas localidades del Ática) en primave- ra, ya que de ella se saca la impresión de que las Antesterias las seguían inme- diatamente. ~ Es decir, con formalidad. En lugar de drim~’ bidpusa Aristófanes em- píes bidpusa thymbrophdgon (y. 254). La th>~mbra (‘ajedrea’), que se emplea- ba como purgante, tenía un sabor agrio. En castellano, también se dice con ‘rostro avinagrado’. SI Los griegos se servían de comadrejas para los usos domésticos del gato. Según parece indicar Taócnrro, XV 28, el término se podía aplicar cariñosa- mente a las muchachas (cf. ‘gatita’). ~ Personificación del falo procesional. 53 Tratamos de reproducir de alguna manera en castellano el juego de pa- labras y efecto de rima en griego de ItQUYILárO)v Te xcd. ~saxdv xa~ AOIIÚXWV &3~ct>JJrye(~ (vv. 269-270). 280-283 (2 tro, paeon.)] CORIFEO [Esc. bat. 280-346 Ése es, ése. ¡A cantazos con él! 280 ¡A cantazos, a cantazos, a cantazos! Pégale, pega a ese canalla! ¡Apedréalo, apedréalo de una vez! DICEÓPoLIs [Str. 284-302 (paeon +4 tro) (Protegiéndose con la olla) ¡Heracles! Esto, ¿qué es? Haréis pedazos la olla. ~ No creo que phe¡1b3s (y. 273) sea un topónimo, sino el nombre común que designaba el monte pedregoso. ~ En sentido obsceno: ytycIQ¶ov es el grano ola pepita de la fruta. De ahí 2taTCty%yGQTLOaL (y. 275). El paralelo de Carmina Príapea 5 y 38 y de Tsé- cmrro V 116 sigs. le hace pensar a K. J. DOVER, «Notes on Aristophanes’ Acharnmans». Ma¡a 15 (1963), págs. 13-14, que era éste el castigo que recibí- an los ladrones de los campos. ~ En e[Qijvi~ ... TQú~WV (y. 278) una ‘taza de paz’ hay un aprosdókl- tos en lugar del esperado ptisdn¿s (cf. Ai.axís fr. 144 K) como remedio de la resaca; vide E. Fa.~arncsz., Beobachtungen zu Ar¡stophanes, Roma 1962, pág. 28. El escudo se colgaba en tiempos de paz sobre la chimenea para que no se oxidase. 275 52 COMEDIAS LOS ACARNIENSES 53 Co~EO A ti sí que te vamos a matar a pedradas, tipejo repugnante. DícEÓPOus (Retrocediendo) ¿Por qué causa, venerabilísimos acarnien- ses? Como ¿Lo preguntas? Eres un sinverguenza y un asqueroso. ¡Traidor a tu patria! Eres el único que hizo treguas, ¡y te atreves a mirarme a la cara! DICEÓPOUs El motivo de mi pacto lo ignoráis. Escuchádmelo. CoRo ¿ Que te escuchemos? Morirás. Te sepultaremos a cantazos. DícnóPOuS No lo hagáis sin escucharme. Conteneos, buena gente. CORO No me voy a contener y no me vengas con razones, porque te odio aún más que a Cleón; y a éste le corto un día a tiras para hacerles suelas a los caballeros. 303-334(4 tro)] CoRn~O DIcEÓPoLís Buena gente, dejad de lado a los laconios y oíd sobre mis tre- 30s guas, si las hice con razón. CoRí¡~o Pero ¿cómo puedes decir que con razón, desde el mismísimo momento en que pactaste con quienes no respetan el altar, ni la palabra dada, ni el juramento? DICEÓPoL¡s También yo sé que los lacomos, contra los que arremetemos en exceso, no son los culpables de todas nuestras desgra- 310 cias. Co¡w~o ¿Que no lo son de todas, bribonazo? ¿Te atreves a decirnos eso ya a las claras? Y encima, ¿voy a dejarte impune? DICEÓPOUS De todas no, de todas no. (Señaló,ndose) Yo mismo, si hablara aquí, podría hacer ver muchas cosas en las que ellos han sido incluso agraviados. CORIFEO Esta afirmación es intolerable ya y revuelve el estóma- 3is go. ¿Tendrás la osadía de hablarnos en favor de los enemi- gos? DícEóPous En efecto, y si no digo lo justo y no se lo parece al pueblo, es- toy dispuesto a hablar con la cabeza en un tajo. No voy a ofrte exponer largos razonamientos, a ti que pactaste con los laconios, pero sí te daré lo merecido. 285 290 295 300 54 COMEDíAS LOS ACARNIENSES 55 Coan~o Dime: ¿por qué escatimamos las piedras, paisanos? ¿Qué nos 320 impide despellejar a este tipo y dejarlo como capote de púrpu- ra? ~. DícEÓI’oLís ¡Cómo hierve el negro tizón58 de vuestra bilis! ¿No me vais a escuchar? De verdad, ¿no vais a escucharme, hijos de Acar- neo? ~ Coi~u~o Por supuesto, no te escucharemos. DIcEÓ¡’oLís Grave desconsideración tendréis conmigo. Coi~u~o Que me muera, si te escucho. El verbo ka¡axáinein propiamente significa cardar’. La phoin¡kls era un capote teflido de púrpura que llevaban los espartanos. La expresión xci~a~ci~ve~v et~ cpOLVLXL8cI (y. 320) es similar a la de ~á~pw fr~qqrn XctQ&avwáv (y. 112). SS El adjetivo negro’ y el verbo ‘hervir’ sugieren el humor conocido como ‘bilis negra’. En su lugar aparece un compuesto cómico 8u1¿úXwi~ (~ti- zón’) en el y. 321, cuyo primer elemento se asocia a thymós (anímus), que evl- dentemenle pronunciarla el actor con una pequefia pausa interna para lograr el efecto. ~ Diccópolis se dirige a los acarnienses con un gentilicio cómico (J~aQv,~a¡. y. 322) como si descendieran de un mítico Acarneo. MIs abajo deforma su nombre con el sufijo culto -ikos (d~a~vutoL, y. 324) y con la desi- nencia arcaica y poética en -oÚi (‘AX«QVLXO~OL. y. 329). Traducimos «lugare- fios de Acamas» para reproducir de algún modo el rebuscamiento de la expre- 325 DlcEóPous No, por favor, ¡oh! lugareños de Acamas. CORIFEO Ten seguro que vas a morir ahora mismo. DIcEÓI’oLís Entonces os hincaré los dientes. Os replicaré matando a los más queridos de vuestros seres queridos, pues tengo rehenes vuestros, y los voy a coger para degollarlos (entra en su casa). Co~o Decidme: ¿qué amenaza es ésa, paisanos, que nos hace a los lugareños de Acamas? ¿Acaso tiene encerrado en casa a un hijo de alguno de los presentes? Si no, ¿en qué apoya su brava- 330 ta? DIcEÓPous (Saliendo con un capacho y un cuchillo) Apedrealme, si que- réis. Yo acabaré con éste y pronto sabré quién de vosotros mira por los carbones. CORIFEO Estamos perdidos. Ese capacho es paisano mío. No hagas lo que vas a hacer. ¡Jamás! ¡Jamás! DícEÓPous Tened seguro que lo mataré. Chillad, que no voy a prestar oído. CORIFEO ¿ Vas a matar a este compañero. [AStr. 335-346 335 a un amigo de los carboneros? sión. 56 COMEDIAS LOS ACARNIENSES 57 DícnÓPOLís Tampoco hace un momento quisisteis escucharme, cuando hablaba. CoRo Pues bien, si te parece, explica ya cómo y por qué el lacedemonio te cae bien; pues yo jamás traicionaré a ese capachín. DIcEÓPOUS Entonces, tirad vosotros primero las piedras al suelo. CoRIFEo (Mientras el coro sacude sus vestiduras) Ahí las tienes en tie- rra, pon en ella tú también el cuchillo. DICEÓPOUS ¡Ojo! no vaya a quedar alguna en vuestros mantos. CoRo Los hemos sacudido y cayeron al suelo ¿No ves cómo lo sacudo? (doblan repetidas veces sus mantos) 345 No me vengas con pretextos y tira el arma, que ya con tantas vueltas quien lleva la sacudida (señalando el falo) es éste 6<)• 347-357 (3 la)] DIcEÓPous (Ese. strr. 347-488 (Dejando el cuchillo en el suelo) Era seguro que ibais a bajar el tono de vuestras voces, pero por poco murieron unos carbo- ~ Juego de palabras con seistós (y. 344), que en ¿poca tardía significó pendiente’. Diferimos de la interpretación de K. J. Dovea, i, MCr 18 (1983) 78-80. nes del Panes sólo por la chaladura de sus paisanos. Del mie- 350 ‘do, el capacho me echó encima una buena plasta de carbonilla, talmente como una sepia. Indigna que el genio de algunos sea tan agrio como para tirar piedras y gritar y no avenirse a escu- char nada que aporte igualdad de oportunidades, cuando yo es- 355 taba dispuesto a decir cuanto dijera en favor de los lacedemo- nios con la cabeza en el tajo; y eso que tengo aprecio a mi vida. CoRo [Str. 359-65 (dochm) ¿Por qué no sacas, pues, a la puerta un tajo y dices, desgraciado, eso tan importante que tienes que decir? Pues tengo muchas ganas de saber lo que tú piensas. Pero, tal como concertaste el pleito, pon aquí el tajo y trata de habla¡t 360 365 DICEÓPOLIS (Entra en su casa y sale) Aquí está el tajo, miradlo, y aquí también, tan poquita cosa, el hombre que va a hablar. Descui- da, ¡por Zeus!, no me escudaré con subterfugios y diré a favor de los lacedemonios lo que es mi parecer. Aunque tengo mu- 370 cho miedo, pues conozco el carácter de los campesinos y sé cuánto se alegran, si algún embustero les elogia a ellos y a la ciudad, con razón o sin ella. Y así no se percatan de que se chalanea con ellos. También sé que los viejos por su talante no 375 miran sino a morder con su voto. En cuanto a mí, sé lo que me hizo pasar Cleón por la comedia del año pasado 6l~ Me arrastró 61 Aristófanes habla aquí en su propio nombre y no en el de Calístrato. La comedia aludida son Los Babilonios, representada en 426. Cícón acusó al co- mediógrafo ante el Consejo de haber ultrajado a los magistrados y vilipendia- do a la ciudad ante los extranjeros. Otras alusiones a este hecho se encuentran en los vv. 520 y 630 de esta comedia. 340 58 COMEDIAS LOS ACARNIENSES 59 390 a la sede del Consejo para calumniarme, me baboseó falseda- des, cayó sobre ml como el Ciclóboro62 y me dio tal baño, que faltó muy poco para que sucumbiera enfangado en la porquería de sus manejos. Así que ahora, antes de hablar, permitid que me arregle de la manera más miserable. CoRo [AStr. 385-92 395 ¿ Qué rodeos son ésos? ¿ Qué dilaciones maquinas y preparas? Por ml puedes coger de casa de Jerónimo63 390 algún casco de ‘tupida, espesa y tenebrosa pelambrera’, propio de Hades; puedes sacar a relucir las tretas de Sísifo 64, que este juicio no admitirá excusa. 393-488 (3ia) DícEó’ouS Es el momento ya de cobrar un ánimo esforzado. Tengo que ir 395 a casa de Eurípides. (Llamando a la puerta) ¡Chico! ¡Chico! Clu4¡o 65 (Entreabriendo la puerta) ¿Quién es? DícEÓPous ¿Está dentro Eurípides? CRIADO Dentro está sin estar dentro, si me entiendes. DIcEOPoLIS ¿Cómo? ¿Está dentro y no está dentro? CRIADO Exactamente, anciano. Su mente, que está fuera recogiendo versecillos, no está dentro, pero él está dentro, con los pies en alto, componiendo una tragedia. 400 DIcEÓPous ¡Qué dicha tan grande la de Eurí- pides, cuando su esclavo responde tan sabiamente! Lláinalo. CRIADo Imposible. DIcEÓPoLIs Aun así, hazlo. (El criado cierra la puerta) Pues no me iré, y golpearé la puerta. ¡Eurípides! ¡Euripidln! Atiéndeme, si alguna vez lo hiciste con 405 algún mortal. Te llama Diceópolis el Colida ~, yo. EURÍPIDES (Desde dentro) No tengo tiempo. DícnÓPoLIs Haz que te saque el ecciclema 67~ Torrente del Ática, temible por sus inundaciones. ~ Poetastro lírico y trágico, conocido por su pelo hirsuto y mal cortado, que da pie a la alusión al casco de Hades de más abajo, el cual hacia invisible a su portador. “ Sísifo, el tuis habilidoso de los mortales (II VI 153), era el prototipo de la astucia y de la falta de escrilpulos. ~ La mayoría de los códices y escolios atribuyen el papel de criado a Ce- fisofonte, lo que no encuentra apoyo alguno en el resto de la pieza. Eu¡dpn~as Imposible. ~ Hay un juego de palabras entre Choll¿idis (y. 406), natural de un demo del Ática, y Cholldis, 1xi~o de cojo’, imposible de reproducir, alusivo a la afi- ción de Eurípides a los personajes tullidos, criticada por Diceópolis más abajo. 67 Plataforma semicircular que podía girar y mostrar, con cambio de deco- ración, el interior de una casa. LOS ACARNIENSES 61 60 COMEDIAS Dícnót’ous Aun así, hazlo. EURÍPIDES Me haré sacar con el ecciclema, pero no tengo tiempo para ba- jar (El giro del ecciclema muestra el interior de la casa de Eu- rípides, el cual se encuentra en un plano superior sobre un es- trado. En el suelo y las paredes hay vestuario y accesorios de teatro). DICEÓPoLIS 410 ¡Eurípides! EURÍPIDES ¿Qué vociferas 68? DICEÓPoLIs ¿Compones con los pies en alto, pudiéndolo hacer con ellos en el suelo? Con razón creas personajes cojos. Pero, ¿por qué te has puesto esa ‘vestimenta lamentable’, esos harapos sacados de alguna tragedia? 69• Con razón creas mendigos. Te lo suplico por tus rodillas, Eurípides, 415 dame algún andrajo de ese viejo drama tuyo, pues tengo que hacerle al coro70 un largo parlamento y, si lo hago mal, me costará la vida. ~ En toda la escena Eurípides usa un lenguaje pomposo y rebuscado que hemos tratado de reproducir en lo posible. ~ Como en Tesm. 148-170, donde se muestra al poeta Agatón vestido de mujer. Aristófanes se burla aquí de una supuesta identificación mimética del creador con sus personajes. ~ Obsérvese la ruptura de la ilusión escénica. Diceópolis habla como ac- tor-autor, no como dramaus persona. EURÍPIDES ¿Qué clase de harapos? ¿Aquellos con los que se presenté a concurso éste de aquí, Eneo 71, el anciano malhadado? DícEÓI>ous No eran los de Eneo, sino los de otro todavía más cuitado. EURÍPIDES ¿Los del ciego Fénix 72? DICEÓPoUS No, los de Fénix, no. Había otro más cuitado que Fénix. EURÍPIDES (Para sí) ¿Qué desgarrones de peplos pedirá este hombre? (A Diceópolis) ¿Te refieres a los del pobre Filoctetes”? 420 DICEÓPous No, a los de otro mucho, muchísimo más pobre. 425 7’ Eneo, rey de Calidón, fue derrocado del trono por sus sobrinos. En la pieza curipidea del mismo nombre se contaba cómo lo reinstalaba en el trono su nieto Diomedes. 72 Como Hipólito, la figura de Fénix pertenece al ciclo legendario que des- arrolla el tema de Putifar. Hijo de Amíntor, rey de Beocia, víctima de la falsa acusación de una concubina de su padre, fue cegado por éste y enviado al exi- lio. Al final de la tragedia curipidea se demostraba la inocencia del héroe, que recuperaba también la vista. ~3 Filoctetes abandonado en la isla de Lemnos por los aqueos, debido al insoportable hedor de una herida, fue recogido cuando un oráculo reveló que sin su ayuda no podía tomarse Troya. Trataron el tema Sófocles y Eurí- pides. 1 62 COMEDIAS LOS ACARNIENSES 63 EwtfrmEs ¿Deseas el sórdido indumento que portaba ese de ahí, el cojo Beleforontes ~ DICEÓt’OuS No era Beleforontes, pero también era cojo, pedigueño, parlan- chín, experto orador. EURÍPIDES 430 Ya caigo: Télefo75 el misio. DICEÓPOLIS les, te lo suplico. EURÍPIDES Chico, dale el andrajario76 de Télefo. Está encima de los an- drajos de Tiestes, debajo de los de mo77. C~no Aquí los tienes, tómalos. Si: Télefo. Dame sus palia- ~‘ Protagonista de historia similar a la de Hipólito y Fénix. Su cojera se debió a una calda de su caballo Pégaso, cuando trataba de ascender con él al cielo. “ Télefo, rey de Misia, herido por Aquiles, fue a Argos, donde se halla- ban reunidos loa jefes aqueos, disfrazado de mendigo en busca de curación, avisado por un oráculo deque sólo quien le habla causado la herida podía cu- r~rsela. 76 El término rhakA mata, formado sobre rhdkos, sólo aparece aquí y paro- dia el estilo trágico. “ Tiestas, el hermano de Atreo, aparecía en la pieza del mismo nombre y en Lis Cretenses de Eurípides. tao, esposa de Atamante, rey de Tesalia, e hija de Cadmo, era la protagonista de otra tragedia curipidea así llamada. 1 DICEÓ8’oLís (Mostrando al público los muchos rotos del manto) 78 ¡Zeus 435 oteador y escudriñador de todo!, concédeme disfrazarme del modo más lamentable. Eurípides, ya que me hiciste este rega- lo, dame también lo que hace juego con los andrajos, el gorri- lío misio para la cabeza (en tono melodramático), «pues hoy me es menester semejar pobre, ser, si, el que soy, más no parecerlo» 79. 440 Los espectadores han de saber que soy yo, y los coreutas han de estar ahí como imbéciles, para que con mis palabrejas les pueda dejar con un palmo de narices. EURÍPIDES Te lo daré, pues con sólida mente maquinas sutilezas. 445 DlcnÓPoLls (Poniéndose el gorro) ¡Que te vaya bien! (Apane) Y para Té- lefo ... los sentimientos que le tengo. ¡Qué bien! ¡Qué lleno es- toy ya de palabrejas! (Da unos pasos y vuelve) ¡Tate!, necesito aún una cachavita apropiada a un mendicante. EURÍPIDES Toma ésta y apártate de los pétreos aposentos. DICEÓPoUS ¡Oh! corazón, ¿ves como soy rechazado de estas mansiones, 450 menesteroso de múltiples trebejos? (Aparte) Ahora hazte el pe- 75 Aceptamos la invcrsión del orden de palabras propuesta por P Gaoei~’a- BOOM, «Some notes on Aristophanes», CR 30 (1916), 183, basada en Avisp. 246 y Tesm. 660. ~ Versos del T¿Iefo curipideo. 66 COMEDIAS LOS ACARNIENSES 67 punto ya de hablar en favor dc los lacedemonios? ¡Adelante!, corazón. Aquí está la línea de salida. ¿Te paras? ¿No arrancas?, ¡si te echaste Eurípides al coleto! 82 (Rompiendo a andar) Eso 415 está bien. Anda, pues, sufrido corazón, vete allá y ofrece luego tu cabeza allí diciendo lo que te parezca. ¡ Ánimo!, ve, avanza. Te admiro, corazón mío. Str. 490-496 (dochm + 3 la)] CoRo [Esc. strr. 490-625 490 ¿ Qué vas a hacer? ¿ Qué dirás? Entérate bien: eres un hombre sin reparos y de hierro, pues ofreces el cogote a la ciudad y vas a decir lo contrario que todos, tú, uno solo. No le hace temblar al tío el compromiso. Sea, puesto que tú lo eliges, habla. Dí~Ói~ous «No me tengáis a mal, señores espectadores, el que, pese a ser pobre, me disponga a hablar ante los atenienses sobre la ciu- sao cIad» S3, representando una ‘trigedia’ 84~ Pues la trigedia conoce también lo justo y, aunque duras, serán justas las cosas que diré. Ahora no me incriminará Cleón de hablar mal de la ciudad en presencia de extranjeros. Estamos nosotros solos y ésta es la sos competición del Leneo. Los extranjeros todavía no están aquí, ni han llegado los tributos, ni los aliados desde sus ciudades. 52 Como si fuera un licor estimulante. El término gransm~ del y. 483, in- terpretado por los escolios como línea de salida de una carrera pedestre, según A. H. So>.wzasi-un, . Los megarenses después, cuando empezaron a sentir gradualmente los efectos del hambre, pidieron a los lacedemonios que se revocase el de- creto ese originado por las furcias. Y nosotros no quisimos, aunque lo pidieron muchas veces. Después, vino ya el fragor de s~o los escudos. Dirá alguien: no debió ocurrir. Pero ¿qué era preci- so hacer? Decidlo. Supongamos que un lacedemonio, dándose a la mar, hubiera denunciado y puesto a subasta un chucho de los serifios 91, ¿os hubierais quedado quietos en casa? Ni por lo más remoto. Muy al contrario, inmediatamente hubierais bota- 545 do trescientas naves, y la ciudad se habría colmado del tumul- to de los soldados, de griterío alrededor de los trierarcos, del pago de las soldadas, del estofado de los paladios ~ del alboro- to de la lonja ~ del reparto de raciones, de odres, de estrobos, 550 de gente comprando cántaros; de ajos, aceitunas, cebollas en re- des; de coronas, de anchoas ~, de flautistas, de caras contusio- nadas. El arsenal, a su vez, de maderos aplanados para hacer re- mos, de martillazos en los toletes, de taladros de escobenes ~5, ~ Un escolio apunta la semejanza de estas lineas con un conocido poema de Timocreonte de Rodos. Al texto del decreto contra los megarenses alude Tucídides en varias ocasiones (1 67; 139; 144). 9’ Sérifo, minúscula isla de las Ciclades, se hizo proverbial para denotar la insignificancia. Aristófanes traslada a Esparta, confundiéndolos deliberada- mente, los hechos que condena en Atenas: la denuncia de mercancías importa- das fraudulentamente, con su venta en pública subasta, y el rapto y traslado a otra ciudad de alguien sin importancia. 92 En las proas de las trirremes se ponían, a modo de mascarones, estatuas de Atenea (PaLMdía), cuyo estofado se reparaba periódicamente. ~ La stoa, dedicada a la venta de trigo del Pireo, constniida por Pendes. ~ Los alimentos que los remeros y soldados llevaban consigo. ~ Aceptamos con Sotnznerstein la conjetura de J. 5. Monison ~inrov- p~vwv (y. 553), en lugar del r~O2TOlapéVwv de los mss. de flautas, de cómitres, de pífanos, de silbatazos 96~ Eso es lo 555 que hubiérais hecho, lo sé. ¿Y «creemos que Télefo no lo hu- biera hecho también»? Si es así, no tenemos seso ~ (Pone su cabeza en el tajo. La mitad del coro se dirige amenazadora- mente hacia él; la otra trata de impedirlo). Gub~ DEL HEMICORO 1 ¿De verdad?, garduño, más que asqueroso. ¿Te atreves tú, un mendigo, a decir eso de nosotros? ¿Nos insultas tú que eres el mayor sicofanta que haya habido? GuL& DEL HEMICORO II Pero, si todo lo que está diciendo, ¡por Posidón!, es justo y s¿o nada de ello es mentira. GulA DEL HEMICORO 1 ¿Y porque sea justo, tenía que decirlo? Pero no se va a alegrar de tener esa osadía. GulA DEL HEMICORO II (Interponiéndose) ¡Eh! tú, ¿adónde corres? ¡Quieto! Si le pe- gas a ese hombre, pronto te alzarán por alto. HEMICORO 1 [AStr. 566-571 (dochm=3 ia) ¡Ay! Limaco, tú que tienes mirada de relámpago y te pones la Gorgona por cimera, acude en mi auxilio, déjate ver ¡Ay! Limaco, amigo, compañero de tribu. Si hay por ahí algún comandante o general 565 El cómitre (keleus,¿s), ordenaba a los remeros el ritmo de boga que le indicaba el timonel con un silbato; el flautista (auilt& o tnerdu¡ls) lo marca- ba con el pífano. ‘~ La larga rltes¡s de Diceópolis se cierra, como comienza, con una cita del T¿lefo. 70 COMEDIAS LOS ACARNIENSES 71 570 o expugnador de muros, que venga de una vez en mi ayuda. Estoy agarrado de por medio. LÁMACO (Saliendo de su casa armado) ¿De dónde viene el belicoso gri- terío que he escuchado? ¿Adónde hay que prestar auxilio? ¿Adónde hay que llevar el fragoroso estruendo? ¿Quién levan- tó a la Gorgona de su funda 98? de las armas me marea. Anda, te lo suplico, aparta de mí (se- tialando la Gorgona del escudo) la ... Cocona ~ LÁ>~co Ya está. DxcnÓ~ous Pónmela a este lado, por favor, boca arriba. DtcnÓ~ous 575 ¡Oh! Lámaco, héroe de los airones y de los batallones ~. GulA DEL HEMICORO 1 ¡ Oh! Lámaco, ¿no lleva ya un buen rato este individuo cu- briendo de injurias a toda nuestra ciudad? LÁMACO (A Diceópolis) Tú, un mendigo, ¿te atreves a hablar así? DIcEc5Pous Héroe Lániaco, discúlpame si dije alguna inconveniencia y me fui de la lengua, pese a ser pobre. LÁMACO 580 ¿Y qué dijiste de nosotros? ¿No lo vas a repetir? DICEÓPoLIs “El ságma (y. 574) era una funda de tela o de cuero con la que se pote- gían los escudos. ~ Tratamos de reproducir en la versión la cómica rime rd~v )~óqxov tcaL rd~v Xá~wv (y. 575). LÁMACO Ya está puesta. Dícnó~ous Dame el penacho de tu casco. LÁM~co (Quitando una pluma enorme) Aquí tienes una plumita. DICEÓPoLIs Sujétame la cabeza (intro- duciéndose la pluma en la boca) para que vomite. Me dan náu- seas los penachos. LÁMACO ¡ Eh! tú ¿Qué vas a hacer? ¿Tratas de vomitar con la pluma? Es una pluma de DICEÓI’ous Dime: ¿de qué diantre de ave es? ¿Acaso de ‘chulogallo’ lot? ‘~<> En el texto ¡>n mormóna (lit. ‘el coco’) es una clara alusión a la (3or- gona del escudo de Limaco. 101 En el texto xo~roXax~6ou, en lugar de aapoi~6oi>, compuesto sobre xóiso~ ‘jactancia’ y Xctxéw ‘hacer nudo’. Para dar una idea de la deformación cómica, ofrecemos ésta del castellano ‘urogallo’. 585 Ya no lo sé, pues el espanto 72 COMEDIAS LOS ACARNIENSES 73 LÁMACO 590 ¡Qué muerte te espera! DícnÓPoLIs De eso nada, Lámaco. No se. trata de fuerza. Si tan fuerte eres, ¿por qué no me descapu- lías? Para eso estás bien armado ~. LÁMACO ¿Dices eso a un general, tú, un mendigo? DICEÓPouS ¿Que yo soy un mendigo? LÁMACO Entonces, ¿qué eres? DICEÓPOLIS 595 ¿Qué soy yo? Un ciudadano honrado, y no de la familia Bus- cacargos. De la Militroncho soy, desde que empezó la guerra, mientras que tú, desde entonces, eres de la Cobrasueldos. LÁMACO Me eligieron por votación DIcEÓPous Si, tres cucos ‘03.Y por ~oo darme asco eso hice la tregua. Veía en filas a hombres que ‘~ En doble sentido hóplon significaba también aidoton. Recuérdese que los actores llevaban colgando el falo de cuero. 103 Expresión popular para indicar un nómero insignificante, originada por los hábitos solitarios de este ave, que tiene cotTelatos en griego moderno; K. Pwísatog, <01 xóxxuye~ ~Qet~ to~ ‘AQLcrrocpávo1J~», A6HNA 59 (1955), 73-75. peinaban canas, y escurrir el bulto a jóvenes como tú: unos en Tracia con paga de tres dracmas, los Tisámenos y Fenipos y los Mangantehipárquidas, a otros con Cares; a aquéllos en- tre los Cáones, los Geres y Teodoros y los impostores de Dio- 6.05 mía, y a los de más allá en Camarina, en Gela y en Ja-Ja- Gela ¡04 LÁMACO Los eligieron por votación DICEÓPoLIs ¿Y cuál es la causa de que a vosotros, de un modo u otro, siempre se os pague, y de que no se le pague a ninguno de éstos? (Dirigiéndose a un coreuta) De verdad, Marfiades, tú que hace tiempo tienes canas ¿has 610 sido ya embajador? Dice que no con la cabeza, y eso que es sensato y trabajador. ¿Y qué decir de Dracilo, Eufórides y Prí-. nides? íO5~ ¿Vio alguno de vosotros Ecbátana o Caonia? Dicen que no. Pero sí las han visto el hijo de Césira ‘~ y Lámaco, a 615 ¡04 En este pasaje aparecen deformados algunos nombres representativos de las grandes familias atenienses, en los que cualquier intento de identifica- ción histórica falla. Los cáones eran un pueblo de Tracia y los habitantes de Diomía, demo ateniense, tenían fama de impostores. Cares parece ser un per- sonaje histórico. Camarina y Gela. ciudades de Sicilia, harían esperar un Ka- tdn¿i. que es alterado por un juego de palabras con Gela en Katage<1¿~i (‘irri- sión’). ~ En contraposición, a los acamienses les aplica Diceópolis nombres re- lacionados con el oficio de carbonero: MaQt>~á8i~, E ogi&~, HQLVtE>9~. De ahí que estimemos probable la conjetura ‘Av8gánvXXo~ de Reiske, en lu- gar del AQáx1fl~Xo de los mss. ~ Césira, madre de Megacles, padre a su vez de Clístenes, de la familia de los Alcmeónidas, era el prototipo de la dama de la alta aristocracia. Lima- co, sin embargo, era tan pobre que se vela obligado a pedir prestado para ves- tirse y calzarse (Purr., AIc. 21, Nic. 15). 74 COMEDIAS LOS ACARNIENSES 75 quienes, por impago de cuotas y por deudas, ayer mismo les decían todos sus amigos «apértate», como quien vierte agua sucia al atardecer. LÁMACO ¡Oh! democracia, ¿es esto soportable? DICEÓ¡’oLIs Desde luego que no, si no percibe Lámaco su sueldo. LÁMACO 620 En cualquier caso, yo siempre combatiré contra los pelopone- sios y los hostigaré por todas partes, por tierra y mar, hasta donde lleguen mis fuerzas (coge el escudo y entra en su casa). D¡CEÓI’oLIS Y yo pregono a todos los peloponesios, megarenses y beocios 625 que vengan a vender y comerciar conmigo y con Lániaco no (entra en su casa). Kom. 626-7 (4 an)] Coawao [Pbs. 626-718 Este sujeto ha vencido con sus razones, y le está haciendo cambiar al pueblo de opinión sobre las treguas. ¡Ea!, despojé- monos de los mantos y pasemos a los anapestos. CoRo [Anap. 628-658 Desde que nuestro maestro está al frente de coros ‘trígicos’ to- davía no se ha dirigido al auditorio para decir lo capaz que es. 630 Pero, calumniado por sus enemigos, entre los atenienses de precipitadas decisiones, de burlarse de nuestra ciudad y de ul- trajar al pueblo, se ve precisado ahora a responder ante los ate- nienses que saben retractarse de sus decisiones. Y afirma el au- tor que merece muchas recompensas de vosotros, porque puso fin a que os dejarais engallar incautamente con palabras pere- 635 grimas, a que os gustara recibir halagos y fuerais unos ciudada- nos panolis 107~ Anteriormente, los emisarios de las ciudades, ya de entrada, os llamaban para embaucaros, «coronados de violetas» y nada más decir alguien esto, os sentabais, por el aquel de «las coronas», sobre el borde del culete.Y si por daros coba, llamaba alguno «reluciente» a Atenas, por eso del «relu- ciente» 108 conseguía todo, pese a echarle un piropo adecuado a 640 las sardinas. Por haber conseguido eso os ha hecho muchos be- neficios, así como por haberos mostrado también qué régimen democrático 109 padece la gente en las ciudades. Por esa razón, ahora, cuando de ellas os traigan el tributo. vendrán deseosos de ver a ese excelente poeta, que arrostró el peligro de decir 645 entre los atenienses lo justo. Y tan lejos ha llegado la fama de su valentía, que, cuando el Gran Rey estaba tanteando a la em- bajada de los lacedemonios, les preguntó, primero, cuál de los dos bandos tenía el predominio naval y, a continuación, de cuál de ellos echaba pestes el poeta. Pues estos últimos, afir- 650 mó, seguramente se habrían ya mejorado mucho y vencerían con ventaja en la guerra, por tenerlo de consejero. Por ello los lacedemonios os proponen la paz y os reclaman Egina tt0~ La 107 Xauvo,~oXira~, lit. ciudadanos de xavvll ~ la ciudad boquiabier- ta. Se ha prestado a discusiones el participio ¿t~o8i,vTeg (y. 627). Seguimos la interpretación mis sencilla de R. C. KErTERER, «Stripping in the Parabasis of Acharnians», GRBS 21(1950), 217-219. Los coreutas se quitarían los trih5nes o mantos cortos. Lo que nos parece improbable, como sugiere Ketterer, es que debajo de los mismos no llevaran ropa alguna. t~ Tanto el epíteto anterior, como éste, proceden de PÍNDARO, fr. 76. tOS Alusión irónica a los abusos de Atenas sobre las ciudades aliadas de la confederación. tíO Egina, tributaria de Atenas, fue ocupada por los atenienses nada más empezar la guerra. Sus habitantes fueron expulsados y se instalaron colonos atenienses en la isla (Tito.. II 27). Los espartanos tomaron bajo su protección a los eginetas exiliados y los devolvieron a su patria en el 405 (cf. JEN., Hel. II 2, 9). Sobre este pasaje, cf. 1. R. AIJ’AGEME, «Aristófanes, Acarn. 652-654. El poeta y Egina», ECIÓ.s. XXV~ núm. 89 (1985), 61-66. LOS ACARNIENSES 77 76 COMEDIAS isla esa no les importa. Lo hacen para arrebataros a ese poeta. 655 Vosotros, ¡ojo!, no le soltáis jamás, pues defenderá en sus co- medias lo justo. Y asegura que os dará muchas buenas ense- ñanzas, de suerte que seréis felices; pero, eso si, sin halagaros. ni prometeros sueldos falazmente, sin andarse con engañifas, ni con trapacerías, y sin regaros de elogios: sólo con enseñaros lo que es mejor (en tono vivo). Ante esto, que maniobre Cleán [Pnig. 659-664 (sist. an) y que maquine todo contra mí. El bien y lo justo serán mis aliados y jamás quedaré convicto de ser con respecto a la ciudad, como él, un cobarde y un mariconazo. 660 [Sizigia 665-718 HEMICORO 1 [Od. 665-675 (paeon) nuestras hazañas guerreras en la mar. El trato que padecemos es indigno. Metéis a ancianos en procesos públicos y permitís 680 que oradores jovenzuelos se burlen de ellos, cuando ya no son nada más que hombres sin voz, como flautas desgastadas por el tiempo, y no tienen otro Posidón para apoyarse 112 que su ca- yado. Con un hilo de voz, de puro viejos, estamos junto a la piedra 113, sin ver otra cosa que la oscuridad de la justicia. El 685 joven, en cambio, que se ha cuidado bien de intervenir contra él como procurador 114, pronto descarga sus golpes y le ataca con rotundas frases. Arrastra luego al interrogatorio al Tito- no115 de turno, tendiéndole trampas de palabras; le hace trizas, le desconcierta y le confunde. Musita éste sus palabras con tor- peza senil y sale encima condenado. Luego, gimotea, llora y 690 dice a sus amigos: «el dinero con que debía haberme compra- do el ataúd, me voy condenado a pagarlo». 665 Ven aquí, Musa ardiente, con lafi¿erza del fuego, vigorosa como nacida en Acamas. Tal como del cisco de encina salta la chispa, excitada por el aura favorable del soplillo, 670 cuando los pescaditos están ya listos, y unos remueven la salsa de Taso de reluciente diadema 111, mientras otros amasan; 675 así ven a mi, tu paisano, con un canto vivaz, vigoroso y campesino. GUÍA DEL I4EMICORO 1 (Ep. 676-69 1 (41ro) Los viejos veteranos estamos quejosos de la ciudad, pues no recibimos de vosotros en la vejez el cuidado merecido por ~tt La eaoia dApaj o salsa de Tasos, uno de cuyos ingredientes era el aceite, dejaba grasiento y reluciente (liparós) el borde del plato. De ahí el epí- teto lapardmpyka, de cómica solemnidad, forjado por analogía con XQ1oálA3~1J~ t~seQájAnu~. propios de la poesía elevada. HEMICORO II [AOd. 692-702 (paeon) ¡Cómo va a ser natural eso!: causar por la clepsidra 116 la ruina de un anciano, de un hambre con canas, que pasó mil trabajos, se ha enjugado chorros de sudor, ardiente y varonil 1t2 Como divinidad causante de los terremotos, Posidón recibía el epíteto de asphdJeios (‘que no hace caer’) de manera apotropaica. ya que de su volun- tad dependía el provocar o no seísmos. tt3 Aquella en la que se hacía el recuento de los votos (cf. Avúp. 332>. t14 Aunque el derecho ático no conocía la representación de partes, pernil- tía intervenir a favor de los litigantes a pers<~nas de reconocida capacidad jurí- dica u oratoria. Aquí se sobreentiende ‘sinégoro’ (lit. ‘co-orador’) de la parte contraria. tt3 Personaje proverbial para designar la extrema vejez. tt6 Así traducimos la expresión del y. 690. provocada por contraposición a 7SeQi ~v 35ó>.&v (y. 697). A cada parte se le concedía un tiempo limitado para hablar en los juicios. El eseoliasta explica xe~ xXeapi)6~av como &v rQ &xc«mlQL(p. 695 78 COMEDIAS LOS ACARNIENSES 79 y se porté con la ciudad como un valiente en Maratón. Si, cuando en Maratón estábamos, nosotros perseguíamos, ahora, en cambio, 700 somos perseguidos encarnizadamente por unos malvados y, encima, se nos condena. A esto, ¿qué Marpsias va a replicar? 117• GUÍA DEL HEMICORO II [AEp. 703-718(41ro) ¿Cómo va a ser natural que un viejo encorvado de la edad de Tucídides 118 se perdiera enzarzado en esa discusión con ese ios ‘yermo de los escitas’ 119, con ese hijo de Cefisodemo, el pro- curador charlatán? Tanto es así , que yo sentí compasión y me enjugué las lágrimas, al ver aturullado por un vulgar arquero a un anciano, que, ¡por Deméter!, cuando era aquel ilustre Tucí- dides, ni ante la misma Aquea 120, se hubiera contenido fácil- tt~ Orador embrollón y charlatán. tt8 Tucídides. hijo de Melesias. rival de Pendes, a quien éste logró conde- nar al ostracismo. Tras los diez altos de exilio que implicaba esta condena, pa- rece que de nuevo fue acusado por un joven, Evado, hijo de Cefisodemo, cii- yos discursos le aturdieron de tal manera que no encontró palabras para defenderse. Aristófanes alude también a este proceso en Avup. 947. 119 La expresión ~ LcuOdv &Q11~¡&q parece ser proverbial. Cefisodemo, al parecer, tenía algo de sangre escita, a lo que alude también la expresión de más abajo (y. 707) un’ &vóQó~ to~ótoii xv2cw$izvoV, ya que los arqueros que ejercían de policías en Atenas eran de esta nacionalidad. t20 Epíteto de Deméter. El sentido no está muy claro. La corrección Agrótan (es decir, Ártemis) de Headlam hace más inteligible el texto. La de autón ArtachdUn (personaje mencionado en HERÓCoTO. VII 117) de E. K. BoKn4wíc¡c, ~naas~.&cua¡, s cola’ se entiende corno penis. El verbo ¿chei tiene’ adquie- re el significado de no da cabida’. ‘~ Por haberle matado a Adonis un jabalí, según apunta un escolio. No obstante, este tabú no era general. 86 COMEDIAS LOS ACARNIENSES 87 DICEÓPoUs (Se flalando una) Y ¿qué es lo que mejor come? MEGARENSE Todo canto líe de- 800 res. Pregúntalle ti mesmo. DICEÓPOLIS Chona, chona. MuC11Acu~ 1 Coi, coi. DICEÓPOuS ¿Comerlas nabos?’37 MuC¡IACK& 1 Coi, coi, coi. Díc~óPOus ¿Y qué dices de las brevas de Fíbalis? MUCHACHA 1 Coi, coi Dlc~óPOuS Luego, ¿qué? ¿Las comerlas? ‘3’ El texto dice er¿buuhos ‘vaina de garbanzo’, que como más abajo la ischds ‘higo seco’ (que vertemos por ‘breva’), eran designaciones populares del miembro viril. Para el verso 803 P. L~uc¡>.m. «Aristofane, Acarnesi 803» QUCC n. a. 26(1987), 49-53, propone leer ~t 6k; a0xa ~Qtoyo. czir~ó~ dv - xci xom. Diceópolis se dirigirla a sí mismo, señalando con un gesto obsceno su pcú)~ó, habida cuenta de que oI)xov designaba el pudendum muhebre. La traducción sería: «Y tú ¿qu¿? ¿Comerlas higas?». Y la muchacha se anticipa- ría a responder con el gruñido del XOTOO9 MUCHACHAS Coi, cos, coi. DICEÓPOLIS ¡ Qué fuerte habéis gruñido a eso de las brevas! Que alguien 805 traiga de dentro algunas para las choninas. (Echándoles unas pocas) ¿Las comerán? ¡Huy! ¡Qué ruido meten al masticarías! ¡Heracles santísimo! 138 ¿De dónde son las chonas? Parecen de Traga ... sas MEGARENSE (Apane) Mais non tragéronse todas as brevas. Que eu collin 810 una de elas, ista. DICEóPOLIS ¡Voto a Zeus! ¡Qué lindo par de animales! ¿Por cuánto te com- pro las choninas? Di. MEGARENSE Ista de aquí por una ristra de allos. A outra, si queres, por sólo un quénice ““‘ de sal. DICEóPOLIs Te las compraré. Espera aquí (entra en su casa). MEGARENSE Eso faréi, ¡ Hermas comer- 138 La exclamación es provocada por la glotonería proverbial del perso- naje. 815 139 Juego etimológico de palabras que en castellano puede reproducirse bien: Tragasdi, localidad de la Tróade, se asocia al katérragon del verso si- guiente por su similitud fonética. 140 El chotníx, medida de líquidos y de addos, equivalía a poco mAs de un litro. 88 COMEDIAS LOS ACARNIENSES 89 ciante! ¡ Inda pudera vender asín á miña muller e á miña mes- ma mai! SIcOFM’rrA (Acercándose) Buen hombre, ¿de dónde eres? MEGARENSE De Mégara. Sou vendedor de chones. SICoFAWrA 820 Pues bien voy a declarar estos chones como enemigos y a ti también. MEGARENSE ¡Velay! Chegóu outra vez aquelo de do nace o principio de no- sas desgracias. SICOFANTA Lágrimas te va a costar ejercer de megarense. Suelta de una vez el saco. MEGARENSE Diceápolis, Diceópolis, decláranme. DícEóPOus (Saliendo precipitadamente) ¿Quién? ¿Quién es el que te de- 825 clara? (Empuñando las correas) Ediles, ¿no vais a poner en la puerta a los sicofantas? ¿Dónde aprendiste a ‘aclarar’ sin me- cha? 141 ‘~‘ En todo el pasaje se juega con el doble sentido de phdmnemn (‘dejar en claro’, pero también ‘denunciar’). SICOFANTA ¿No voy a declarar a los enemigos? DícEóPOus Con lágrimas, si no te vas comendo a sicofantear a otra parte (el sicofanta huye). MEGARENSE ¡Qué desgracia e Ista en Atenas. DICEÓPOUs Tranquilo, megarense. El precio por el que vendiste las choni- 830 nas, los ajos y la sal, aquí los tienes. Tómalo y que lo pases muy bien. MEGARENSE Non úsase eso na nosa terra. DICEÓPOLIS ¿Fue una impertinencia? Que caiga sobre mi cabeza 142~ MEGARENSE Chomnas, tratade sin o voso pai de untar a torta con sal 143, si e 835 que vos la dan (Sale. Diceápolis entra en su casa con las mu- chachas). ¡42 Cf. el aparato crítico. “~3 La expresión ~aieiv &q~’ ¿tXi ~ijv ~iA66«v (lit. ‘golpear la masa sobre sal’. y. 835) puede tener un doble sentido, que se nos escapa. El inmediato pa- rece ser el de comer pan con sal a falta de otro alimento. J. HENDERSON. «A note on Aristophanes’ Acharrnans 83435», CF 68 (1973). 289-290, estima que 3UXLELV puede tener un sentido obsceno como el inglés bang, designando el movimiento violento delacto sexual (cf. Paz 873, 897; IJs. 852); m¿Iddan referirse al cwmus. y &q,’ ¿tAl, debidamente enfatizado y acompaftado de un gesto obsceno, evocar el phallós. El doble sentido captado por el auditorio se- ría el de ‘golpear el cunnus contra el phallós’. LOS ACARNIENSES 91 COMEDtAS CORO [Cto. 835-59 (sist. ia + cláus.) Tiene buena suerte el individuo. ¿No oíste cómo progresa la trama de suplan? Recogerá fruto el tío, sentado en el mercado. Y si entra algún Ctesias 144 u otro sicofanta, le va a doler~ cuando tome asiento 145 Nadie te dará un disgusto engañándote en la compra de alimentos ni Prepis 146 se limpiará en ti su culo amplificado, ni chocarás con Cleónimo 147 8.45 Con el manto bien pulcro te pasearas y no tropezará contigo HipérbolO 148 para infectarte de pleitos. Ni se topará contigo en el mercado, ni se acercará a ti Cratino 149, que se anda siempre paseando~ ~“ Puede referirse a un personaje real (p. ej., un sicofanta), o ser un nom- bre parlante (‘un aprovechón’). 145 Evidentemente, por haber sido golpeado allí donde la espalda pierde su honesto nombre. ‘~ Personaje desconocido. Lo estimamos también un nombre parlante (‘un distinguido’). 147 El mismo personaje que aparece en el y. 88. ~ El conocido demagogo, mencionado en todas las piezas de Aristófa- nes. ~ No parece que sea el poeta cómico, a la sazón un anciano de avanzada edad, sino un mal músico. El corte de pelo a navaja (mía máchaira) y no a ti- jera v (y. 871) es un típico apmsdókiton aristofánico. En cuanto a óQta>IXWV, si en atico designaba cualquier pollue- lo, en beocio, según el escoliasta, significaba ‘gallo’. El escoliasta sugiere también que por la primera palabra ha de entenderse ‘saltamontes’. ‘~ Un escolio al y. 872 informa que el kóUi.x era una especie de ‘pan re- dondo’ y ATE?¿ao (III 78) que era lo mismo que el pan llamado kóllabos. DICEÓI’oLIs Como granizada de pájaros 159 líe- gaste a la plaza. BEOCIO Y porto tumbé ocas, liebres, zorras, topos, erizos, gatos, tabli- llas de escribir, garduñas, nutrias, anguilas del Copais ‘<‘~>. DIcEÓPoLIs ¡ Oh! portador de la más sabrosa tajada para los hombres, per- míteme saludar, si traes, a las anguilas. ‘~ Sobre la expresión áve~sot ¿¡QvtOiLu, vientos del Norte, predominantes en primavera cuando llegan las aves, Aristófanes crea la de xe~wnv 6QVL0LdI~ ‘tempestad’, ‘granizada de pájaros’. ~ En esta enumeración se entremezclan animales de reconocido valor gastronómico con otros que sólo en épocas de hambre se usan de alimento. Hay algunas dificultades: ~uxrL&x~ (y. 879) no se refiere a ningún animal co- nocido, sino que es lo mismo que xuxrt6a~ ‘tablillas de escribir’. Su apari- ción se justifica por hacer rima con txtLba;’garduñas’, cf. los buenos argu- mentos con que defiende esta lección C. MORENILLA TALENS, «Aprosdoketon oder Hapax? Aristophanes, Ach. 879«. Gloria 54(1986), 216-221. Sorprenden- temente, O. HANSEN. «A note on 3ructL&Lg ,TuxrLba; of Aristophanes’ Ach. 879«, Philologus 134(1990). 158-159, defiende la variante piktidas, que sería un extranjerismo procedente del armenio o del georgiano con el significado de ‘pino’. Como por ESTACIO, Tebaida IV 426-427, se conoce que cerca de Tebas había un pinar, Hansen postula que sus retuilos fueron importados del Cáucaso y que el beocio traería madera procedente de los mismos al mercado (!). Los VUbQ<0 (y. 880) probablemente no son ‘nutrias’, sino ‘culebras de agua’ que anticipan, como vianda de dudosa calidad, las excelentes anguilas que cierran en clímax la enumeración. Igualmente, junto a las viandas y condimentos, aparecen en la lista anterior los psidhós ‘esteras de junco’ y las 0QvaXXi&z~ ‘mechas de candil’. El propio coro reconoce (y. 975) que Diccópolis, gracias a su tregua particular, ha podido agenciarse mercancías ‘útiles para la casa’ al propio tiempo que víveres. 880 94 COMEDIAS BEOCIO (Abriendo una cesta) Pubilla de las cincuenta noias Copai- des 161 surt aquí y dónali gust al forasté. DICEÓPoLIS 885 ¡Oh! tú, tan querida y tanto tiempo anhelada, llegaste añorada por los coros ‘trigédicos’ y amada por Mórico I62~ Criados, Sa- cadme fuera la hornilla y el soplillo (Los sacan con sus hijos). 890 Contemplad, muchachos, a la excelente anguila que a duras penas ha regresado tras dejarse echar en falta cinco años. Salu- dadía, hijos, que yo os procuraré carbón en honor de esta ex- tranjera. Anda, sácala í63~ ¡Que ni al morir esté separado de ti 164 bien cocidita con acelgas. BEOCIO 895 ¿Y cómo se me fará efectiu el preu de aquesta? DICEÓPoLIS Ésta me la vas a dar como arbitrio de mercado. ¡Ea!, si vendes algo de lo demás, dilo. 161 Parodia de la ‘~O~t?~wv XQLOLÍ de Esquilo, en la que las cincuenta hijas de Nereo, con Tetis, la mayor, como corifeo, tomaban parte en la adjudicación de las armas de Aquiles. ¡62 Personaje célebre por su glotonería. ¡63 Preferimos la lección ~xqe~’ a<,TIpP ‘sácala’ a &Jq>eQ’ airn~v. Diceó- polis contempla con los suyos absorto la anguila que está todavía en la cesta, y en el momento en que el beocio le obedece, se la quita rápidamente de sus manos. E. K. Bo¡trHw¡cK, «Three Notes on the ‘Acharnians’», Mnem., Ser. IV, 20 (1967). 412, dado el contexto, entiende áxq,eQ’ el sentido de ‘sacar un ca- dáver’ para el sepelio. Una vez que Diceópolis la coge, se haría una parodia de procesión fúnebre, llevando la anguila al brasero. ‘“ Parodia de la Alcestis euripidea (y. 367). Palabras de Admeto a su es- posa, que va a sacrificar la vida por él. r LOS ACARNIENSES 95 Buoao Por mi part, tot aquesto. DIcnÓPoLIs Anda, di por cuánto. ¿O te piensas llevar de aquí otra carga para allá? BEocíO De lo que hi ha en Atenas y en Beocia no. 900 DícEóPous Boquerones del Falero, entonces, comprarás para llevarte, o cacharros de cerámica. BEOcíO ¿Boquerons y trastes de ce- rámica? De aquesto hay allí. Compraré lo que nosaltres no te- mm. y aquí hi ha cantitat. DICEÓPOuS Entonces ya lo sé. Llévate a un sicofanta. Puedes empaquetarlo como si fuera un cacharro de barro. BEOCIO ¡ Per els dos deus! 165, faría un negoci y redó emportándolo 905 como una mona plena de mala sang (entra un sicofanta). D1nÓPoLIS Ya está. Por ahí viene Nicarco a delatarnos. ‘~ Las exclamaciones del beocio sirven para su caracterización nacional. Así, jura por la pareja de Heracles y Yolao, típicamente tebana, aeriba; aquí por ~w Oua ha de entenderse a Anfión y Zeto, hijos gemelos de Zeus y Antio- pe y fundadores de Tebas. La misma exclamación en boca de un espartano aludiría a Cástor y Pólux, y en la de un ateniense, a De’néter y Core. 96 COMEDIAS LOS ACARNIENSES 97 BEOCIO Un chic chiquet es aqueste. DícEÓPOUS Pero todo maldad. NIC~xCO 910 Estos fardos de aquí, ¿de quien son? BEOCIO De aqueste de aquí, meus, de Tebas, testimoni Deus 166• NIC~.acO Pues este Otro de aquí los declara enemigos. BEocío ¿Qué mal te han fet aques- tos passarells para declararles guerra y combat? NIC~acO Y a ti también te voy a denunciar además de ellos. BEOCIO ¿En qué te he faltat? Níc~nco 915 Te lo explicaré «en atención a los circunstantes» 167• (Cogiendo una mecho) Importas de territorio enemigo mechas de candil. ‘~ Por su semejanza con el catalán dejamos la forma beocia Aea)S (Zeus). Como sabemos por Pi~. Fed. 62A, la exclamación Trm (= tmw) Ae<,~ era tí- picamente beocia. ¡67 Parodia de un lugar común oratorio: cf. Damnósratias, Sobre la corona, 249; Contra Conón, 55. il~ DíCEÓPoUs ¿Entonces es verdad que ‘aclaras’ por una mecha de candil? 168 NICARCO Si, porque podría prender fuego al arsenal. DIcEÓPoL¡s ¿Al arsenal, una mecha de candil? NICARCO Así lo creo. DICEÓI’oLIS ¿Cómo? Níc~itco Si el beocio la pone en una típula 169 y la enciende, la podría 920 enviar a través de un regato al arsenal, si espera a que sople re- cio el cieno, y sólo con que alcanzara el fuego a alguna de las naves, al instante quedarían todas envueltas en llamas. DIc1~ÓPoL1s ¡Grandisimo desgraciado! ¿Iban a quedar envueltas en llamas 925 por una típula y una mecha? Níc>.aco Doy fe de ello. ‘~ Ironía basada en el doble sentido de cpctivesv. ‘~ En el y. 920 tI’phE (= sUplul) es nombre de insecto (‘típula’). Pero pro- bablemente designó también un tipo de embarcación que pudiera usarse como brulote, como las que emplearon los siracusanos contra la escuadra ateniense (cf. Tucinmes, VII 53. 4). 98 COMEDIAS LOS ACARNIENSES 99 DícEÓPOus (Al beocio). Ciérrale la boca. (Al esclavo) Dame paja de embalar para que se lo entre- gue empaquetado como cerámica y no se rompa al llevarlo (Le amordazan y envuelven en paja). Str. 929-939 (sist. ia)] CoRn~o [Esc. lir. 929-951 Empaquétale bien, buen hombre, la mercancía al extranjero. para que no la rompa al llevarlas DícEÓPOUs Eso corre de mi cuenta, puesto que, como sifi¿era a cascarse con el fuego, cruje sin parar y de forma, además, aborrecida por los dioses. Coan~no ¿Qué uso hará de él? D¡CEóPous Le será un recipiente útil para todo cratera de males, mortero de pleitos, candelabro para ‘aclarar’ incursos en rendición de cuentas, y copa para revolver los asuntos 170., CORIFEO FASIr. 940-951 Pero, ¿ cómo se podría estar confiado usando en casa cacharro semejante, que siempre está crujiendo tanto? DICEÓFoLIs Es sólido, buen hombre, de modo que jamás se rompería, ni aunque se le col gara de los pies cabeza abajo. CORIFEO 940 945 (Al beocio) Ya lo tienes bien empaquetado. Bnoc¡o Ya recullo la ganancia. CORIFEO Excelente extranjero, recójela sin dejar nada. Agarro a éste y aplicalo a lo que quieras, pues te llevas un sicofanta para todo 171~ 950 DICEÓPOLIS [Esc. dial. 952-970 (3 ia) Trabajo me costó empaquetar a este maldito. Beocio, agarra y levanta el cacharro. Bnocío Isménico, ven y abaixa la espalla (le carga al sicofanta). ‘~ El triptír era la vasija que recogía el liquido procedente de la tritura- ción de las aceitunas o las uvas. El genitivo d,kón en vez de eMrI,u es un apros- dóklton. Con k9lix y enkylc~2sthai se esperaría pharmdlcón ‘medicinas’ y no x~á’yjsara. DeIrda de x1)X¡~ falta una secuencia ydmbica que completarla el dimetro. A efectos de traducción optamos por la lección de Al’ (ia ~spáy~urra), que evidentemente es una corrección del xci ~sgáy~scsr« que ofrece R para dar algún sentido. DícEÓPOus Procura transportarlo con cuidado. De todas formas no te vas a 955 llevar nada bueno, pero, aun así, llévatelo. Si sacas algún pro- 17~ El texto ofrece dificultades de interpretación. 930 935 100 COMEDIAS LOS ACARNIENSES 101 vecho cargando con ese bulto, serás afortunado, al menos en lo que respecta a los sicofantas. (Mientras el beocio se marcha sale un criado de caso de Lámaco). CRIADo DE LÁMACO ¡Diceópolis! DIcEÓPoLI5 ¿Quién es? ¿Por qué me llamas a gritos? CluAno ~o ¿Por qué? Lámaco te pide que le des por esta dracma para la fiesta de las Jarras 172 parte de los tordos; y por tres dracmas te pide una anguila del Copais. DícnÓpous ¿Quién es ese Lániaco que quiere la anguila? CRIADO 965 El terrible, el invulnerable, el que blande la Gorgona y «agita tres penachos que proyectan larga sombra» 173 ‘~ El segundo día de las Antesterias, fiestas en honor de Dioniso Leneo, era llamado Jarras’ (Chóes) y consistía en un concurso de bebedores. Tenía lugar el 12 del mes de Antesterion ylos participantes debían ilevar consigo sus provisiones. ‘~ Limaco es descrito con epítetos homéricos (ra>m)~ivov xo>~epum~v referido a Ares, IL V 289, XX 78, XXII 267) y de Esotm.o (Siete 379: ~el~ xarcsaxLov; X&pov~ oeirs, apropósito de Tideo). El texto del y. 965 debe ser corregido en xQcsfiaLvwv ~4 xnamdov~ )~óq>ou;, como indica más abajo (y. 967) la expresión io<~~ >~óqoti; xQa&uvérw. Hay probablemente una alusión a la pedantería de Umaco, que dio a su hijo el nombre de Tideo (cf. JG IP. 1556, 30). DíCEÓPOUs No se la vendería, ¡voto a Zeus!, ni aunque me diera el escudo. Que agite los penachos sobre una loncha de arenque. Y si alza la voz (señalando las correas), llamaré a los ediles del mercado. Que yo voy a coger para mí solo este fardo y a entrar en casa 970 «bajo las alas de tordos y de mirlos» 174 (coge el saco y entra). CoRo (Cto. 971-999 (paeon + 4tro) SIr. 971-987] Viste, viste, ¡oh! ciudad entera, la sensatez y supersabidurio de este hombre, y cuántas mercancías, por haber hecho la tregua, tiene para comerciar: unas útiles para la casa, otras pintiparadas para comerlas calentitas. Espontáneamente toda clase de bienes se le agencian. Ya nunca más daré acogida en casa a Combate, ni cantará jamás reclinado conmigo el Harmodio 175; por ser hombre de mal vino, pues cuando iba de jarana a casas de todo bien provistas mil fecho rías perpetraba: derribaba las mesas, derramaba el vino, peleaba; y encima, aunque se le insistiera diciendo: «sigue reclinado y bebe, toma esta copa de amistad», echaba todavía más rodrigones al fuego y derramaba, violentándonos, el vino fuera de las vides I76~ Se ha provisto de alas para irse a y a la vez se muestra muy ufano. Como .indicio de su abundancia 975 980 985 ‘7~ La forma dialectal hyp<~i (it. hypó) y el gen. dórico k¡chldn permiten suponer una parodia de un pasaje lírico. ‘~ El célebre escolio (cf. BERGK, Poetae Lyric¿ Graecí III, pág. 646-647) aludido también en el y. 1099. ‘~ A saber, el vino contenido en potencia en las vides que se pierde al ser taladas éstas. ‘~ En el texto, eptérótal (y. 988) ‘se ha provisto de alas’ alusivo a las aves que se lleva Diceópolis a casa. II 1 102 COMEDIAS ha tirado estas plumas delante de su puerta. ¡Oh! Reconciliación, criada junto con la hermosa Cipris y las Gracias queridas. 990 ¡Qué bello era tu rostro y yo no lo advertía! ¿ Cómo podría unirme contigo algún Amor~ cual el del cuadro ~ que tiene una corona de flores? ¿ Tal vez me estimas demasiado viejo? Pero, site agarrora, creo que aún te echaría . -. tres cosas: ~s primero plantaría una larga hilera de cepas recientes; luego, retoños nuevos de higuera junto a ella, y en tercer lugar~ un vástago de parra 179; si, yo, este viejo, y en torno o la finca pondría a la redonda olivos, para ungirnos con su producto tú y yo en las lunas nuevas. 1000-1007 (3 ia)] HERALDO [Esc. strr. 1000-1142 í~ Oíd, gentes. Según la costumbre de los antepasados bebed las jarras al toque de trompeta. Y el que la apure primero, recibirá un odre como la barriga de Ctesifonte’80 (se retira). DlcEÓPous (Saliendo de su casa y quedando a la puerta) Chicos, mujeres, ¿no habéis oído? ¿Qué hacéis? ¿No estáis oyendo al heraldo? 17a Segtln el escoliasta, se trata de un cuadro de Zeuxis del templo de Afrodita en Atenas que representaba a Eros en la figura de un niflo coronado de rosas. ‘7’ En el y. 994, ~r~oofrxXelv tiene un sentido ambiguo (cf. isQoo~oM ‘abrazo’). En el y. 995, eitUai es igualmente ambiguo (&>auvetv lo emplea Aristófanes por frveiv). En el y. 997, adoptamos la corrección 8a>ov de Bunck (vástago’). La distinción entre &pne)~~ (y. 995) y 1’IJA2QL~ (y. 997) nos hace pensar que esta dltiina se refiera a una parra y no a una vid cultivada’, ya que de vides cultivadas en uno y otro caso se trata. ‘~ Como premio a quien primero vaciara su jarra se entregaba una corona de hojas y un odre de vino. En el texto &oxov Kti~otqbvco~ ‘cl odre de Cte- sifonte’ alude a la abultada barriga de este personaje. r LOS ACARNIENSES 103 Coced, asad, dad la vuelta, retirad las tajadas de liebre, pronto, íoos trenzad las guirnaldas. Trae los espetones para que ensarte los tordos. Str. 1007-17] CoRo (Cto. (sist. is) ¡Cómo te envidio, hombre, por tu buena determinación o, mejor dicho, por la buena vida que te estás pegando! 1010 DICEÓPoUs ¡Qué diréis después, cuando veais asarse los tordos! CoRo También en esto creo que tienes razón. Dicuópous (A un esclavo) Atizo el fuego. CoRo tois ¿ Oíste cuán cocineril, refinada y banqueterilmente ISI se está sirviendo? (Entra un labrador sucio y harapiento) 1018-1036 (3 is] LABRADOR ¡Ay! desgraciado de mí. Díc¡~Ópous ¡Heracles! ¿Quién es éste? ‘~‘ Ensayamos reproducir la rima entre payeLQu«b~ y 6eurvt1w«T~ acu- fIado ex profeso por Aristófanes (vv. l0lS-1016). Un hombre desdichado. 104 COMEDIAS LABRADOR DICEÓPOUS Entonces, toma tu camino a solas 182• LABRADOR 1020 Queridlsimo amigo, ya que sólo tú tienes treguas, dame una medida de paz, siquiera de cinco años. DícEÓPous ¿Qué te ocurrió? LABRADOR yunta de bueyes. ¿Cómo? DícuOPoLís LABRADOR Estoy hecho cisco: perdí mi Se los llevaron de File ¡83 los beocios. DícEópoLís ¡Grandísimo desgraciado! ¿Y encima te vistes de blanco? 184~ LABRADOR 1025 Y te lo aseguro, ¡por Zeus!: era la pareja que me mantenía en la abundancia ... de boñigas 185 ‘~ Expresión formularia, cf. Nubes 1263. 183 File estaba en la frontera de Atenas y Beocia. ‘“ El color del luto era el negro. “~ Se hubiera esperado &v tdot &yci0ot~ y no &v itóci ~o?~or (y. 1026). L LOS ACARNIENSES 105 DicnÓ~ous Entonces, ¿qué necesitas ahora? LABRADOR Tengo los ojos perdidos de llorar por los dos bueyes. Si tienes alguna consideración a Dércetes 186 el Filasio, úngeme pronto con paz en uno y otro. DIcEÓPOLIs ¡Desgraciado!, no ejerzo de médico público. 1030 LABRADOR Anda, te lo mego, a ver si recupero de algún modo mis bue- yes. DícEÓPoLIs Imposible. Vete a llorar a los ayudantes de Pítalo ‘~. LABRADOR Al menos, échame una gota de paz en este canutillo. DIcEóPous Ni una pizquinina. Ve con tus quejas a otra parte. LABRADOR ¡Ay! desdichado de ml. ¡Qué pena, mis bueyecitos de labor! 1035 (se va). ‘~ El nombre de Déitetes (cf. de’rkomaí), en uno que ha perdido la vista, es irónico. 187 Uno de los médicos públicos, mencionado también en y. 1222 y Avisp. 1432. 106 COMEDIAS LOS ACARNIENSES 107 Co~o Este tío le ha tomado gusto a las treguas, y no parece que vaya a compartirlas con nadie. PAD¡w’~o Y pide que, agradecido por ellas, le escancies en este esenciero sólo una pizca 188 de paz, para no ir a la guerra y quedarse en casa jodiendo. DícEóPouS (A un esclavo) Echa miel en la longaniza. Asa las sepias. CoRo ¿Oíste esos gritos? Dícnó~ous Asad las anguilas. CoRo Me matarás de hambre, a mí y a los vecinos, con el humo y las voces que das diciendo cosas semejantes. 1047-1142(3 ja)] DícEóPouS Asad eso de ahí y dejadlo bien doradito (Entran un padrino y una madrina de boda). PADRINO ¡Diceópolis! DícEÓPouS ¿Quién es éste? ¿Quién es? DIcEÓPC>US Aparta, aparta las tajadas y no me las ofrezcas, pues no la es- ¡055 canciaría ni por diez mil dracmas. (Reparando en la madrina) Pero ésta, ¿quién es? PADRINo La madrina de la novia, y pide decirte de su parte unas palabras a ti solo. DícEÓIouS (A la mujer llevándose la mano a la oreja) Vamos a ver ¿qué me dices? (la mujer cuchichea algo) ¡Qué risa da, ¡dioses!, la petición de la novia! Tanta insistencia para pedirme que se ío~o quede a mear en casa la picha del marido 189~ ¡Ea! trae acá las treguas, para que le dé sólo a ella, porque es mujer y no es cul- pable de la guerra. (Un esclavo saca un odre) Ven acá, mujer, y sostén por debajo aquí el pote de los ungtientos ¿Sabes cómo se hace? Explicasela a la novia: cuando recluten a los solda- 1065 dos, que unte de noche con esto (vierte un poco de vino) el pijo del marido (la mujer se va. Al esclavo) Retira las treguas. Trae el cacillo del vino, que voy a escanciarlo para la fiesta de las Jarras 1~0 (entra un mensajero). PADRINO loso Te envía un recién casado estas tajadas de carne de la boda. DícnÓ~ous Hizo bien, quienquiera que sea. 188 El texto dice un ‘ciato’ (xúct0ov), y. 1053, la 1/24 parte del XotvL~ (unos 45 cm3). Cf. y. 814. 189 El otxoi,~ del y. 1060 iXta0’ ‘AQpÓ&’, 0<, ~ itw téOvipccig. Al unirse la negación al nombre propio, la palabra ante- rior pasaba a entenderse como neutro plural. El Harmodio aquí mencionado, de aficiones heterosexuales muy distintas al de la tradición, probablemente es, como sugiere Sommesstein, Harmodio de Afidna, un contemporáneo de Aria- tófanes, de la misma familia del tiranicida. Sobre el empleo de la exclamación ‘O q>iX~crr’, cf. D. B. GREGOR, «‘O q(Xtcr~’«, CR n.s. 7 <1957), 14-15. ‘~ Evocación cómica del refrán spei2de bradb3s ‘apresúrate despacio’. 110 COMEDIAS LÁMACO ¡Desdichado de mí ‘~~! DícEÓPOus ío9s Claro (setialando el escudo) ¡Te hiciste pintar encima esa Gor- gona 196 tan grande! (A un esclavo) Cierra la puerta y que al- guien coloque la comida en la cesta. LÁMACO Chico, chico, sácame afuera el macuto. DIcEÓPoLIs Chico, chico, sácame afuera la cesta. LÁMACO Trae sal con tomillo y cebollas, chico. D¡cEÓPous ííoo Y a mí unas lonchas de pescado: aborrezco las cebollas. LÁMACO Chico, trae acá una hoja de higuera con algo de conserva ran- cia. DícEóPous Y a mí una hoja de higuera con un trozo de manteca. Guisaré alil. ~ Sommerstein, basíndose en que xai ydQ es una réplica elipdca a algo dicho anteriormente (‘claro, porque’), acepta la sugerencia de D. S. Roemno~ de que hay una laguna en el texto. A la exclamación xc¡xo6a4uov &yt~ de U- ¡naco (y. 1094) seguiría algo así como «b~ peycO~a xsQL~á>J.8L ~ ~i,arin~jta~a> (~ El corego estaba moralmente obligado a invitar a un banquete al coro después de la representación (cf. Paz 1356-1357, Asambl. 1181). El problema ea saber si el coro se refiere aquí al propio Aristófanes, a un coro de Aristófa- nes, o a un grupo determinado de coreutas. que pudo representar una comedia de éste o de otro comediógrafo con anterioridad. Lo primero no es probable, ya que en todo el contexto el coro se expresa como viejos acamienses. De op- tar por la segunda posibilidad, habría que pensar en la existencia entre Los co- mensajes, Los babilonios y nuestra pieza, de una comedia perdida representa- da en las Leneas del 426, como C. E Russo, Arustofane autora da teatro. Pirenze. 1962, pág. 26 y sa., y 5. HALUWELL, irwóv, entendiendo que es Limaco quien habla. 210 Todo este pasaje es una parodia de los relatos de los mensajeros de la tragedia. Los fugitivos probablemente son sus propios soldados. 118 COMEDIAS LOS ACARNIENSES 119 Pero lo que sería para dar ayes de dolor es que Diceópolis me viera maltrecha y encima se burlara de mis desventuras. (Entra Diceópolis agarrado a dos heteras) D¡cEÓPoL¡s ¡Ayayay! ¡Qué teticas! ¡Qué duras y melocotonudas!21’ Besadme blandamente, mis dos tesoros, con la boca bien abierta, a cerrojazo. Pues he sido el primero en apurar la jarra. LÁMÁco ¡Oh! triste azar el de mis males. ¡Ay! ¡Ay! heridas dolorosas. DIcEÓPoLIS ¡Eh! ¡Hola! Lamaquipito 212• LÁMACO ¡Aborrecible, mi sino! DícEóPous (A una de las heteras) ¡Qué besos me das!2t3 211 En realidad lcyd&¡ía (y. 1199) son ‘membrillos’. 212 El segundo elemento de los compuestos en -hippos propios de la ono- mástica de la nobleza, se degrada aquí con el diminutivo (Lamach4ipion. y. 1206) apuntando burlonamente a la forma de cabalgar en que Limaco es traí- do por la pareja de soldados. 213 El pronombre den este verso (1207) y más abajo (1209) no tiene valor interrogativo sino exclamativo. Se trata de acusativos intemos abreviados. Re- cuérdese que el griego carece de signo gráfico para la exclamación, cf. L. Gn., fueran hombres, se darían a la mar in- mediatamente con los refuerzos pedidos para sacar de apuros a los suyos; que él personalmente, si fuera general, así lo ha- ría. Toméle entonces Nicias la palabra y se ofreció a resignar 1 COMEDIAS 126 el mando de la expedición en su persona. La Asamblea, entre divertida y complacida, acepté la propuesta poniendo a Cleón en el aprieto de asumir el compromiso, so pena de arruinar su carrera política. Y así lo hizo, con la jactanciosa promesa ade- más de traer en veinte días vivos o muertos a los espartanos de Esfacteria. Llegados a Pilo con grandes refuerzos, cuando Demóstenes estaba ya a punto de poner en ejecución su plan de ataque, de- sembarcaron ambos en el extremo sur de la isla, cogiendo de sorpresa a los defensores, y pese a la dura resistencia esparta- na, lograron capturar a los supervivientes, que se llevaron pre- sos a Atenas. El entusiasmo de los demócratas radicales, al ver cumplida la promesa de Cleón, fue enorme. Al demagogo se le concedieron los máximos honores, la alimentación a expensas públicas en el pritaneo y asiento de preferencia en el teatro, a lo que aluden los vv. 281, 575 y 702-704 de nuestra pieza. A los prisioneros se les puso a buen recaudo con la amenaza de pasarlos a cuchillo, si los espartanos invadían de nuevo el Ática. Las embajadas espartanas que llegaban con ánimo de discutir su liberación eran despedidas por el triunfalismo del ambiente. A finales del verano del 425 la caballería ateniense había tenido una brillante actuación en el desembarco en Soligea, al poner en fuga a los hoplitas corintios con unas pérdidas casi del cuádruplo de las sufridas por el cuerpo expedicionario mandado por Nicias. Sin embargo, el éxito de la empresa no fue comparable al obtenido en Pilo por Cleón y Demóstenes, ya que el general que la dirigió no fue capaz de tomar el mon- te Soligeo y el pueblo de Soligea, fracasando con ello el objeti- yo estratégico de aislar a Corinto del puerto de Céncreas, en el golfo Sarónico. La comparación entre los resultados consegui- dos en una y otra campaña surgirían espontáneamente, acre- centando la rivalidad existente entre las diversas armas ate- LOS CABALLEROS 127 nienses. Téngase en cuenta que los caballeros constituían la se- gunda clase censitaria de la constitución soloniana, en tanto que los hoplitas y las tripulaciones de la flota pertenecían a los estamentos más bajos de la población. Si por su misma posi- ción económica los caballeros tenían una mentalidad conserva- dora que les ponía en guardia contra los excesos demagógicos de Cleón, por un pasaje de Los acarnienses (vv. 6-7) hay cons- tancia de un enfrentamiento colectivo de esta clase con él~ . La hostilidad de los caballeros a su persona, la de los campesinos a los belicistas, cuyo líder era Cleón, y el escándalo de la gen- te sensata por la indebida apropiación de una victoria que en realidad correspondía a Demóstenes, creaban el clima de opi- món en el que Aristófanes se apoyé al componer esta pieza y que da razón de su éxito. En la figura del Paflagonio/Cleón el poeta pone, inmiseri- corde, en solfa al arribista político, al general de ocasión y al individuo sin escrúpulos. Como estratego el demagogo se re- viste de galas que no son suyas y se atribuye méritos ajenos. Como político es un traidor que sólo mira a su medro personal, practica la extorsión, acepta sobornos ~, engaña al pueblo con oráculos y míseros halagos como el trióbolo; despliega una oratoria truculenta y halaga las bajas pasiones, la agresividad y la codicia del pueblo. Como persona es un depravado indecen- El escoliasta, basándose en Teopompo, explica que Cícón recibió de los ‘isleños’ cinco talentos con el compromiso de persuadir a los atenienses de aligerarles su tributo anual. Los caballeros, enterados del caso, desbaratarían el acuerdo. Aunque la referencia es dudosa, tampoco tienen mayor fundamen- to las hipótesis que se han adelantado para explicar este verso: que Cícón trató de rebajar en esa suma el misthós (‘soldada’) de los caballeros y que éstos lo- graran imponerse a su propuesta, o que trató de aumentar en dicha cantidad el tributo de los isleños y que los caballeros se opusieran a ello. ~ En el y. 932 se insinúa que se proponía recibir un talento de Mileto y en el 835 que aceptó una suma superior a las cuarenta minas de Mitilene. 128 COMEDIAS LOS CABALLEROS 129 te, al igual que todos los demagogos. Lo que haya de verdad en este retrato despiadado debe ponerse en duda, pues ya en el prólogo de Los acarnienses nos referimos al tiento con el que debe emplearse la comedia aristofánica como documento his- térico. Pero no sería justo dejar de notar que en el caso de Cleón, a diferencia de otras ovejas negras del cómico, como Eurípides y Sócrates, las coincidencias de Aristófanes con otros testimonios contemporáneos y posteriores, como los de Tucídides, Éupolis, Aristóteles ~, Eliano y Plutarco penniten forjarse una imagen poco halagueña del personaje. Desde el punto de vista literario, Los caballeros constituyen un caso aparte, en lo que a la organización dramática se refiere, dentro de la producción aristofánica. El conocido esquema de ~ Tucídides coincide con Aristófanes en presentar a Cleón como hombre muy violento y persuasivo (III 36, 6) y como partidario de proseguir la guerra, a fin de no quedar al descubierto como malhechor y perder crédito en sus ca- lumnias (V 16, 1). Éupous. fr. 308 Kock, se refiere a las muchas penas que causó el demagogo a la ciudad. AiusiÚ¡vias (Const. de los aten. 28) afirma que fue el principal corniptor del pueblo, y el primero en dar gritos, insultar y per- der la compostura al hablar en público. Purr~.sco hace frecuentes alusiones a Cícón en la Vida de Nicias, coincidiendo en lo fundamental (vulgaridad, auda- cia, demagogia, falta de decoro) con las fuentes anteriores. Ninguna de ellas, sin embargo, le acusa a Cleón de venalidad, como Aristófanes en nuestra pie- za. Esta imputación se encuentra en ELIANO (Var Hist. X 17) y en Schol. Luc., hm.., 30. Pretender rehabilitar la figura de Cleón, como T. A. Dosav, «Aria- tophanes and Cleon», Greece & Rome 25 (1956), 132-139, quitando credibili- dad al testimonio del cómico y al de Tucídides, por tener ambos motivos per- sonales de enemistad con el político, y al de Aristóteles (al que habría de añadir el de la escuela isocrática) por pertenecer a una tradición adversa a la democracia, nos parece excesivo. En ausencia de datos contrarios fidedignos (la única alusión favorable a su figura es la de DEMÓSTENas, Boeot. de dote 25), hay que respetar el consensusfonriwn. Viene a dejar las cosas en su pun- to la disertación doctoral de H. L¡ND, Der Gerber Kleon re den ‘Riaem’ des Aris¡ophanes. Studíen zur Demagogen Kom¿Jd¿e (StwL zur klass. Phd. hrsg. y. M. von Albrecht), Frankfurt am Main-Bern-New York-Paris, 1990. situación conflictiva, ocurrencia genial, agón, ejecución del plan y ejemplificación de sus beneficiosos resultados tras la parába- sis, no funciona. En su lugar, si no fuera por el sentido técnico que ha adquirido el termino, se podría decir que la pieza entera es un agón continuo que sigue inmediatamente a la exposición del conflicto y a una párodo reducida a la mínima expresión. En el prólogo (vv. 1-246) se hace un trasunto dramático de la situación conflictiva en que, a juicio de Aristófanes, se en- cuentra Atenas, transfiriéndola de la esfera pública de la pólis a la privada del oíkos. Dos esclavos de Demo, un viejo atrabilia- no y caprichoso, se quejan amargamente de las desgracias que sobre ellos se abaten continuamente por las malas artes de un compañero de esclavitud recién comprado, el Paflagonio, que le tiene sorbido el seso por completo al amo. Si el valor simbó- lico de Demo como personificación del démos ateniense era evidente, tampoco el público tardaría en reconocer qué perso- najes representaban ambos esclavos en su calidad de servidores públicos, porque Aristófanes se encarga bien de dar las claves necesarias para su identificación. El primero que toma la pala- bra (el llamado ‘doméstico primero’ en los manuscritos) es el general Demóstenes, a quien Cleón había ‘arrebatado’ la victo- ria de Pilo (vv. 54-57) y que el cómico describe con rasgos tan personales como el descreimiento religioso (y. 32) o la afición al vino (vv. 85, 90-95, 105), que por ser de dominio público lo harían inconfundible. El ‘doméstico segundo’ no es otro que Nicias, retratado también con insólito realismo con las notas más salientes de su carácter: la timidez (vv. 16-18), el escapis- mo (vv. 21-25), la religiosidad (vv. 30-33), el pesimismo (vv. 34, 111-112) y la sobriedad (vv. 87-88, 97)6, que nos son cono- 6 De las coincidencias en la caracterización del personaje en las fuentes me ocupé hace muchos años (cf. «La semblanza de Nicias en Plutarco», ECIJs. VI, núm. 35 [19621, 404-450). Mi acuerdo con la identificación de los 130 COMEDIAS LOS CABALLEROS 131 cidas por otras fuentes. Facilitaría la identificación el hecho de que posiblemente ambos portasen una máscara que caricaturi- zase sus rasgos, como inducen a creer los vv. 230-231. Tampoco era dudoso el personaje encubierto bajo el disfraz del Paflagonio, pese a no aparecer caracterizado, como De- móstenes advierte, al no haber querido hacer por miedo «nin- gún fabricante de máscaras una que se le pareciera» (vv. 230- 231) ‘. El apodo teatral, un étnico (‘natural de Paflagonia’, territorio situado en el N. de Asia Menor) como tantos otros nombres de esclavos, se lo sugirió a Aristófanes su semejanza fónica con el verbo paphlázein ‘bullir’, ‘borbotear’ (cf. y. 919). Y aunque el nombre de Cleón no aparece hasta muy avanzada la pieza y una sola vez (y. 976), el espectador inteli- gente, como el propio Aristófanes avisa (y. 233), no tardaría en descubrirlo bajo esa máscara. Las constantes alusiones a su ac- tuación política y a su oficio de curtidor (cf. vv. 44, 59, 104, 136, 197, 203, 376, 449, etc.) lo hacían fácilmente reconocible. Dos verbos dan la clave de la primera, taráttein ‘perturbar’, ‘agitar’ y kykdn ‘machacar’, ‘majar’, en un lenguaje figurado que ha estudiado detenidamente Lowell Edmunds 8~ El Pafla- gonio/Cleón es como el viento que ‘agita’ a la vez la tierra y el criados de M. LANDFESTER, Die Rítier des Aristophanes, Amsterdam, 1967, págs. 13-14 y A. H. SOMMERSTEIN «Notes on Aristophanes’ Kn¡ghss», CQ 30 (1980). 46-56 en págs. 46-47 y en Aristophanes, Knzgh¡s. Warminster, 1981, págs. 2-3, es total frente a las reservas de K. J. Davea, «Portraits-Masks in Aristophanes» en H.-J. NEWIGER (ed.), Aris¡ophanes und dic alíe Komodie, Darmstadt 1975, 155-159. y de V. TAMMARO, «Demostene e Nicia nei ‘Cava- lien’», Eikasmos 2(1991), 143-357. ~ Con ingenio V. Tammaro (art. cit.) supone que la gracia de la presenta- ción escénica de Cleón, que era más bien feo, estribaría en adjudicarle una máscara horrible. 8 «The Aristophanic Cleon’s disturbance of Athens», AJPh 108 (1987) 233-263. El autor ha reelaborado este extenso artículo en su monografía Cleon, Knights, andArisíophanes’ po¡it¡cs, Lanham-New York-London, 1987. ¡ mar (y. 431), un viento de sicofancias (y. 437), un ‘tifón’ (y. 511). Su caracterización metafórica se encuadra, por un lado, en el contexto tradicional de la nave del estado, desestabilizada por las siáseis o facciones que adoptan los vientos políticos cuando soplan recios; por otro, en la más moderna oposición ideológica entre la polypragmos5n~ de la democracia radical y la apragmos~n~ a la que aspiraban los aristócratas, tanto en la vida privada (cf. vv. 261, 265), como en el plano político na- cional e internacional. Un ideal de tranquilidad y paz inalcan- zable en la Atenas sacudida por la incesante actividad y entre- metimiento del demagogo que no dejaba margen alguno al sosiego. Y así su correlato cómico el Paflagonio/Cleón es des- crito como una mano de almirez que ‘maja’ —en el sentido me- tafórico de incordiar o molestar que también tiene en español el término— a todo bicho viviente (y. 984) o un cucharón (ibid.) que se mete en cualquier caldo; o mejor aún, como un borbo- rotáraxis ‘removedor de fango’ (y. 309) que saca su provecho, como los pescadores de anguilas, a río revuelto. El modo de salir de miserias y de escapar de la opresión del Paflagonio no son capaces de encontrarlo ni el más decidi- do, ni el más tímido de los esclavos. El héroe cómico no será esta vez, como en otras piezas, el creador de su destino a la manera de un Diceópolis, sino el destino el designador del hé- roe cómico. Un oráculo que Nicias arrebata al Paflagonio mientras duerme da cuenta del pasado político reciente de Ate- nas y revela su futuro inmediato, en una línea descendente de degradación. El poder ocupado sucesivamente por un vende- dor de estopa (y. 129), otro de borregos (y. 132), y un último de cueros, el Paflagonio, le corresponderá después a un vende- dor de morcillas. Y como traído de la mano por los dioses apa- rece uno en la escena al punto de leerse el oráculo. Los personajes enumerados en éste podían identificarse con la misma facilidad que los actores. El vendedor de estopa 132 COMEDIAS LOS CABALLEROS 133 y el vendedor de borregos, son respectivamente, como infor- man los escolios, un tal Eucrates y un tal Lisicles ~. En cambio, no encuentra correlato alguno en la realidad histórica el Morci- llero, como genuino títere cómico que es nacido de la imagina- ción aristofánica. Un enigma supone que no revele su nombre hasta el y. 1257, cuando su triunfo sobre el Paflagonio está asegurado y se encuentra a punto de cumplirse su misión sal- vadora. Y no menos enigmático es que, si dicho nombre, el de Agorácrito 10, guarda estrecha relación con el resto de la pieza, la entidad dramática del personaje cambie radicalmente cuan- do su nombre se revela. El Morcillero es un producto del ágora (‘plaza’, ‘mercado’) como le recuerda Demóstenes (y. 181): en ella se ha criado (y. 293) y educado desde niño (y. 636); sus di- vinidades protectoras son el Hermes (y. 297) y el Zeus del mercado (y. 500) y el adjetivo que mejor le define es el de agoralos ‘hombre del mercado’ (y. 218) 11~ Y sin embargo, al final de la pieza (y. 1319 sigs.) no sólo se muestra capaz de acabar con la tiranía del Paflagomo, sino de devolver su juven- tud a Demo cociéndole y quitándole de encima la vejez que le afeaba, como costra de suciedad adherida al cuerpo y a la men- te. De villano del montón, de pícaro procaz y sin escrúpulos, el Morcillero se trueca en un taumaturgo casi divino, como si a la postre diera muestras de unos poderes y de una naturaleza has- ta ese momento deliberadamente ocultos. Es ésta la solución que da Landfester 12 a la inconsecuencia en el carácter del per- sonaje. El Morcillero/Agorácrito es el salvador que aparece. ~ Pmsopographia Attica, cd. Kirchner, n« 5759 y 9417. lO SoMMaRsraIN, Aristophanes, Knights, Warminster, 1981, pág. 209, re- cuerda que es un nombre griego, pero que no está atestiguado en Atenas. ¡ Parece como si Aristófanes hubiera reinventado el nombre, cuyo senti- do etimológico es el de ‘elegido por la asamblea popular’, en el de ‘discutidor en el mercado’; cf. SOMMERSTEIN, ad. loc. 12 Die Ritier des Aristophanes, Amsterdam, 1967, págs. 36, 92-94. como enviado por la divinidad (y. 147), cuya epifanía, aludida en los versos 149 y 458, es saludada en el y. 1319 de una ma- nera solemne por el coro. A la postre queda en claro que la aparente abyección del personaje era un disfraz y con ello se resuelven algunas contradicciones perceptibles en la primera parte de la pieza, como la de que el coro de los caballeros se ponga inmediatamente de su parte desde el momento mismo de su aparición en escena, y la de que se incluya a sí mismo entre los pretendientes de Demo kalói re kagaíhói (y. 735), en contraposición con los indignos «vendedores de lámparas, cor- deleros, zapateros y curtidores» (y. 738), a los que Demo otor- ga atolondradamente su favor. ¿Cómo podría expresarse así un vil canalla con un oficio harto menos noble? Otras hipótesis se han sugerido para dar razón de la incon- sistencia dramática del personaje. E.-R. Schwinge 13, por ejem- plo, sostiene que el Morcillero en las primeras escenas de L La vieja trirreme le alda . Cartago. La reacción no se hace esperar. Una trirreme, recién construida y sin botar4’ (y de ahí que el poeta, comparándola con una virgen, precise que no había tenido contacto con varo- nes, un plural representativo de la tripulación) proclama que, antes que prestarse a tan loca aventura, prefiere envejecer co- rroída por la carcoma, o navegar42 hasta el templo donde Ci- món43 había depositado los restos de Teseo” o hasta el de las diosas venerables (las Euménides) para tomar refugio como suplicante. ¿Qué puede haber de realidad histórica en esa supuesta aventura cartaginesa? Como en el y. 174 se le promete al Mor- cillero el dominio de Cartago, hay quienes estiman el proyecto de Hipérbolo una pura invención de Aristófanes: p. ej. G. E. M. de Ste. Croix ~ Pero no parece ser éste el caso. Que Atenas as- piraba a hacerse con el dominio del Mediterráneo occidental, paraío que era preciso tener primero el de Sicilia y el de Carta- go después, es algo que consta en las fuentes. El alio en que se representaron Los caballeros regresó la primera expedición na- val a Sicilia, con escasos resultados (cf. Tuc., IV 63, 3-4). An- 41 Aristófanes la llama ‘Naufante hija de Nausón’, con nombres parlantes relacionados con la navegación, aunque, como hace notar SOMMERSTEIN, Aris- ¡op/tanes, Knigh¡s, Warminster, 1981, pág. 213, no se solfa dar este tipo de apelativos a las naves de guerra. 42 Parece aludirse aquí al tópico ‘navegar por la tierra, caminar por el mar’ alusivo a la abertura de un canal en el monte Atos y al puente de barcas en el Helesponto construido por Jerjes. ~3 Cf. Purr., Tes. 36, 2-3, Cim. 8, 5-7. 44 No se trata del templo denominado actualmente Theseion, que en reali- dad es un Hefais¡e¡on, sino de un santuario situado al SE. de la Acrópolis (cf. PAus., 117, 2), en el que se refugiaban los esclavos que pedían ser vendidos a otro amo (cf. ARISTOI’., fr. 567) y donde la gente humilde buscaba protección contra los poderosos (Pun~., Tes. 36, 4). ~ 77w origmns of ¡he Peloponnesio.n war, Ithaca, New York, 1972, pág. 222. 150 COMEDIAS LOS CABALLEROS 151 tes de la llegada a Siracusa de la gran expedición del 414, Her- mócrates advertía a sus conciudadanos de que los cartagineses vivían con el temor continuo de un ataque ateniense (Tuc. VI 34, 2). El llevarlo a cabo entraba también en los planes de Al- cibíades (TUC. VI 15, 2). Por todo ello no es ni mucho menos descabellado dar crédito a Aristófanes. El problema estriba en precisar hasta qué punto. No es verosímil que Hipérbolo pro- pusiese enviar una embajada ~ a Cartago para recabar su ayu- da en la empresa siciliana, como consta que se hizo por enton- ces (Tuc. VI 88, 6), pues para semejante misión cien trirremes son excesivas y con una, como en 414, hubiera sido suficiente. Tampoco, es probable que se tratara de hacer una exhibición de poderío naval, como sugiere W. Kraus 47, sino de una expe- dición militar en toda regla. En ausencia de mayor documenta- ción es imposible saber si semejante plan fue sometido a deba- te en la Asamblea. Una posibilidad es que se discutiera en el Consejo y no obtuviera el número de votos necesario para pre- sentar un prabúleuma o ‘borrador de decreto’ a dicha cámara. Otra, que circulara en forma de rumor por Atenas, sin que el supuesto plan llegara jamás a concretarse. Que la idea de apo- derarse de Cartago rondase por la cabeza de Hipérbolo, es har- to verosímil, pues ¿qué interés, si no, tendría Aristófanes en atribuirsela? El éxodo (vv. 1316 y sigs.) consta de dos partes bien defi- nidas: un diálogo solemne en tetrámetros anapésticos del Mor- cillero, a quien ya se debe llamar en justicia Agorácrito, con el Corifeo, y otro en trímetros yámbicos entre Agorácrito y Demo (vv. 1335-1408). La parte anapéstica prepara la epifanía “Cf. el comentario de Dover a Tuc., VI 15.2 en A. W. A. Gowi.a, A. A¡’maaws, K. J. Dovaa, A historica! commenhary ¡o Thucydides y, Oxford, 1981. Arfstophanes’po¡itische Komódien, Wien, 1985, pág. 161, n. 152. de Demo 48~ Agorácrito pide religioso silencio y el cierre de los tribunales —donde siempre se desarrolla una actividad sucia y por tanto contaminante— para que el auditorio pueda entonar un peán en acción de gracias por la transformación de Demo. De feo que era, Agorácrito lo ha hecho hermoso con el mítico remedio que aplicara Medea a su padre Esón ~ el someterlo a una cocción para arrancarle la vejez y fealdad que al modo de costra deformante se le había adherido al cuerpo. Un milagro que asombra al Corifeo, por cuanto que para la mentalidad aristocrática de los caballeros el démos jamás puede ser bello, como ilustra bien el ejemplo del Tersites homérico 5O~ Un mila- gro también, porque rompiendo con los condicionamientos del hic et nunc el Demo que va a aparecer, ya no como dramatis persona sino como personificación del pueblo soberano ate- niense, no es el actual sino el de los viejos tiempos de las Gue- rras Médicas; ni tampoco la Atenas donde reside es la ciudad sitiada y empobrecida por la guerra, sino la ‘reluciente y coro- nada de violetas’ que cantaron los antiguos poetas 51, Vestido al modo arcaico y con la melena sujeta con un broche en forma de cigarra, tal como cuando compartía la mesa con Aristides el Justo y Milcíades, el héroe de Maratón, se hará visible al audi- torio, al abrirse las puertas de su casa, que los espectadores tendrán que figurarse que son los Propileos de la Acrópolis. Saludado por el Corifeo como ‘monarca de los griegos’ (y. 1333), se pone así de manifiesto que la falsa promesa que le hacia el Paflagonio (y. 797) se ha convertido en realidad gra- cias al Morcillero/Agorácrito. Con una condición empero, a “Cf. H. K¡ ¡wacsrr, ~ni ligadas a la clase de los caballeros, mediante la substitución de los caballeros por un di- mos rejuvenecido, es decir, por un orden político donde son innecesanos y que en cierto modo continúa la política de Cleón. ~ Ar¡stophanes’ poh:ische Komódsen. Dic Acharner/ dic Riner. Wien, 1985, pág. 106. Tambi¿n es mucho precisar poner en quince allos la edad de cada muchacha para obtener con la suma de ambas los treinta afios que duraría la tregua, como hace B. H. Kiuur, o. c. (en nota 13), pág. 128. tro, con lo que se quiere visualizar que la posibilidad de hacer las paces y regresar al campo no depende tanto de la actitud del enemigo como del talante propio para negociar. El castigo del Paflagonio (vv. 1397-1401) y la promoción política y social del Morcillero/Agorácrito (vv. 1402-1408) lle- van la p~ripé:eia o ‘reversal’ cómico a sus últimas consecuen- cias. El castigo del primero y el premio del segundo consiste en la inversión de sus papeles, insinuada en diversos momen- tos del desarrollo dramático: el Paflagonio queda condenado a vender morcillas y el Morcillero se sentará en el puesto que ocupaba éste en el pritaneo. Pero a nuestro juicio la pieza ter- mina de una manera abrupta, sin el jubiloso canto, reliquia del kómos, que suele ser de regla en la comedia aristofánica, una singularidad a la que David Welsh 56 ha dado recientemente una explicación satisfactoria. La anomalía se venía explicando, bien por la pérdida de ese canto en la tradición manuscrita ya en época alejandrina, bien porque fuera substituido por gritos y gestos de júbilo 5~, o por cantos tradicionales de alegría que, al no ser de autoría aristofánica, no recogió la tradición. Frente a esto, Welsh opone que la pieza termina así, porque no necesita para nada un canto coral. El breve parlamento de Demo (vv. 1402-1408) que la cierra, contiene la invitación al Morcillero de ir al pritaneo (1404-1405) y la orden de llevar al Paflagonio a ejercer el oficio anterior de su oponente a las puertas de la ciudad, tal como antes había propuesto el Morcillero (y. 1398) para que allí le vean los extranjeros «a quienes perjudicaba» (y. 1408) 58• Aristófanes alude al comportamiento de Cleón en 3’ «The ending of Aristophanes’ ‘Knights’», Hermes 118 (1990) 421-429. ~ Motu el gesíu el clamoribus, cf. Van LEEUWEN, Arisrophanis Equiles, Leiden, 1901 [196821, pág. 239. 3’ W. Ka~ws, o. c., pág. 167, hacia notar que la palabra xénoi era la que por cerrar la pieza se grabarla en el recuerdo del auditorio. Pero, influido por la corriente general, a5adla que quizá la siguieran algunos anapestos. 156 COMEDIAS el asunto de Mitilene, que había criticado en Los babilonios. El respaldo de Demo al Morcillero vendría a darle la razón. Los extranjeros, cuando acudieran en las Dionisias al teatro, verían el justo castigo que se había impuesto al arrogante CleónIPa- flagonio. No es necesario un canto coral. La pieza termina me- jor así. Menos convincentes son las razones que alude Welsh en una apostilla a su estudio ~ donde sugiere que el verbo el¿3báth’, que Aristófanes no vuelve a usar jamás, sería la pala- bra clave que evocaría el recuerdo de Los babilonios. El cómi- co en dicha obra, donde seguramente Cleón aparecía como causante de los males del coro, parodiaría a Heródoto, el cual emplea dicho verbo no menos de seis veces en el relato de la automutilación de Zópiro (cf. 111153-160). Puede ser, pero es imposible comprobarlo. ARGUMENTOS 1 La comedia de Los caballeros está compuesta contra Cícón, el líder político de los atenienses. Se le presenta como un Pafla- gonio, recién comprado, que sirve a Demo y que ha adquirido ante él excesivo predicamento. Cuando dos compañeros suyos de esclavitud tratan de atacarlo y de traer a casa, de acuerdo con ciertos oráculos, a un vendedor de morcillas insigne por su ba- jeza, para que tome a su cargo la tutela del pueblo ateniense, aparecen inopinadamente en su ayuda los caballeros de Atenas en forma de coro. Insultado por ellos, Cleán se irrita, y tras ha- ber quedado en neta inferioridad frente a sus adversarios, en lo tocante a carecer de educación, se precipita a denunciarlos ante el Consejo de haberse conjurado contra la ciudad. Y habiendo corrido el Morcillero tras él, los caballeros hablan por extenso a los ciudadanos sobre el poeta y sus predecesores, así como so- bre los peligros que han compartido con ellos sus caballos en los combates . El Morcillero, tras vencer en el Consejo de un modo muy gracioso a Cleón, de nuevo aparece dirigiéndole in- sultos. Saca de la casa con sus llamadas Cleón a Demo, éste sale y escucha la disputa. Y tras haberse esgrimido muchas ra- zones contra Cleón, como Agorácrito va venciendo muy hábil- LOS CABALLEROS 159 158 COMEDIAS mente con sus tretas y halagos, y también con las exageraciones de los oráculos, poco a poco Demo se deja arrastrar por sus ar- gumentos. Cleón siente miedo y recurre a ofrecer gollerías a Demo, pero el otro se dispone a su vez a hacer lo mismo. Al fi- nal, habiendo reparado Demo en la cesta de cada uno ellos, se descubre que una está vacía y llena la de Cleón, y como así se evidencia que roba las cosas de Demo, le ha de ceder a su rival la administración. Después de esto el Morcillero cuece a Demo y lo muestra con la juventud recuperada. Cleón, cargado con los trastos de Agorácrito es enviado como escarmiento a vender morcillas por la ciudad y a ejercer el oficio de éste. La pieza es del número de las muy bien elaboradas. II 1. Su própósito era el derrocar a Clcón. En efecto, éste que era un vendedor de cueros, ocupaba el poder en Atenas por el motivo siguiente. Los atenienses tenían puesto sitio a una ciu- dad de Pilo, llamada Esfacteria, con los generales Demóstenes y Nicias. Éstos se demoraban y los atenienses montaron en có- lera. Reunidos en asamblea y mostrando su inquietud, se le- vantó un tal Cleón, vendedor de cueros, y prometió traer enca- denados a los enemigos en un plazo de veinte días, si era elegido general, cosa que sucedió. Conforme a sus promesas desempeñó el generalato alborotando la ciudad. Sin poder so- portarlo, Aristófanes hizo representar la comedia de Los caba- ¡¡eros a su nombre, ya que por temor ningún tramoyista hizo la máscara de Cleón. Al principio agachaba la cabeza temeroso, después se dejó ver y dirigió personalmente la pieza. 2. Parece que el prólogo corre a cargo de Demóstenes, quien tras haber puesto su esfuerzo en el cerco de Pilo, fue despojado del mando por Cleón, que había prometido entonces a los atenienses ponerles en bandeja Pilo en un plazo de veinte días. Y lo consiguió gracias a que la mayor parte de la toma la tenía ya preparada de antemano Demóstenes. Se emplea el sí- mil de una casa señorial, cuyo dueño sería el Pueblo, y la casa la ciudad. El prólogo corre a cargo de dos criados de Demo agraviados por Cleón. El coro está compuesto por los caballe- ros, los cuales lograron imponer a Cleón una multa de cinco talentos dejándole convicto de soborno. Dicen que, si uno de los criados es Demóstenes, el otro es Nicias, para que los dos fueran políticos. 3. Se ha de saber que la población de Atenas se dividía en cuatro clases, pentacosiomedimnos, caballeros, zeugitas y jor- naleros’. 4. La pieza se representó en el arcontado de Estratocles, a expensas públicas, bajo la dirección del propio Aristófanes. Obtuvo el primer premio; el segundo, Cratino, con Los sátiros; el tercero, Aristómenes, con Los portadores de ¡ella. 5. La casa es la ciudad; el dueño, el pueblo; los criados, los generales. Se trata de la división censitaria de los ciudadanos realizada por Solón. Los pentakos¡oméd¿mno¿ eran los que recogfan anualmente quinientas medi- das 3. Mftico músico frigio o misio, autor de nó,noi (‘endechas’) que se acom- pallaban con la flauta. 2 No aceptamos el orden de versos propuesto por Hall-Geldart, sino el de Coulon-Van Duele ~btp (‘ladrón’) del nombre del demo Kgo- xL~,aL. j NICIAS ¿La mejor, leñe, la mejor manera de morir como valientes? Lo mejor para nosotros es beber sangre de toro’2. La muerte de Temístocles 13, sin duda, es lo preferible. DEMÓSTENES ¡Por Zeus!, no, sino beber puro el vino del Buen Genio 14~ Tal 85 vez así tomaríamos una buena detenninación. NICIAS Mira tú: ¡Vino puro! ¿Contigo va la cosa de bebida? ¿Cómo un tío puede tomar, borracho, una buena determinación? DEMÓSTENES ¿De veras, tú? Las chorradas las sacas a cántaros de la fuen- te 15• ¿Te atreves a insultar al vino en lo tocante a la imagina- 90 ción? ¿Qué cabe encontrar más eficaz que el vino? Lo ves: cuando beben, los hombres se hacen ricos, tienen éxito, ganan pleitos, son felices, ayudan a los amigos. Anda ya, sácame 95 pronto una jarra de vino, para que riegue mi mente y diga algo ingenioso. ¡2 Los antiguos la estimaban venenosa; cf. HERÓDOTO, III 125, Purno, His:. mit. XI 90, NIcANDRo, Alex¡pharmaca, 315. El verso es una imitación de SÓ,’oa..as, fr. 185 N: &~¿o~ U )~..au<áoet (y. 167), en vez de GLTi~cJeL (tomar alimen- to’) es un oprosdóklton. El verbo denota la práctica de Iafellatio y ¡o hemos traducido con la misma crudeza con que lo entenderfa el auditorio atenien- se. Se juega brutalmente con el tópico de la degradación sexual de ¡os políti- cos. Aceptamos(v. 175) lalccciónyenlugardefi’deR,deacuerdoCoflla Mimada otuervacidn de E. Fm~a¡ÍKH., Beob<¡chtuagen zu Anaophwws, Boina, 1962, pág. 47. Se ¡rata de una ráplica irónica, no de una interropeida. 178 COMEDIAS Moacuxmw No, ¡por los dioses!, que yo sepa, vengo de gente ruin. DEMÓsTENES ¡Oh! bienaventura- do, ¡qué suerte tienes!, ¡qué buena condición la tuya para la política! Moactunto Pero si ni siquiera sé, buen hombre, lo de la escuela, salvo las letras, y encima muy requetemal. DEMÓs1~r’¡us 190 Sólo eso te perjudica: saberlas muy requetemal. El liderazgo del pueblo no le va al hombre instruido, ni al honrado en su forma de ser, sino al ignorante y al corrupto. Conque no dejes escapar lo que te ofrecen los dioses en sus oráculos. MORCilLERO ¿Cómo diantre se expresa el oráculo? DEMÓs1~nnES Bien si, ¡por los dioses!, 195 aunque de un modo enigmático, un tanto enrevesado y sutil (despliega el rollo y comienza a leer): «Mas cuando aprese el aguila ‘cuerol’2’ de corvas garras (6 da) con su pico a la estúpida sierpe bebedora de sangre, entonces ya se echará a perder el salmorejo de los paflagonios 2~ Buena parodia del estilo oracular en el que son frecuentes las parábolas de animales: cf. II. XII 200, Luci>.~o, Jup. trag. 31. La enemistad natural enne e¡ águila y ¡a serpiente la destaca A,usTúrai.ss, Hu¡. oiL X 1,609 a 4. El neo- logismo byrsdietos. que traducimos por ‘águi¡a cueral’ por analogía con ‘águi- la real’ es una clara alusión a Cleón. r LOS CABALLEROS y a los vendedores de tripas la divinidad otorgará gran gloria, si no prefieren seguir vendiendo morcillas». 179 200 MORCILLERO Y ¿qué tiene que ver conmigo eso? Explícame. DEMÓSTENES El águila cueral es el Paflagomo (señalando la casa) que está ahí. MORCILLERO ¿Y qué significa eso de ‘corvas garras’? DEMÓSTENES Exactamente lo que dice, 205 que encorva las manos para arramblar con todo. MORCILLERO Y la sierpe ¿a qué alude? DEMÓSTENES Está clarísimo. La sierpe es alargada y la morcilla también es alargada. Además ‘bebedora de san- gre’ lo es la morcilla y la sierpe. Así que dice que la sierpe va 210 a vencer al águila cueral, si no se deja calentar los cascos con sus palabras. MORCILLERO Los oráculos me halagan. Pero me pregunto cómo seré yo ca- paz de gobernar al pueblo. DEMÓSTENES Eso es tarea facilísima. Haz cabalmente lo que haces. Revuel- ve todos los asuntos, hazios morcilla y congráciate siempre 215 con el pueblo endulzándole con frasecillas de cocinero. Las 180 COMEDIAS LOS CABALLEROS 181 demás condiciones del liderazgo las reúnes: lenguaje indecen- te, ruin linaje, eres discutidor. ‘flenes todo lo necesario para la ~o política. Los oráculos coinciden también con el pitico. Así que corónate y haz una libación a la Estupidez. Y ¡ a defenderte de ese tipo! MoRduiElto ¿Y quién se pondrá de mi parte? Los ricos le temen y la gente pobre se pee de miedo ante él. DEMÓSTENES ~s Pero hay mil caballeros, hombres de pro, que le odian y acudi- rán en tu ayuda; de los ciudadanos, así lo harán también las personas decentes y de los espectadores, todo el que tenga buen juicio. Yo estaré con ellos y también echará una mano la 250 divinidad. No temas, porque no está caracterizado, pues por miedo ningún fabricante de máscaras quiso hacer una que se le pareciera. Aunque, de todas formas, se le reconocerá, ya que el público es perspicaz (sale el Pafiagonio de la casa de Demo). MORCilLERO ¡Desdichado de mí!, el Paflagonio sale. PAPLAGoNIo ~s No ciertamente, ¡por los doce dioses!, os alegraréis los dos de estar tanto tiempo conspirando contra el pueblo. (Reparando en la copa) Esa copa calcídica, ¿qué hace aquí? No cabe duda de que preparáis la defección de los calcidenses 25~ Pereceréis, moriréis, grandísimos bribones. ~ Calcis, la principal ciudad de Eubea, se sublev6 contra Atenas en 445 y fue sometida por Pendes (cf. Tuc., 1144). En los inventarios del Partenón se mencionan ‘vasos calcídicos’ de plata. El calificativo aquí empleado para un enser, de material evidentemente mb modesto, es una exageración cómica que sirve para poner de relieve la manía delatoria de Cicón. L DEMÓSTENES [Pdo. 242-283 (4 tro) (Al Morcillero) ¡Eh! tú, ¿por qué huyes? Párate. Noble morci- 240 llero, no traiciones el plan. (Al coro que entra) Caballeros, acudid. Ahora es el momento. Simón, Panecio 26, galopad so- bre el ala derecha. (Al Morcillero) Ya están cerca. ¡Ea! defién- dete y da la cara. La polvareda indica que cargan en bloque. 245 ¡Venga!, defiéndete, persiguelo, ponlo en fuga. CORO DE LOS CABALLEROS Duro, duro con el granuja, espantajo de la tropa de a caballo, recaudador de impuestos, abismo y Caribdis de rapiña, granuja y requetegranuja. Mil veces se lo repetiré, pues granuja es mil 250 veces al día. Golpéalo, persíguelo, espántalo, desconciértalo y muéstrale tu aborrecimiento, que también lo hacemos nosotros. Acósalo con tus gritos. Pero, ¡cuidado!, no se te escape, pues conoce los caminos por los que Éucrates 27 huyó derechito a los molinos. P~’n~AooN¡O (Al público) Ancianos heliastas, cofrades del trióbolo, a quie- 255 nes apaciento clamando a voces lo justo y lo injusto, venid en mi ayuda, que me están dando golpes unos conjurados. CORIFEO Con razón, pues devorabas los fondos comunes antes de tocar- ~ Simón y Panecio probablemente, como dice el escoliasta, eran hiparcos ese afio. El primero aparece como sacerdote de un ¡h(a.ios de Heracles del demo Cidateneo en IG 112. 2343 (cf. S. Dow, Am. Journ. Arch. 73 [19691,234 ss.), y quizí fue autor del tratado hípico mencionado por JENOFONTE, De la equitación 11. 27 Personaje aludido anteriormente (cf. nota 19). El texto griego (y. 254) dice e<~Oi, tGiv xvQ1~iWV ‘derecho al salvado’, lo que puede significar, o que se retiné a sus molinos para dedicarse a una actividad lucrativa abandonando la política, oque se refugié en ellos huyendo de una persecución. 4’ 182 COMEDIAS LOS CABALLEROS 183 te en suerte tu porción y palpabas, como si fueran higos, a los ~óo obligados a rendir cuentas, para ver cuál de ellos estaba verde, o maduro, o un tantico duro; y si reconocías que alguno era poco enredador y lelo, lo hacías traer del Quersoneso, con tus calumnias le ponías la zancadilla, le dabas la vuelta y te lo trin- cabas por ... la espalda 28~ Observas a los ciudadanos para atis- 265 bar cuál de ellos tiene el pelo de la dehesa, dineros y buen lina- je, y tiembla ante las complicaciones. PAFLAGOMO ¿Me atacáis también? Pero si yo, amigos, estoy recibiendo gol- pes por vosotros, porque iba a proponer que es justo que se os erija un monumento en la Acrópolis por vuestra valentía 29• CoR1~O ¡Qué embustero y qué zorro eres! ¿Ves con qué engaños trata 270 de ganarnos, como si chocheásemos? Pero, si por ahí vence, (mostrando el puño) recibirá un golpe de éste, y si trata de za- farse por aquí, una buena patada. PM~ooMO (Tratando de esquivar los golpes) ¡Oh! ciudad y pueblo, ¡qué fieras me pegan en el estómago! ~ El verbo xo~frroct~ (y. 263: &v~i ~o0 xataialnw,%«~ sehol.) en este contexto, donde se juega con el adjetivo ‘maduro’ y el substantivo cLj~o~ ‘espalda’, se prestaba a una interpretación obscena, habida cuenta de su posi- ble asociación con xó>~ov ‘colon’ y ~¿uvetv ‘cubrir’. Sobre las actitudes del coro y del Paflagonio al declamarse los vv. 270-272, cf. P. THIERCY, ~Probl~- mes de distnibution et d’attribution de repliques chez Anistopbane», Pailas 38 (1992), 289-300. 29 Sobre la brillante actuación de la caballería ateniense en la expedición a Soligea, localidad próxima a Corinto, a la que alude el antepinrema de lapar~- basis, cf. Tudonzs, IV 4245. CORIFEO Encima gritas, como haces siempre para doblegar a la ciudad. PA.n~c3ON¡O Si, y con este grito de guerra te voy a poner en fuga ya de en- 215 trada. CORwno Bien, si vences con tus gritos, para ti la ovación de la victoria, pero (señalando al Morcillero), site sobrepasa en desvergílen- za, el pastel del premio ~ es nuestro. PAFLAGONIO (Señalando al Morcillero) A este individuo yo lo denuncio, y afirmo que exporta ‘caldamen’ 31 para las trirremes de los pe- loponesios. MORcn±atO También yo a él, ¡voto a Zeus!, porque corre al Pritaneo con la 280 andorga vacía y sale arreando después con ella llena. Y sacando, ¡vive Zeus!, lo prohibido al propio tiempo, queso, carne y salazón de pescado; lo que jamás se le consintió a Peri- cíes 32• 30 El 1WQa4A0fJ~ (y. 277), segdn informa un escolio, era un pastel que se daba como premio a quienes podían resistir la noche entera despiertos en los sympos¡a. 31 El neutro plural ~w~ei~ata, formado a imitación de otros como ~atfieu~xa, 8oi)Xet,~a de la tragedia, es de creación cómica sobre ~w~¿ó~ ‘caldo’. De la misma manen que el pueblo emplea el sufijo culto -men para referirse a cosas harto concretas, lo hemos traducido por ‘caldamen’, que tiene cierto efecto de aprosdóki¡on marinero (cf. ‘velamen’). 32 Pendes jamas fue honrado con la alimentación a expensas póblicas en el pritaneo. COMEDIAS LOS CABALLEROS 185 PA~GoNIO [Ag. 284460 (Alzando la voz) Moriréis los dos ahora mismito. MoRCuIERO Ps.ru«jONIo Confieso que robo, y tú no. MORCILLERO Claro que no, ¡por el Hermes del mercado!, y aunque me estén viendo, perjuro no hacerlo. PAFL&GONío Te atribuyes habilidades ajenas y declararé ante los prítanes que tienes, sin pagar el diezmo, tripas consagradas a los dioses ~3. 1 Str. 303-313 (paeon, 4 tro)] CORO 300 [Od. 303-332 Bribón, asqueroso, bocazas, de tu descaro está toda la tierra llena, toda la Asamblea, las autoridades, los procesos públicos y los tribunales. Removedor de fango, que has perturbado toda nuestra ciuda4 y ensordecido a nuestra Atenas con tus gritos, oteando desde lo alto de las rocas como si fueran atunes, los tributos. PAFL>.ooNIo 310 [PrEp. 314-321(4 tro) Bien sé de dónde se me cose la suela de este zapato. La explicación del escoliasta (idos nidge¿m¡ tenían por costumbre en- tregan la d¿cima parte de las victimas a los prítanes») no es del todo satisfacto- ns. El diezmo estA atestiguado en el caso de Atenea, pero el plural ‘dioses’ es impreciso. Tampoco consta si la phdsis ‘denuncia’ se podía hacer ante la co- misión permanente del Consejo constituida por dichos magistrados. ~ A saber, las de la Pnix, colina rocosa, considerada como un Ouvvooxosieiov (‘atalaya para observar los atunes’) desde el que se oteaba el mar Egeo. 184 PrAg 284-360 (sist. tro)] 235 Gritaré tres veces más que tu. PAFLAGONIO Te aturdiré a voces. MORCillERO Te acallaré a gritos. PAI~aoNíO Te d~famaré, si eres general. MORCillERO Te zurraré el lomo como a un perro. PAFLAoONIO Te acorralaré con mis embustes. MORCILI..uaO Te cortaré la escapado. PAn~aoNíO Mírame sin pestañear~ MORCillERO También me crié en la plaza. PAFLAGONIO Te haré pedazos, si replicas. MORCILLERO Te haré mierda, si rechistas. 305 186 COMEDIAS LOS CABALLEROS 187 MORCILLERO 315 Si tú no entiendes de suelas, tampoco yo de morcillas; tú, que cortabas sesgado cuero de buey raído para que pareciera maci- zo y se lo vendías engañosamente a los campesinos; y antes de llevarlo un día, habla dado de si más de dos palmos. DEMÓSTENES 320 ¡Por Zeus!, también a mí me hizo lo mismo, y di harto que reír a mis paisanos y amigos. Pues, antes de estar en Pérgasas 35, nadaba en las sandalias. II str. 322-332 (pacon. tro)] 325 CORO ¿Acaso desde un primer momento no mostraste desverguenza, que es la única patrona de los oradores? En ella confiado, tú que eres el primero, exprimes a los extranjeros que dan fruto. Y entretanto, al hijo de Hipodamo ~ se le caen las lágrimas contemplándote. Mas apareció, para contento mio, otro mucho más bribón que tú, 33 Demo del Ática. ~ Poniendo en relación este verso (327) con el decreto recogido en Psauoo- PLUTARCO, Vida de Antífonte (Mor. 833-834), donde aparece un Arqueptólemo, hijo de Hipodamo, y el y. 794 de nuestra pieza, en el que se menciona un An- queptólemo, se ha pensado que los tres personajes son la misma persona y que Hipodamo era el célebre arquitecto de Mileto. En contra de esta identificación se manifiesta A. W. GoMMa, ., CQ n. a. 30, 1 (1980), 47, basándose: a) en que el escolio al y. 327 da por supuesto que se trata de Hipodamo de Mileto y que su hijo es Anqueptólemo. b) que Hipada- mo no es un nombre ático y que su mención aquí supone que era una persona bien conocida en Atenas. ¡ que te parará y te sobrepasará, a ojos vistas, en eso mismo: en truhanería, en desparpajo y en marrullerías. Coiwno [Kat. 333-334(4 ia) (Al Morcillero) ¡Ea! tú, que te has criado de donde salen los hombres que cuentan hoy en día, muestra ahora que la buena crianza no tiene nada que decir. MoRcilLERo [Ep. 335-366(4 ia) A eso voy. Escuchad qué clase de ciudadano es ése. 335 PAFLAGoNIo ¿No me vas a dejar el turno? MORau.ERO No, ¡por Zeus!, pues tam- bién soy un mangante. Co~tw~o Y si con eso no cede, añade que desciendes de mangantes. PAFLAIoNIo ¿No me vas a dejar el turno? Moací¡mto No, ¡por Zeus! PAFLAGoNIo SI, ¡por Zeus! MORCILLERO No, ,por Posidón! Ante todo defenderé mi derecho a hablar primero. 330 188 COMEDIAS LOS CABALLEROS 189 PM~t.,~ooNIO 340 ¡Ay! voy a reventar. MORCILLERO Pero yo no te dejaré. Co¡twno Déjale, déjale, ¡por los dioses! que reviente. PAFLAGONIO ¿En qué cotillas para pretender hablarme cara a cara? MORCiunto En que también soy capaz de hablar y de aliñar un discurso ~. PAFLAGONIO Mira tú: ¡Hablar! Tú sí que aceptarías el caso que buenamente 345 te cayera, en crudo y despedazado, y lo tratarlas bien. ¿Sabes lo que me parece que te pasa? Lo que a los más. Por haber ha- blado bien en una birria de pleito contra un residente extranje- ro, repitiendo tus palabras durante la noche, hablando en las calles contigo mismo, bebiendo agua, ensayando y molestando 350 a los amigos, te creíste capaz de hablar. Imbécil, ¡qué insensa- tez! ~ El venbo ka¡ykopoieln (y. 343) es propiamente preparar un ka,ykeuma (especie de salas lidia) y está empleado aquí, como advierte un escolio, en el sentido de . Por su seme- janza fonética puede asociarse con kirykefl5~• ~iayasgel>Iaaosov, &Q1U~AaULV, que confirman la interpretación del escoliasta. MORCILLERO ¿Y qué bebías tú para hacer lo que hiciste a la ciudad, que por tu culpa no puede hablar de tanto que le metes la lengua en la boca?38 P~AGoNIo ¿A mí me vas a comparar con alguien? ¿A mí, que voy y me trago una ración calentita de atún, me pimplo después una ja- rra de vino puro, y me paso por la piedra a los generales de 355 Pilo? MORCILLERO Y yo voy y me zampo una panza de buey y una tripa de cerdo, y me echo al coleto el caldo, y sin limpiarme los morros sofo- co después a los oradores y le quito a Nicias el sosiego. CoRn~o Lo demás que dijiste me agrada. Pero hay algo que no me cae bien: que seas el único en engullir el caldo de la política. 360 PAruwoNío Comiendo lubinas 39, no espantarás a los milesios. 35 Esto es lo que significa xatÉy)~ontLo~ivl]v (y. 352). El xata- T)~cbTuo~.&a es el beso erótico, con activo trabajo de la lengua, tesitura en la que difícilmente cabe articular palabra. ~‘ Quizá el apodo de Xáfr~czxa~ se daba a los oligarcas en Mileto, ciudad aliado de Atenas. Poniendo interrogación .a final de la frase y refiriendo oi> a xaraqxxyixv, J. TAILLARDÁT, scAristophanea. II CavaIier~, 36 1-362», BAGB (1961), 109-111, traduce: <¿Sin comer lubinas quieres soliviantar a los mile- sios?». La lubina para los griegos era un pez muy voraz y astuto. de ahí que en sentido figurado la expresión X¿4lQaxrx~ ~é~QwxE (‘ha comido lubinas’) de- signaría a las personas codiciosas y taimadas (cf. oxo~iuot,~ ~é~Qwxe). Esta interpretación, que da algiin sentido a este oscuro verso, exigiría la negación i~ynooi~. [Pn. 367-381 (sist. ia) 1 190 COMEDIAS MoRcillERo Pero comiendo chuletas, compraré minas 40• PA.n..&GON¡o Yo saltaré sobre el Consejo y lo sacudiré violentamente. MoRcíu.aao Y yo te embutiré el culo como tripa de morcilla. PAFLAGONIO 365 Y yo te arrastraré a la puerta, boca &bajo, agarrándote de las cachas. D~ós~s Y de rechazo a mí también, ¡por Posidón!, si consigues llevár- telo a rastras. PM~GONIO ¡Cómo te voy a atar al cepo! MoRCIuERo Te haré procesar por cobardía. PAFLAGONIO Tu piel va a quedar extendida. MORCILLERO 370 Te arrancará el pellejo para hacer un saco de ladrón. PAFLAGONIO Quedarás clavado en el suelo. 40 Las minas eran monopolio del Estado y el Consejo las cedía en arrien- do a los particulares. LOS CABALLEROS 191 MORCILLERO Te voy a hacer picadillo. PAFLAGONIO Te arrancaré las pestañas. MORCIu..nRO Te cortará el buche. D~Ós’r~r’~Es ¡Por Zeus!, metámosle un clavo en la boca, al estilo de los carniceros y sacándole la lengua, mirémosle bien, mientras está boquiabierto, el culo, a ver si tiene landrillas. 1 AStr. 382-390] CoRo 375 390 (AOd. 382-406 Hab(a~ en efecto, otras cosas más calientes que el fuego y en la ciudad palabras más desvergonzadas que las desvergonzadas. La cosa no era tan sencilla (Al morcillero) ¡Ea!, ve por él y retuárcele. No hagas nada a medias. En este momento lo tienes bien agarrado y, si ahora en el asalto, lo ablandas, descubrirás su cobardía. Yo conozco su forma de ser 385 390 MoRcillERo [AprEp. 391-396(4 tw) Y, pese a ser así toda su vida, parecía encima alguien, por se- gar cosecha ajena Ahora las espigas que de allí sacó las ha puesto a secar, atadas al almiar, y quiere venderlas. 192 COMEDIAS LOS CABALLEROS 193 PAPLAGONIO No tengo miedo de vosotros, mientras exista el Consejo y la cara de Demo siga alelada en las sesiones. II Antísir. 397-406] CoRo ¡Qué desverguenza muestra en todo sin que se le demude la color! Si no te odio, que me convierta en piel de cordero en casa de Cratino 41, o me hagan ensayar los cantos de una tragedia de Mórsimo 42~ ¡Oh! tú que, sobre todo y en todo asunto, te sientas en las flores del soborno, ¡Ojalá! arrojaras, tan fácilmente como la hallaste, la mordida que en la boca te metiste, pues sólo entonces podría yo cantar: «Bebe, bebe por el feliz acontecimiento» ~3. CORWEO (AKaL 407-408 Y hasta creo que el hijo de Ulio, el viejo mirón del trigo”, go- zoso, cantada el ‘Yepeán’ y el Baco-Baco’ ~5. ‘.‘ Cratino, cuya afición a la bebida era conocida, padecía de incontinencia de arma. Las pieles se usaban como mantas. 42 Sobrino nieto de Esquilo y mediocre autor Irígico (cf. Paz 801; Ranas 151). ‘.~ Comienzo de un canto de victoria de Simónides (fr. 14 Bergk =7 Page). ‘.‘.EI personaje aquí mencionado (Ulio, hijo de Cimón) tal vez fuera si- Ioph,JLax (‘vigilante del grano’) en 425/424 y tuviera cierta morbosa inclina- ción a los mancebos pelirrojos; de ahí que, aludiendo al homérico partheiw- ptpls Cmirón de muchachas’), le llame al poeta ‘mirón del trigo’ (y. 407), que fícilmente podía confundirse con rruQgoxbn~v ‘mirón de pelirrojos’. ‘.~ Gritos de ritual en los cultos de Apolo y Dioniso. Estas muestras de ale- gría presuponen que Ulio estaba de alguna manera amenazado por Cleón, cf. j PAFLAGONIO [AEp. 409-440 (4 ia) No me ganaréis a desverguenza, ¡por Posidón! Que no pueda, 410 si no, encontrarme jamás junto a las entrañas del Zeus de la plaza46 MORcILLERO Por mi parte, ¡por los muchos puñetazos que desde niño aguanté por tantas causas y por las cuchilladas!, creo que en eso site aventajaré, o en vano me habría criado tan buen mozo alimentándome de migajas. PAFLAGONIO ¿De migajas, como un perro ~ Grandísimo canalla, ¿Cómo 415 vas a luchar, si tomas alimento de perro, con un ... cinocéfa- lo4? MORCillERO Y tengo, ¡voto a Zeus!, otras triquiñuelas de cuando era niño. Engañaba a los carniceros diciendo así: «Mirad, chicos. ¿No lo veis? ¡La primavera! ¡Una golondrina!». Ellos miraban y yo, 420 entretanto, robaba un trozo de carne. A. H. SOMMERSTEIN, «Notes on Aristophanes’ Kn¿ghts». CQ , n. s. 30. 1 (1980), 49. 46 Alusión tal vez a los sacrificios que se hacían a Zeus al comienzo de las sesiones de las asambleas. ‘.~ Después de comer se limpiaban los dedos con migas de pan que se arrojaban a los perros. ‘.‘. El nombre (literalmente ‘cabeza de perro’), que designaba al babuino o a un fabuloso animal medio humano (cf. Haitónoro IV 191), tal vez le vino en mientes al poeta por asociación con el apodo de schinokiphalos (‘cabeza de cebolla albarrana’ = ‘puntiaguda’) que se habla dado a Pericles. L 405 Ir 194 COMEDIAS Coanno ¡ Sagacísima carne! ¡Con qué maña te la agenciaste! La roba- bas, cual si comieras ortigas 49, antes de llegar las golondri- nas. MoRCillERO Y hacía eso sin que se dieran cuenta. Y si alguno de ellos me vela, escondía el pedazo entre las cachas y negaba jurando por 425 los dioses. Tanto e~s así que uno de los oradores viéndomelo hacer dijo: «Es imposible que este chiquillo no llegue a ser go- bernante del pueblo». Bien se lo barrunté. Pero está claro de qué lo dedujo: la hablas robado y perjurabas que no, pero la carne ~ la tenía dentro tu culo. PAFLAGONIO Yo pondré fin a tu descaro (mirando a Demóstenes) o más 430 bien, al de ambos. Pues me voy a lanzar ya, desencadenado como un recio vendaval, sacudiendo a la vez, en donde caiga, la tierra y el mar. MORCILLERO Y yo plegaré ... las morcillas y me dejaré llevar por el oleaje a favor del viento mandándote al cuerno. DEMÓSTENES Y yo, por si hay una vía de agua, vigilaré la sentina. ‘.~ Las ortigas se usaban como condimento: pero se debían coger muy tier- nas, antes de la llegada de la golondrina. ~<> En este pasaje kremas, VI 57). ~ Su verdadero nombre era Mírsine, hija de Callas (Tuclomas, VI 55). La deformación se ha hecho sobre b’>Srsi y viene a significar ‘Cuerina’. LOS CABALLEROS 197 CORIFEO Pégale con todas tus fuerzas y zúrrale la panza con las entrañas y las tripas del cagalar~ caga ... stigale al tío ~ 455 [Sphr. 457460 (4 ia) ¡Oh! nobilísima carne y en ánimo el mejor de todos, que para la ciudad y nosotros, los ciudadanos, apareciste como un salva- dor, ¡qué bien, qué sagazmente confundisie con tus palabras a ese individuo! ¿Cómo podrían corresponder las alabanzas que 460 te hiciéramos al gozo que sentimos? PAFLAGONIO [Esc. dial. 461497(3 is) ¡Por Deméter!, no se me escapé que se estaba armando este tinglado. Sabia que todo él estaba clavado y encolado. DEMÓSTENES (Al Morcillero) ¡Ay de mí! ¿No dices nada en jerga de carrete- ro? MORCILLERO (Al Pafiagonio) Tampoco se me escapan a milos manejos que 465 traes en Argos ~. (Al coro) Como excusa pone que trata de conseguirnos la amistad de los argivos, pero allí se reúne en privado con los lacedemonios. Y adónde se aplica el fuelle de ~ Pretendemos reproducir así el juego toT~ XÓ>~oL ... xo>4 (vv. 455-456) ~ Sobre la distribución de versos los 464, 465 y 470, cf. P. THIERCY, «Probl~mes de distribution et d’attribution de repliques chez Aristophane», Pallas 38 (1992), 289-300. Argos, regida por una democracia, aunque a lasa- zón estaba en tregua con Esparta. tenía ciertas diferencias con ella por la pose- sión de la Cinuria. Buscar la alianza de Argos, que se mantenía en precario equilibrio entre las dos grandes potencias, era uno de los objetivos de los de- mócratas radicales. 445 450 198 COMEDIAS LOS CABALLEROS 199 esto, lo sé: se está fraguando en beneficio de los encadena- dos ~. DEMÓSTENES 470 Muy requetebién. Contra la encoladura aplica la fragua. MORCILLERO Y también dan martillazos contigo algunos de allí: y eso, ni por plata ni oro que me ofrezcas, ni aunque me envíes a tus amigos, lograrás disuadirme de exponérselo a los atenienses. PAFLAGONIO 475 Ahora mismo me voy al Consejo a denunciar las conjuras de todos vosotros, vuestras reuniones nocturnas en la ciudad, todo lo que estáis conspirando con los medos y el Gran Rey, y el queso ese que se está cuajando con los beocios 58~ MoRcillERo tao A propósito, ¿a cuánto se vende el queso en Beocia? PAFLAGONIO A ti, ¡voto a Heracles!, te voy a dejar tendido en tierra (sale precipitad wnente). CoRIFEo Venga ya: ¿Qué idea o qué intención tienes? Ahora es el mo- mento de mostrarla, si de verdad escondiste antaño la carne en- 485 tre las cachas, según dices. Pues te vas a ir volando al Consejo, porque ése se precipitará allí a calumniamos a todos y a poner el grito en el cielo. MORCILLERO Está bien, iré. Pero antes, estando como estoy, dejaré las tripas y los cuchillos aquí mismo. D~tÓSm’¿Es (Sacando un trozo de tocino de la cesta) Ten, úntate el cuello 490 con esto, para poder escurrirte de sus calumnias ~ MORCILLERO Bien dicho eso. ¡Ni que fueras un entrenador! DEMÓSrEr’~S (Sacando una ristra de ajos) Ten, toma esto y trágatelo. MORCILLERO ¿Para qué? DEMÓsm’¿uS Para que luches mejor, tío, excitado por los ajos. Y «apresúrate 495 deprisa» ~. MORCILLERO Así lo haré. DEMÓs1~NES No te olvides de picotearlo, de acu- 57 A saber, los prisioneros de Esfacteria. 38 Las denuncias de alta traición (e¡sangella¡) se hacían ante el Consejo. Por aquellas fechas el general Demóstenes mantenía contactos con los demó- cratas beocios con vistas a un cambio de situación (Tudwr>es, IV 76), que se vieron frustrados en la batalla de Delion. El queso de Beocia era muy apre- ciado. Los luchadores se untaban de grasa el cuerpo para ofrecer menos presa a sus rivales. 60 A los gallos de pelea se les excitaba con ajos; cf. Acarn. 166. Las últi- mas palabras son una deformación del conocido refaln «apresilrate despacio», como en Tesm. 277. 500 505 1 200 COMEDIAS sano y de comerte su cresta. Procura regresar habiéndote co- mido sus barbas (sale el Morcillero). Kom. 498-506 (sist. an)] CoRo [Pbs. 498-610 Vete en buen hora y ¡ojalá! las cosas te salgan conforme a mi deseo, y te guarde el Zeus de la plaza. ¡Así! regreses de allí junto a nosotros vencedor y cubierto de coronas. (A los espectadores) Vosotros, ahora, prestadnos atención a los anapestos, vosotros, que ya tenéis experiencia personal de una Musa muy variada. Anap. 507-546 (4 an) Si alguno de los antiguos maestros de comedias nos hubiera acuciado a dirigirnos al público para decir unos versos, no lo hubiera conseguido fácilmente. Pero ahora el poeta es merece- 510 dor de ello, porque odia a los mismos que nosotros y se atreve a decir lo justo, y se enfrenta noblemente al tifón6’ y al hura- cán. Pero, con respecto a lo que dice de que se le acercan mu- chos de vosotros a mostrarle su extrañeza y a indagar por qué no ha pedido hace tiempo un coro para si mismo, nos ha roga- do que os demos una explicación. Nuestro maestro, en efecto, sís asegura que se ha demorado, no porque le pasara esto por ne- cedad, sino por considerar que la dirección de un coro de co- media es el trabajo más difícil de todos. Pues son muchos los que han cortejado a la comedia, y pocos aquéllos a quienes les ha concedido sus favores. También desde hace tiempo se habla percatado de que sois inconstantes por naturaleza y de que 61 Es decir, Cleón. r LOS CABALLEROS 201 ibais traicionando, tan pronto se hacían viejos, a los poetas que le precedieron. Por un lado, sabia lo que le ocurrió a Mag- 520 nes 62, cuando le salieron canas; a él, que habla erigido trofeos de victoria como nadie sobre los coros rivales. Acudió a toda clase de recursos, a tocar la lira, agitar las alas, caracterizarse de lidio, de mosquito, y a pintarrajearse de color verde nana 63: No le valió de nada. A la postre, en su vejez, no ciertamente en s~s su juventud, fue rechazado, cuando era un anciano, porque ha- bia perdido el gracejo. Se acordaba también de Cratino ~, que, crecido del abundante elogio, se desbordaba por los campos llanos y, saliéndose de madre, arrastraba consigo de raíz, enci- nas, plátanos y ... enemigos. En los banquetes era imposible cantar otra cosa que «Doro la de sandalias de higo»65 o «Artí- 530 fices de himnos hechos por diestra mano»: tan grande era su éxito. Ahora, en cambio, no le compadecéis, cuando le veis de- cir necedades, caldas como están ya las clavijas de su lira, sin tensión sus cuerdas y resquebrajadas sus junturas. A su vejez, anda de un lado para otro, como un Connás ~ cualquiera, con una corona manchita y muerto de sed 67; él, que, por sus ante- 535 62 El iniciador, con Qujónides, de la comedia ática. ~ Se alude a los disfraces de los coros de sus piezas tituladas TaAedores de lira, Aves, Lidios, Mosquitos, Ranas. “Contemporáneo mayor de Aristófanes, ysin duda el más famoso come- diógrafo ateniense después de éste. Es innecesaria la corrección en <3~>Q?’laa~ (y. 526) del ~o>J4 ~eúoa; de los mss. propuesta por P. Gaoeia- aooi~<, QeL~ no hay que entender ~o. 75 Un poeta, por lo demás desconocido, según el escoliasta. Probablemen- te se trata aquí del parásito de Cleón mencionado en Acarn. 134, Nub. 400, Avisp. 42, etc. ~ ‘Cangrejos’ era posiblemente el apodo que daban los atenienses a los corintios. 585 206 COMEDIAS Co~no [Eso. dial. 611-755 (3 ia) ¡Oh! tú, el más querido y gallardo de los hombres, ¡cuánta pre- ocupación nos dejaste en tu ausencia! Ahora, una vez de regre- so sano y salvo, cuéntanos cómo debatiste el asunto. MoRaun~O 615 ¡Cómo iba a ser! Salí cual Nicobulo, vencedor en el Consejo. CoRo Ahora si vale la pena lanzar [Str. 6 16-623 (tro lir.) al unísono gritos de júbilo ¡Oh! tú, que cosas buenas dices y mejores aún que tus palabras las hiciste, ¡ojalá! me refieras todo con pelos y señales, pues hasta haría, me parece, un largo viaje. con tal de oírte. Ante esto, buen amigo, habla con confianza, pues todos nos complacemos contigo. MORCILLERO 625 Vale la pena, en verdad, oír los hechos. Inmediatamente me lancé tras él, pero ya estaba dentro del Consejo y, estallando en palabras que retumbaban como truenos, atacaba a los caballe- ros con imputaciones inauditas, acumulando palabras escabro- sas para tacharles de conspiradores de la manera más convin- cente. El Consejo, entero, al escucharlo, quedó empachado por 630 culpa suya de armuelles falsos ~<~ ponía cara de mostaza y ar- a> El annuelie afrdphaxys es planta de rápido crecimiento (cf. T~o~sin, HLrL de las Plan:. VII 1,2-3), de ahí que, según el escoliasta, el convenciniien- to del Consejo creciera con la velocidad de la misma. Puiao, Hút. Nat. XX 219 dice que causaba hidropesía y palidez Las mentiras del pseuda¡rdphaxys del Paflagonio surtieron rápido efecto en el auditorio haci¿ndole empalidecer de frs. F LOS CABALLEROS 207 queaba las cejas. Entonces me di cuenta de que aceptaba sus argumentos y se dejaba engaliar por sus embustes. «¡Ea!, pues, deidades de rijosos y embusteros —me dije—, de imbéciles, tra- 635 paceros y caraduras, y tú, plaza del mercado St en la que me eduqué de niño, dadme atrevimiento, soltura de lengua y voz desvergonzada». Mientras yo cavilaba esto, un maricón soltó un pedo a diestra 82~ Yo me incliné para besar el suelo y al le- ~o vantarme luego hice saltar de un golpe con el culo la cance- la 83~ Abrí la boca y a voz en grito dije: «¡Oh! Consejo, porque traigo buenas noticias, os las quiero comunicar primero a vo- sotros. Desde que nos estalló la guerra, jamás vi los boquero- ~s nes tan baratos». Al punto se serenaron los rostros. Después trataron de coronarme por la buena nueva, y yo, como si fuera un secreto, les dije que, para comprar boquerones a porrillo por un óbolo, hicieran cuanto antes acopio de escudillas en las 65o cacharrerías. Rompieron a aplaudir y se me quedaron mirando boquiabiertos. Sospechándose algo el Paflagonio, como cono- cedor de las palabras que más le gustan al Consejo, hizo una propuesta: «Señores, me parece éste el momento de hacer, en acción de gracias por la feliz coyuntura anunciada, un sacrifi- 655 cio de cien bueyes a la diosa». De nuevo se inclinó a su favor el Consejo, y yo, dándome cuenta de que con las boñigas que- daba derrotado, sobrepujé con doscientos y aconsejé hacer ma- Llana un voto a la Cazadora de mil cabritos M, si se ponían las ~o sardinas a óbolo el ciento. Volvieron sus cabezas hacia mí otra 51 Las invocaciones a los dioses y a personificaciones abundan en los exordios de los discursos. El Morcillero recurre a los más afines a su calafla. 82 Burlesco: el trueno y el rayo se tenían por presagios favorables cuando se producían a la derecha. ~ De la barrera que separaba a los consejeros del público. M El gran número de bajas persas en Maratón (más de 6.000) les impidió a los atenienses cumplir el voto a Ártemis cazadora de inmolarle una cabra por cada cadáver enemigo. En compensación decretaron un sacrificio anual de 620 1 208 COMEDIAS vez los consejeros, y él, atónito al oir esto, comenzó a decir 665 tonterías. Y mientras prítanes y arqueros 85 tiraban de él para sacarlo, los consejeros, puestos en pie, alborotaban por los bo- querones. Él, entretanto, les suplicaba un momento de espera, «para que os enteréis —repetía— de lo que dice el heraldo de La- 670 cedemonia, pues ha llegado a proponer treguas». Pero a una sola voz todos gritaron: «¿Ahora vienen con treguas, desgra- ciado, cuando se enteraron de que aquí están baratos los bo- querones? No las necesitamos. Que siga la guerra». Y pidieron 675 a gritos que los prítanes levantasen la sesión. Luego saltaron las barreras por todas partes, pero yo me anticipé y corrí a comprar todo el cilantro y los puerros que había en el mercado. Y cuando no tenían donde encontrarlos, se los ofrecí gratis 680 para ahilo de los boquerones y se los regalé. Todos redoblaron sus alabanzas y sus vivas a mi persona; así que me gané al Consejo entero por un óbolo de cilantro y aquí me tenéis de vuelta. CoRo En todo te fue como le cumple a un favorito de la suerte. El trapacero se encontró con otro pertrechado de trapacerías mucho mayores, de engaños variopintos y palabras falaces... Con que, procura disputar el resto del debate [AStr. 683- 690 (tro lir.) 500 cabras el 6 de Boedromión. El efecto cómico radica en la desproporción entre las posibilidades de abastecimiento en una ciudad sitiada con las pro- poestas del Paflagonio y del Morcillero. ~ Los prítanes, que presidían la Asamblea y el Consejo, tenían bajo su mando a los arqueros escitas encargados de velar por el buen orden de las se- siones. ir LOS CABALLEROS 209 lo mejor posible. Ya sabes que en nosotros tienes aliados leales (Entra el Paflagonio). 690 MORCILLERO A todo esto: por ahí se acerca el Paflagonio empujando una ola sin cresta 86, perturbando y agitando todo, como si fuera a tra- garme.¡Qué horror! ¡Vaya descaro! PAFLAGONIO Si no te aniquilo, con sólo una pizca que me quede de mis em- 695 bustes, que me caiga en pedazos. MORCILLERO Me gustan tus amenazas, me río del humo de tus jactancias, me marco un zapateado, me doy la vuelta del cuco PAJ~GoN1o ¡Por Deméter!, que deje de vivir, si de un bocado no te arran- co88 de esta tierra. MORCILLERO ¿Si no me arrancas de un bocado? Y yo, si no te saco de un 700 sorbo, aunque reviente después de engullirte. 56 Amenazadora, por tanto, al no saberse la fuerza con que romperá. 87 El Morcillero acompafla sus palabras con movimientos grotescos. El lióOzasa (y. 697), probablemente alude a un tipo de danza mim6ti- ca del cuco, ave que a veces gira sobre si misma al cantar y tiene torpes movi- mientos en tierra; cf: L E. LAwI~ax. ¿o, efecto de aprosdókl¡o~s que se recage ca la respuesta del Morcillero. 685 1 210 COMEDIAS PAR~ooNIO Te voy a destruir, ¡ por el asiento de preferencia que recibí por lo de Pilo! MORCILLERO Mira tú: ¡la preferencia! ¡Cómo te voy a ver fuera de ella en la última fila del teatro! PAFLAGONIO 705 Te ataré al cepo, ¡por el cielo! MoRCíu.a~O ¡Qué vivo de genio! Anda ya, ¿qué te echo de comer? ¿Qué te gustaría más? ¿Una bolsa de dinero? PAFLAGONIO Te voy a arrancar las entrañas con las uñas. MORCillERO Con ellas te sacaré yo los alimentos del Pritaneo. PA.rt~c3oNIO 710 Te arrastraré ante Demo, para que me las pagues. MORCILLERO Y yo a ti, y te difamaré todavía más. P~nAGONIO A ti, granuja, no te hace ningún caso y yo me río de él cuanto quiero. MORCILLERO ¡Qué convencido estás de que Demo es .cosa tuya! mal. De lo que mascas tragas el triple. lo puedo ensanchar o 720 te burlaste de mí en el ir LOS CABALLEROS 211 PAt~GONIo Porque sé qué bocaditos hay que darle. 715 MORCILLERO Por eso, como las nodrizas, le alimentas sólo le metes un poco en la boca y tú te PAFLAGONIO Porque, gracias a mi destreza, a Demo estrechar. MORCILLERO Esa habilidad la tiene también mi culo. P>~AGONIO Buen hombre, no te irás a creer que Consejo. Vayamos a la Asamblea 89~ MORCILLERO Nada lo impide. Ya lo ves, echa a andar, que nada nos detenga (Demo se asoma a la puerta). P~&~n.AGoNIO Demo, sal aquí. 725 MORCILLERO ¡Por Zeus!, padre, sal de una vez. ~ Sí el Paflagonio ha acusado anteriormente al Morcillero, sin éxito, de conspiración ante el Consejo, ahora pretende denunciarle ante la Asamblea por f1~QL &¿s 3T)~Tjy.PLAGoNIO Por ti me están golpeando (se flalando al Morcillero) ése de ahí y los jovenzuelos. D~o ¿Por qué? P.AcioN¡o Porque te amo, Demo, y estoy enamorado de ti. era una rama de olivo, can cintas de 1am. y lo. di- verso’ fruta’ de la recolección, que se ofrecía a Apolo en una procesión en las Plamepalo. y lloplias y se colacabe después sobre la pausa de la casa lumia — .ovaád. al do siguiauule. iT LOS CABALLEROS 213 P~ri.AGONIo Yo, por cierto, le sirvo bien a Demo. MORCILLERO Di: ¿En qué? PAi~GONíO ¿En qué? Los generales escaparon corriendo de Pilo. Allí na- vegué y de allí me traje a los laconios91. MORCILLERO Y yo, mientras iba de paseo, mangué de un taller un puchero 745 que otro habla puesto a cocer. PAFLAGONIO Reúne ahora mismo, Demo, una asamblea, para enterarte de cuál de los dos te es más adicto. Reconócelo y concédele tu amistad. MORCILLERO Si, si, reconécelo, pero no en la Pnix. DEMO No puedo celebrar sesión en otro sitio. En marcha, pues. Debe- 750 • mos comparecer en la Pnix. MORCILLERO ¡Ay desdichado de mí! ¡Qué perdido estoy! En casa, el viejo es el más inteligente de los hombres, pero, cuando toma asiento 91 Aceptamos en el 742 la corrección de Meineke t&v o~at1~- • yGv i,,~ob9u&óvtwv tdv bc flu,Xov, la que mejor sana el texto a nuestro juicio. 1 214 COMEDIAS 755 en esa roca, se queda boquiabierto como si estuviera ensartan- do higos~. 11 Ag. 756-941] 760 CoRo [Od. 756-760 (4 ja lír.) Ahora ya has de largar toda tu vela, tener impetuosa decisión e irrebatibles argumentos, para quedar por encima de éste. Pues es astuto el individuo y hábil para hallar buenos recursos en causas desesperados. Ante eso, lánzate sobre él como recio vendaval. Co¡ui~o [Kat. 761-762 (4 an) Pero ponte en guardia y, antes de que se te arrime, iza los del- fines93 y pon la nave a su costado. ~ Traducción tentativa del &IL7tO&~WV ta~á6ci~ del y. 755, aún no bien explicado. Puede referirse a la expresión atontada de quienes ejecutaban largo rato un trabajo aburrido y maquinal. Los escolios a este lugar interpretan esta expresión como ‘masticar’ o ‘pisar’ los higos. M. V. Mou’roR, «Aristarchos’ note on &~&no6L~wv to~á6c¡~: Equites, 755», Hermes 108 (1980), 12-14, ba- sándose en un escolio que puede ser un fragmento de Aristarco, una entrada (e 2484) deI léxico de Hesiquio, y en CoLUMELA (IX 14), estima que era una ex- presión del lenguaje de los apicultores, que daban a las abejas, cuando les fal- taba la miel, un alimento substitutivo consistente en higos machacados y tal vez humedecidos. Habría, pues, que traducir: «he gapes as one chewing dried figa» («abre la boca como quien mastica higos secos»), lo que no reproduce bien k¿chlne «se queda boquiabierto». T. W. Alíen, «Adversaria 118. Aristo- phanes, Knights, 755», Rey. Ph¿L 9 (1933), 294-95, sostiene, basándose en GA¡.w~o XI 120. que ¡schds no significa higo seco, sino el que está en el árbol, y que la expresión aludiría a un juego infantil consistente en atrapar con un lazo uno de estos frutos (&~uto6L~wv) y recogerlo a su calda con la boca abier- ta, como puede deducirse de un escolio, cf. D¡óo. LABRe. y í, 18, y PLU’r., 3rEQL pl3yf~ 602 A. 93 Masas de plomo, así llamadas por su forma, que se dejaban caer sobre la nave enemiga para hundirla. 1. LOS CABALLEROS 215 PAFLAGONIO [Ep. 763-823 (4 an) A la soberana Atenea, protectora de la ciudad, suplico, si con respecto al pueblo ateniense vengo a ser el hombre más bene- 765 mérito, después de Lisicles y de las putas Cinna y Salabacco ~, cenar como hasta ahora, sin dar golpe, en el Pritaneo. (A Demo) Y site odio y si no soy el único que sale a luchar por ti, que me muera y que me sierren y me corten en tiras para hacer riendas. MoRcILLmto Por mi parte también, ¡oh! Demo, si no te tengo amor y afecto, que me descuarticen y me pongan a cocer en pedacitos. Y 51 770 esto no te vale para confiar en mí, (señalando la tabla del car- nicero), que me raspen sobre ésta para hacer una ensalada con queso, y que con las tenazas me arrastren de los cojones al Ce- rámico 95. PAFLAGONIO ¿Y cómo puede haber, ¡oh! Demo, ciudadano que te ame más que yo? Primero, cuando fui consejero ~, te asigné en el erario ~ Lisicles es el personaje mencionado en y. 132; Cinna y Salabacco eran dos cortesanas. ~ El escoliasta explica que había un Cerámico exterior, donde se enterra- ba a los muertos por la patria, y uno interior, barrio de mala nota donde resi- dían las prostitutas. ¿A cuál de ellos se refiere Aristófanes? El efecto cómico de ser arrastrado por semejante parte allá donde tanto se la ha menester, no es menor que el de figurarse un glorioso sepelio con ekphord tan poco decorosa. En todo caso, el ‘engallo del pueblo’ era una figura de delito público punible con la precipitación al báratro. ‘~ El Consejo, encargado del erario público, cuando disponía de fondos. suficientes, dice LisiAs (XXX 22). no cometía extorsión alguna, pero, cuando andaba escaso de ellos, se veía obligado a admitir acusaciones de alta traición, a confiscar los bienes de los ciudadanos y hacer caso a las propuestas más in- morales de los demagogos. De esta poca escrupulosa actividad se jacta el Pa- flagonio. Y 216 COMEDIAS 775 público dineros a montones, presionando a unos, agobiando a otros, reclamando a los de más allá, sin preocuparme de nin- gún hijo de vecino con tal de serte grato. MORCILLERO Eso, Demo, no tiene valor alguno. Yo también te lo haré. Arre- bataré el pan ajeno para servírtelo. Que ni te ama, ni te es adic- 780 to, sino que obra así porque disfruta del calor de tu brasero, es lo primerito que voy a poner en tu conocimiento. De ti, que empuñaste la espada contra los medos en defensa del país en Maratón, y que con tu victoria nos diste motivos sobrados para dar chasquidos de gusto, no se preocupa de que tomes tan duro asiento en estas rocas; no como yo, que te he cosido y te traigo esto (saca un cojín). ¡Ea!, levántate un poco (le pone el cojín 785 en el asiento) y siéntate luego en blando, para no desgastar a ése que estuvo en Salamina. D~o Tío, ¿quién eres? ¿Acaso uno de los ilustres descendientes de Harmodio ~‘? Al menos, esta acción tuya es verdaderamente noble y democrática. PAFLAGONIO ¡Con qué míseros halagos le muestras tu adhesión! MORCILI..mto Mucho más míseras eran las añagazas con las que tú le atra- paste. ~ A. H. SOMMERSTE1N, «Notes on Aristophanes’Knígh:s», CQ n.s. 30, 1 (1980), 50, hace notar que Cícón por parte de su esposa estaba emparentado con esta familia y que tal vez hiciera valer este hecho en beneficio propio. Demo se preguntada si su nuevo benefactor iba a alegar una circunstancia pa- recida. LOS CABALLEROS 217 PAFLAGONIO Dispuesto estoy a apostar la cabeza, si aparece por alguna par- 790 te alguien que te defienda o te ame más que yo. MORCILLERO ¿De qué le vas a amar tú, si no te compadeces de verlo habitar en tinajas, en nidos de buitre, en torreones, ya va para ocho años 98? Antes bien, lo tienes encerrado para exprimirle el jugo. La paz que traía Arqueptólemo ~, la desmoronaste; las 795 embajadas que ofrecen treguas, las echas de la ciudad a pata- das en el culo. PAFLAGONIO Así lo hice, para que llegue a mandar sobre todos los griegos. Pues está en los oráculos que, si aguanta, habrá de ser un día heliasta en Arcadia con sueldo de cinco óbolos. Pero, de todas formas, yo lo alimentaré y lo cuidaré, encontrando por las bue- 800 nas o las malas de dónde reciba el trióbolo. MORCILLERO ¡ Por Zeus!, de que ocupe el poder en Arcadia no te cuidas, sino más bien de robar y recibir sobornos de las ciudades. En- tretanto, el pueblo, obnubilado por la guerra, no ve tus sucios manejos y, forzado por el provecho que saca del salario, te mira boquiabierto. Pero, si un día regresa al campo para vivir 805 en paz, si recobra sus ánimos comiendo cebada tostada y entra en tratos con el borujo, reconocerá qué clase de bienes le arre- bataste fraudulentamente con la percepción de este salario. En- “El hacinamiento de la población por la afluencia masiva de refugiados del campo a comienzos de la guerra fue la causa principal de la peste que diezmó la población de Atenas (TUCIDIDES, 1152, 2). ‘9 Cf. no Verso tomado probablemente del T&fo de Eurípides. 101 Probable alusión a los Largos Muros construidos por su iniciativa que unían Atenas con el Pireo, segón los escolios. El adjetivo buxetXfí (y. 814) es diversamente interpretado: a) como x~<>~i i¿ii fxovoav; b) como &v8e8~ yá~ ~¡é~gov >~éye~a& rá ~ ~ ¿sAX 4~ro$Awo<~evov. A. II. Sow. Juego de palabras (y. 950) entre dimos ‘pueblo’ y dimós ‘grasa’, que simboliza la abundancia anterior a las privaciones de la guerra. 121 Es conocida la voracidad de esta ave. 950 955 228 COMEDIAS LOS CABALLEROS 229 MORcIunto ¿Qué pasa? Qultalo de mi vista. No tenía mi sello, sino el de Cleónimo ¡22~ (Quitándose otro anillo) Recibe éste de ml y sé mi despensero. PAFLAGONIO 960 Amo, todavía no, te lo suplico, hasla que no hayas oído mis oráculos. MORCILLERO Y también los míos. PAFLAGONIO ¡Ojo! Si le haces caso, harán de tu pellejo un odre. MORCILLERO Y si se lo haces a éste, te van a des- capullar hasta el arranque del pijo. PAFLAGONIO 965 No, porque los míos dicen que vas a mandar en toda la región coronado de rosas. MORCilLERo Y los míos, que, con un manto de púrpura bordado y una dia- dema, perseguirás en un carro de oro a Esmícite y a su señor marido123 ‘~ Aparte de cobarde, Cleónimo era glotán. ~ Se juega con el doble sentido de di/Mis (y. 969) ‘perseguir’ y ‘perse- guir en justicia’ y se transforma en femenino x~O9) el nombre ~4dxt,Oo~ CORIt~O (Al Morcillero) Ve a traerlos, para que los oiga (señalando a 970 Demo) éste. DEMO Perfecto. (Al Paflagonio) Tráelos también tú. PAFLAGONIO Estoy listo. MORCILLERO Yo también, ¡vive Zeus! Nada lo impide (ambos abandonan la orquestra). Str. 973-984 (gí)] CORO [Cto. 973-996 Placentera como ninguna será la luz del día, para los presentes y para quienes no han venido ¡24, 975 de quien era a la sazón secretario de los teqiLeiL tu>v XQllIlatWv (CIA 1139). Las mujeres, perennes menores de edad en el derecho ático, tenían que ser re- presentadas en juicio por su k’~rios (padre o hermano mayor en el caso de las solteras; esposo, en el de las casadas). El Paflagonio se dirige a Demo con me- táforas de la lengua amorosa, de ahí que le presente como ‘coronado de rosas’ a la manera de un er~menos, como a un objeto de amor pasivo. El Morcillero, en cambio, quiere hacer de él un era0s en función activa, que ‘persiga’ (ver- bo que se emplea también con connotaciones eróticas) a los prostituidos como Z~sLxueo~ cf. M. LANDFBSTER, Die Rítter des Arisrophanes. Beobachiungen zur drama¡ischen Handlwsg und zwn komischen Ser! des Arisrophanes, Ams-’ terdam, 1967, págs. 61-62. 124 Aceptamos, para subsanar el gliconio del y. 975, la corrección &tpLxvol4¡evoLS de P. voN DER MOu¡x, «Ennianuro, Aristophaneum», SIFC, n.s. 6, 222-223,. «los que no han venido», equivalente a rot ¿utoi3at, que for- ma con totot 7taQovoL una de esas antítesis tan del gusto de tos griegos. L 230 231 COMEDIAS si se acaba de una vez con Cleón. Y eso que a algunos viejos de los que son más cascarrabias les ol replicar en la lonja de los pleitos ¡25, que, de no haberse encumbrado éste en la ciudad, no existirían dos útiles cacharros, la mano de almirez y el cucharón ¡ 26• 985 Mas también hay un detalle que me AStr. 985-996] pasma en su porcuna ¡27 educación. Dicen los que de niños iban con él a la escuela que tan sólo al modo dorio ajustaba la lira una y otra vez, y no quería aprender otro. Así que el citarista, irritado, ordenó que se lo llevaran, 995 en la idea de que ese niño no podía sino aprender el son de «saca-don-dorio 128»• PAFLAGONIO [Esc. dial. 997-1110 (3 ia+6da) (Regresando con el Morcillero, ambos con grandes cestas) Mira, aquí están y no he sacado todos. ¡25 En el Pireo habla una lonja (de fgma, ‘muestra’) donde se exponían los diversos productos disponibles. Aristófanes llama así a los tribunales de Ate- nas, donde había una ‘exposición’ permanente de los más diversos pleitos. 126 Es decir, aquellos con los que se revuelven y machacan las cosas. 127 El cerdo para los griegos no era símbolo de la suciedad sino de la falta de educación. ¡25 V. 995: bwQoboxulnL. El interés de Cleón por el modo musical dorio (&OQ«JtL) y su desprecio de los otros tres, el jónico, el frigio y el lidio, se ex- plica por su afán de recibir sobornos (&oQo6oxetv). MORCILLERO ¡Ay!, que me cago del esfuerzo, y no he sacado todos. DEMO Eso, ¿qué es? PAFLAGONIO Oráculos. DEMO ¿Todo eso? PAFLAGONIO ¿Te asom- íooo bras? Pues todavía, ¡ voto a Zeus!, me queda un arca llena. MORCuiaw Y a ini un desván y dos habitaciones. DEMO Veamos, ¿de quién diantre son los oráculos? PAFLAGONIO Los míos son de Bacis. DEMO (Al Morcillero) Y los tuyos, ¿de quién? MORCILLERO De Glams 129, el hermano mayor de Bacis. ¡29 El Morcillero replica con el primer nombre de similar terminación que se le viene en mientes y aduce el de un pez: gldnis ‘siluro’ (y. 1004). L LOS CABALLEROS 980 LOS CABALLEROS í, xe~L &~¿o1l —— cá xéo~ o<,coai. 6áxot (y. 1010) de la mayoría de los codd. La substitución del esperado >~ztXo~ ‘labio’ por ~éo~ es un chocarrero aprosdókiton. ‘3’ El orkulo, citado por el escoliasta decía: ‘Afortunada ciudad de Ate- ¡sea, depredadora, tras ver, padecer y sufrir muchas cosas, te tranaformarís para siempre en un 6guila en las nubes~.. “~ Primer rey mítico de Atenas. ‘33 La expresión &i~t lQuró&nv >ci~u»v, tomada del Himno a Apolo ho- ¡¡sérico (y. 443) no alude, a nuestro parecer, a la colección de trípodes consa- PAELAGONIO El can soy yo, pues ladro por ti. Y a ti te encarga Febo conser- varme pues soy tu perro. MORCILLERO No dice eso el oráculo, sino que (señalando al Morcillero) este ío~s perro te está mordisqueando los oráculos, como si fueran ga- chas. Para mí está claro lo del chucho ese. DEMO Habla entonces. Pero antes cogeré una piedra para que no me muerda el oráculo del can MORCILLERO «Observa, hijo de Erecteo, al can Cérbero, (6 da) el esclavizador que, meneando el rabo, te acecha cuando cenas, y se zampará tu comida, tan pronto como se te vaya el pensamiento a otra parte y te quedes boquiabierto; y que, a escondidas, yendo y viniendo de noche a la cocina, te lamerá a lo perruno los platos y las ... islas». DEMO ¡ Por Posidón! Mucho mejor lo tuyo, Glanis. grada a Apolo, sino al trípode sobre el que se sentaba la pitonisa (plural poéti- co) para entrar en trance profético. 134 En el y. 1029 aceptamos la lección de los códices: tvc.t l~1 A’ 6 XQTlOI.LO~ O 3tEQL tol> XUVO &IXfl. 1030 1035 232 COMEDIAS 233 1020 234 COMEDIAS Px~GONío Escucha, amigo, y decide luego sobre esto: «Hay una mujer y parirá un león en la sagrado Atenas (6 da) que luchará por el pueblo contra muchos mosquitos, tal como si saliera a defender a sus cachorros. io4o Guárdalo, hazle un muro de maderos y torres de hierro I35»~ Eso, ¿sabes lo que quiere decir? DEMo ¡Por Apolo!, yo no. PAFLAGONIO El dios te avisa con claridad que me conserves, porque hago para ti las veces de un león. DEMo ¡Cómo se me escapé que te hablas transformado en un ‘vice- león’ como Antileén 1 3ó! ¡35 Alusión al célebre oráculo délfico que ordenaba proteger Atenas con una muralla de madera (HeRóDoTo. VII 141). ‘~ En griego (y. 1044) ‘AvnAáwv, nombre propio. Los compuestos con &vrí— designan: 1) el ámbito en que se desarrolla un conflicto (¿tvrL&xo~ ‘ad- versario en el proceso’); 2) el objeto reemplazado o igualado (&vrL8eo~); 3) el objeto de una oposición (AvuartLxwTi1~); 4) un estar frente a frente concre- to (&vci~XLo~). Aunque el sentido 3) no está atestiguado hasta época tardía. G. BIORCK, «MuJ8oq,óQo~» et ‘Avu)~kwv deux calembours par catachrése chez Aristophane», Eranos 38 (1940), 33-35, estima que como Augenbl¡cks- bildung, basado en el sentido 4) sería posible en la lengua popular. El ve¡io (<¡cómo se me escapó que te habías hecho un antdeónh.) aludiría a León, uno de los signatarios de la paz de Nicias, con el que ya desde el 424 estaría ene- mistado Cleón. La hipótesis, aunque ingeniosa, carece de base firme. Optamos por el sentido 2). LOS CABALLEROS MORCILLERO 235 Hay una cosa en los oráculos que, adrede, no te la explica, sólo ¡045 una: qué es el muro de hierro y el madero en el que Loxias te ordena guardarlo. DEMO ¿Qué quiso entonces dar a entender el dios con eso? MORCILLERO narlo a un madero de cinco agujeros 137~ DEMO Ya me parece que van a cumplirse esos oráculos. PM~ooNíO Te ordena encade- No le hagas caso. Envidiosas graznan las cornejas. (6 da) Ama al gavilán, guardando en la memoria a quien te trajo encadenados los polluelos de los cuervos lacedemonios. MORCILLERO 1050 Ese fue un riesgo que asumió borracho el Paflagonio. (6 da) Descendiente de Cécrope de malas determinaciones, 1055 ¿por qué lo tienes por una gran hazaña? Hasta una mujer llevaría un fardo, si se lo pone en la cabeza un hombre. Pero no combatiría, se cagaría, si combatiera. PAFLAGONIO Pero atiende a esto, al Pilo delante de Pilo que te decía: «Hay un Pilo delante de Pilo I38~ I3~ El cepo, con cinco agujeros, para la cabeza y las extremidades. ¡35 Alusión a un conocido verso («hay un Pilo delante de Pilo, y también hay otro Pilo») que se refería a las tres ciudades del Peloponeso así llamadas: 236 COMEDIAS LOS CABALLEROS 237 ¿Qué quiere decir eso de «delan- te de Pilo»? MORCILLERO 106o Dice que ocupará las pilas en la casa de baños. Entonces, ¿voy a quedarme sin lavar? MORCILLERO Claro, porque éste nos arrebaté las pilas. Pero el oráculo de ahora se refiere a la flota y le debes prestar mucha atención. D~o 1065 Ya se la estoy prestando. Léeme primero cómo se les dará la soldada a mis marineros. MORCILLERO «Descendiente de Egeo, atención al ‘perro-zorro’, (6 da) no vaya a engañarte, pues muerde a traición y es veloz el astuto garduño, y se las sabe todas». ¿Sabes qué es eso? DEMO SI. El ‘perro-zorro~ es Filóstrato t39~ MoRC¡unto íoio No dice eso, sino que este tipo te está pidiendo siempre naves veloces para recaudar dinero y Loxias te desaconseja dárselas. Pilo Énoe, al N. de la Élide, Pilo Lepreático, al Sur, y Pilo, frente a Esfacteria, en Mesenia. ‘39 Propietario de un prostíbulo, conocido con el apodo de kynalépix. D~o Pero, ¿cómo va a ser una trirreme un ‘perro-zorro’? MORCILLERO Porque la trirreme y el perro son veloces. ¿Cómo? D~o 1075 ¿Por qué se añadió entonces ‘zorro’ a ‘perro’? MORCILLERO Comparé a los soldados con zorrillos, porque se comen las uvas en los campos. D~ sería propia de mendigo lisiado. Pero aquí se evoca el adjetivo xo¿>~fl ‘en el hueco de la mano. L 238 COMEDIAS LOS CABALLEROS P~a~GoNíO No lo interpreta correctamente. Con Cilene Febo aludió (6 da) íoss enigmáticamente y con razón a la mano de Diopites t42• Mas tengo en mi poder un vaticinio alado sobre ti: que te transformarás en águila y serás el rey de toda la tierra. MORCILLERO También lo tengo yo: y no sólo de la tierra, sino del mar Rojo, y que habrás de ser juez en Ecbátana, lamiendo pasteles espolvoreados. P>~ooNIo 1090 1095 Pero yo tuve un ensueño, y me pareció que la diosa en persona con un aguamanil derramaba sobre el pueblo salud y riqueza. MORCillERO ¡Por Zeus!. yo también, y me pareció que la diosa en persona salía de la Acrópolis y que una lechuza estaba posada en ella, Y que luego con un esenciero vertía ambrosía sobre tu cabeza y salmorejo en la de éste. ¡Ay! ¡Ay! Nadie en verdad era más sabio que Glanis. Y ahora, aquí me tienes, en tus manos me pongo para que seas «el ayo de mi vejez y me reeduques t43»~ ‘~ Uder del partido conservador, muy apegado a la religión tradicional y que ejerció un gran influjo en Nicias. A lo que parece tenía una mano tullida. ~ Expresión tomada del Peleo de Sópoa.as (fr. 434 Nauck). PAFLAGONIO Todavía no, te lo suplico, espera, pues te voy a procurar ceba- tao da y vituallas a diario. DEMO No soporto oir hablar de cebada. Fueron muchas las veces que me engañasteis tú y Túfanes t44• PAFLAGONIO Pues te proporcionaré harina ya molida. MORCILLERO Y yo tortitas bien amasadas y el condumio guisado. No tendrás tíos más que comerlo. DEMO Acabad de una vez lo que vayáis a hacer. A aquél de los dos que ahora mejor me trate, le entregaré las riendas de la Pnix. PAFLAGONIO Voy corriendo a entrar el primero. MORCILLERO No serás tú, sino yo (salen precipitadamente). CORO [Cto. aro. 1111-1150 (tel, reiz) ¡Oh! Demo, hermoso es el poder que tienes, pues todos los hombres te temen como a un tirano. Pero eres fácil de engañar y te gusta que te halaguen y te engañen. Te quedas siempre 144 Adulador y secretario de Cleón. segiln noticia de un escolio. L 1110 1115 239 240 COMEDIAS LOS CABALLEROS 241 boquiabierto ante quien te está hablando y tu mente se ausenta aun estando tú presente. D~o Donde no está la mente es en vuestras melenas, si creéis que no estoy en mis cabales. Esas tonterías las hago adrede. Me gusta reclamar a gritos la comida y quiero tener~ por si me roba, a un solo administrador~ Y cuando está atiborrado, lo levanto y lo estrello. CoRo En tal caso, haces bien, si en esa tu forma de ser hay tan buen seso, como dices, si a propósito los crías en la Pnix como víctimas de sacrificios públicos y luego, si no tienes alimento, al que de ellos esté bien cebado, lo sacrificas y te lo almuerzas. D~o Mirad, si no les busco las vueltas con pericia a quienes se las dan de listos y creen que me engatusan. A cada paso los vigilo, sin parecer que los veo robar~ Después los obligo a vomitar todo lo que me han robado, metiéndoles como sonda el embudo de la urna 145 (Salen el Paflagonio y el Morcillero, ambos cargados de obje- tos, porfiando por adelantarse) 1150 PAFLAGONIO [Escen. dial. 1151-1263 (3 is) Quita de ahí, vete al infierno. MORCILLERO Te irás tú, desgraciado. PA1~ooNlO Demo, llevo la tira de tiempo preparado y deseoso de benefi- ciarte. MORCnIERo Y yo diez veces y doce veces y mil veces la tira y requetelatira. 1155 D~o Y yo estoy harto de esperaros a los dos treinta mil veces la tira y me estáis asqueando requetelatira de tiempo. MORcIu~tO ¿Sabes lo que debes hacer? D~io Ya me lo dirás tú, si no. MORCILLERO Sudítanos en la línea de salida a éste y a mí, para que te benefi- 1160 ciemos en condiciones de igualdad. ~ En el y. 1150 (xnJAóv xcrrapa~X6v), como complemento del verbo se esperaría laimón Ugarganta’) lo sondado y no el instrumento empleado como sonda: klmón es un aprosd4k¿ton (cf. A. H. SoaQ.~s¡s1P.m, .Notes on Arista- pbanes’Kn¡ght.r*, CQ n. s. 30,1 [1980], 51). L 1120 1125 1130 1135 1140 1145 242 COMEDIAS D~io Así habrá que hacer. Id a ella. PAI~ooN1O y MoRcnin~o Listos. DEMO Podéis correr. MORcnxmw No voy a dejar que te me cruces (entran en la casa, el Paflagonio antes). D~o (Aparte) Si no me pego hoy la gran vida a costa de mis enamo- rados, ¡por Zeus! me haré el melindroso. PAFLAGONIO ¿Lo ves? Yo te traigo primero un taburete. MORCILLERO 1165 Pero no una mesa, y en eso soy el requeteprimero. PAFLAGoNIO Mira, te traigo esta tortita hecha con los granos de cebada de Pilo. MORCILLERO Y yo cortezas de pan con la miga quitada’~ por la mano mar- fileña de la diosa. 1170 ¡Qué grande, por cierto, santa diosa, tenias el dedo! 146 Para servir de cuchara, que eso era la mysdli (y. 1168). LOS CABALLEROS 243 PP.aAGoNIO Y yo un puré de guisantes apetitoso y sabroso. Lo amasé per- sonalmente la Palas que combate en la Puerta I47~ MORCILLERO ¡Oh! Demo, está claro que la diosa vela por ti; incluso ahora sostiene sobre ti una olla llena de caldo148 ¿Crees que continuarla habitada esta ciudad, si por encima de 1175 nosotros no sostuviera a ojos vistas ... la olla 149? PAFLAGONlO Esta loncha de pescado te la da La que pone en fuga los ejércitos. MORCILLERO Y la Hija del Potente, esta carne cocida en salsa y estas piezas de tripa, de estómago y de panza. D~o ¡Hizo bien en acordarse del peplo 150! 1180 PAFLAGONIO La de la cimera de Gorgona te invita a comer esta tira de pan 151, para que tiremos bien de las naves. ~ Cleón, interesadamente, transforma el epíteto flQóIK¡Xo de Atenea en fl1ñsu~¿dXov (sobre ~ri~j ‘puerta’) que sugiere un fl1J).oqAá~o~ ‘comba- tiente en Pilo’. ‘~ La expresión irneQé)~EL 00V )utQClv (y. 1174) es una evocación cómi- ca de un verso de Solón (xeTQa~ 67T.EQOEV ~2L). ‘49 Los pobrea recibían en las Panateneas pan y caldo gratuitamente. ‘~ En las Panateneas se ofrendaba un peplo a la diosa. 151 El »~ar,~g (y. 1182) era un pan alargado, cuya denominación (fornen agentis de »~si’vo,) evocaba a tos remeros. L 244 COMEDIAS MoRCn±ERo Toma también esto. ¿Y qué voy a hacer con estos entresijos? MORCILLERO 1185 La diosa te los envía para reforzar los entresijos 152 de las na- ves, pues vela evidentemente por la flota. Toma también para beber esta mezcla de tres partes de agua y dos de vino. D~o (Probando) ¡Qué rico y qué bien lleva las tres partes de agua! MORCILLERO Como que fue la Tritógenes 153 la que lo terció. P4’.rL’~GONíO 1190 Toma, de mi parte, este trozo de torta mantecada. MORCILLERO Y de la mía esta torta entera. PAFLAooNIO Pero no tendrás de dónde darle tasajo de liebre y yo sí (lo saca del cesto). MORCILLERO (Aparte) ¡Ay! ¿De dónde sacaré tasajo de liebre? ¡Oh! corazón, inventa ahora alguna payasada. 152 El raro & raQóveta (y. 1185), en juego etimológico con &YtéQotg (y. 1184), expresa la parte interior de las naves. ‘~ El epíteto TQt~oyevv~, T~oyévs«i de Atenea (‘nacida junto al lago Tritón’) es puesto en cómica relación con el ordinal de ‘tres’. 245 LOS CABALLEROS PM~GON1O (Mostrándolo) ¿Lo ves, desgraciado? 1195 MORCILLERO Me importa un ~omino, pues por allí vienen hacia mí unos embajadores con bolsas repletas de dinero. PAFLAGONIO ¿Por dónde? ¿Por dónde? MORCILLERO ¿Qué tienes tú que ver con esto? Deja en paz a los extranjeros (coge las tajadas mientras el Pa- fiagonio se vuelve para mirar). Demito, ¿ves las tajadas de lie- bre que te traigo? PAFLAGONIO ¡Ay! desdichado de mí, me las quitaste contra todo derecho. í~oo MORCILLERO Y tú, ¡por Posidón!, hiciste lo propio con los de Pilo. DEMO Dime, por favor, ¿cómo se te ocurrió quitárselas? MORCILLERO La idea fue de la diosa, el hurto mío. Yo fui quien se arriesgó. MORCILLERO Y yo quien las asó 154• ‘~ Atribuimos, con Coulon-Van Daele, la segunda mitad del y. 1204 al Morcillero. L LOS CABALLEROS MORCILLERO í2os Apártate. El agradecimiento se debe a quien las ha servido. PJ~LAGoNIo ¡Ay! desdichado de mí, me va a superar en desverguenza. MORcELERO ¿Por qué no decides, Demo, cuál de nosotros dos es mejor con- tigo y con tu estómago? DEMO 1210 ¿De qué criterio me valdré para parecer a los espectadores que juzgo con pericia? 1215 MORCILLERO Yo te lo diré. Ve junto a mi cesta, cógela a la chita callando y comprueba lo que hay dentro. Haz lo mismo con la del Pafla- gomo y, descuida, juzgarás bien. DEMo (Abriendo la cesta) Veamos, pues, qué hay dentro. Todo te lo he servido. MORCillERO Dm~o Esta cesta, al menos, es adicta a Demo. MORCILLERO ¿No la ves vacía, papaíto? Ahora ven acá, a la del Paflagonio (abriéndola) ¿Ves esto? DEMO ¡Jo! ¡De cuántas cosas bue- 1220 nas está llena! ¡Qué cacho de torta se ha guardado! Y lo que cortó para darme no era ni tanto así. Pues algo parecido te hacia también antes. Te ofrecía un poco de lo que cogía y se reservaba la porción mayor. DEMO ¡Asqueroso! ¿Me engañabas así robándome? ¡Y yo te concedía 1225 «coronas y regalos» 155! PA¡~GoN1o Si robaba era en bien de la ciudad. DEMO Quitate inmediatamente la corona, para que se la imponga a éste. MORCnLERO Quitatela ya, carne de látigo. PAFLAGoNIO No, por cierto, porque tengo un oráculo pitico que indica el 1230 único que me ha de vencer. MORCILLERO Indicará entonces mi nombre con toda claridad. ‘“Parodia de la tragedia, como lo indica el empleo del dórico en el origi- nal (y. 1225). Un escolio adviefle que a~’.oONío ¿Cómo dices? ¡ Cómo toca el oráculo la fibra sensible de mi co- razón! Sea. En la escuela de gimnasia, ¿qué deporte aprendiste? MORCILLERO A robar y a perjurar y a mirar cara a cara. Pba~ooNíO 1240 «¡Oh! Febo Apolo Licio, ¿qué vas a hacer de mi? 157» (Al Mor- cillero) ¿Qué oficio ejercías, cuando te hiciste hombre? MORCILLERO Vendía morcillas y tomaba por culo. P>~I~GoníO ¡Ay! desdichado de mí. Ya no soy nada. Tenue es la esperanza que nos mantiene a flote 158~ 1245 (Al Morcillero) Respóndeme tan sólo a esto: ¿Vendías las mor- cillas en la plaza o junto a las puertas de la ciudad? ‘~ Las he*stroi (y. 1236) eran los lugares de los mataderos donde se que- maba el vello de los cerdos sacrificados. ~ Parodia del estilo trágico. 158 Parodia del estilo trágico, con un efecto de aprosdókiton sobre una ¡netifora marítima. Detrás de 1ept~ se esperaría sched(a ‘balsa’ (cf. PLAÚJN, Fedón 85 D) y no elpú (y. 1244). Junto a las puertas, donde el mercado de salazón. PAa~GONíO «¡Ay! se ha cumplido el oráculo divino. Arrastrad adentro a este infortunado. ¡Oh! corona, vete con dios, aunque forzado, yo te dejo. Otro te tomará y será tu dueño, más ladrón no, quizá más afortunado 159» (La tira al suelo). CoRiFEo Zeus Helanio, tuyo es el premio de la victoria ‘~. MORCILLERO 1250 (A Demo) Salve, vencedor de la hermosa victoria. Acuérdate de que te has hecho un hombre gracias a mí. Te pido poca 1255 cosa: ser para ti como Fano, un testaferro de pleitos 161• Dime: ¿cuál es tu nombre? DEMO MORCILLERO Agorácrito, pues en el ágora me crié pasando momentos críticos 162• ~ Los dos primeros versos (1248-1249) corresponderían al Beleforontes de Eurípides, según el escoliasta. Los siguientes (1250-1252) se han tomado de la despedida de Alcestis, en la pieza eurípides del mismo nombre (y. ¡77 sigs). ‘~ Atribuimos, con Marzullo, el y. 1253 al Corifeo y los siguientes al Morcillero. El epíteto de Zeus es de origen egineta. 161 Fano, mencionado con Cleón en Avispas 1220, probablemente era uno de sus testaferros. Hay un juego de palabras con ph4inein en el sentido de ‘de- latar’ y el adjetivo phanós ‘brillante’, ‘ilustre’. 162 Hemos procurado mantener así la explicación del nombre del y. 1258 (l~v t¿ryoQt~ ya~ XQLVó1IEVO~ &~ooxó~v). 248 COMEDIAS P>~oorno 249 250 COMEDIAS LOS CABALLEROS 251 D~o 1260 A Agorácrito, pues, me encomiendo y le entrego este Paflago- mo. MORCILLERO Y yo, Demo, te atenderé bien, tanto que confesarás no haber visto hombre mejor que yo para la ciudad de los Boquiabiertos (entran los tres en casa de Demo). Od. 1264-1273 (da-ep)] 1265 1270 CoRo [II Pbs. 1264-1315 ¡Qué cosa más hermosa hay 163 al principio o al final de una oda que cantar a los conductores de veloces corceles, sin herfr con premeditada intención a Lisístrato 164 y a Tumantis 165, el carente de hogar~ Pues éste, ¡oh! Apolo querido, siempre pasa hambre y con un raudal de llanto, agarrado a tu carcaj, te implora en la divina Pitón, no padecer penurias tan atroces. [Ep. 1274-1289(4 tro) Insultar a los canallas no es algo censurable. Al contrario, es 1275 un honor para los hombres decentes, si bien se piensa. Si un sujeto, que forzosamente habrá de oir muchos improperios, 163 Imitación de un pmsódion de Píndaro, compuesto en honor de Atenea Ates de Egina (fr. 101 Twyn); cf. el comentario de E. FltAaNIcaI., Beobachtwz- gen zu Arísíophanes, Roma. 1962, págs. 204-207. ‘“ Un muerto de hambre, mencionado en Dairal¿s, fr.1, Acarnienses 855 sigs. y en Avispas 786, 1302. ¡65 Un pobre kólax que aparece en el fr. 32 de Hermipo. fuera por si mismo conocido, no haría mención de un amigo. El caso es que a Arignoto le conoce todo el mundo que sepa distinguir lo blanco y el modo ortio. Pero tiene un hermano nao que por su forma de ser no es de su casta: Arífrades ~ un de- generado. Y encima quiere serlo. Y no sólo es un degenerado, sino inventor de un vicio nuevo. Mancha su lengua con place- res vergonzosos, lamiendo en los prostíbulos el repugnante 11- 1285 quido, ensuciándose el bigote y removiendo a las hembras el brasero. Compone al estilo de Polimnesto y se trata con Eéni- co 167~ Cualquiera que no sienta un profundo asco por semejan- te tipo, jamás beberá con nosotros de la misma copa. Muchas veces durante la noche [AOd. 1290-1299 1290 me he puesto a cavilar y he tratado de averiguar de dónde puede comer Cleóninw’~ sin dar golpe. 1295 Dicen que, mientras se atibo rra ¡66 Arignoto, era un buen citarista. Arífrades, que fue discipulo de Anaxí- goras, era conocido por su depravación; cf. Avispas, 1275-1283, Paz 883, Are- taso V 220 B y LUCIANO, Pseudolog. 3. Hijos dc Autómenes, tenían otro her- mano actor. Las habilidades musicales de Arignoto le inducen a Aristófanes a cambiar la expresión esperada: «distinguir lo blanco de lo negro». Ésta es, al menos, la impresión que se saca a primera vista del texto, pero el aparente elo- gio puede ser un insulto encubierto, si se tiene en cuenta que el adjetivo ‘blan- co’ se asociaba a los afeminados, que el ‘modo ortio’ puede ser una alusión al phaliós erecto y que los citaredos gozaban fama de abembrados. Y teniendo todo ello en consideración, cabe dudar de la sinceridad del poeta al calificar a Arignoto de ‘amigo’; cf. P. TOTARO. «II bianco Arignoto (Ar. Eq. 1279)», Eí- ko.srwaos 2 (1991), 153-157. 167 Polimnesto de Colofón. aulodo famoso por sus variaciones musicales en el nómos órthios citado por Píndaro, Alcman y Purr,.aco, De musica 5-12. Eónico sólo es conocido por una mención de Hesiquio. ‘~ Cf. nota 117. L LOS CABALLEROS de lo que tienen los ricos, no quiere salir de la despensa, y que ellos al unísono, le suplican: «Anda, señor, por tus rodillas, sal y perdona nuestra mesa». [AEp. 1300-1315 (4 tro) 1300 Cuentan que las trirremes se reunieron para deliberar y que una de ellas, que era más vieja, dijo: «¿No os habéis enterado, chi- cas, de lo que pasa en la ciudad? Corre el rumor de que reclama cien de nosotras contra Cartago’69 un mal ciudadano, un tío vi- 1305 nagre, Hipérbolo l70»~ Que eso les pareció indignante e intole- rable y que una de ellas, que no se había arrimado a los hom- bres, exclamó: «Dios protector 171, jamás será mi patrón y, si es preciso, aquí me haré vieja, corroída por la carcoma. No, ¡oh! 1310 dioses, no mandará en Naufante 172, la hija de Nausón, si es que estoy hecha de maderos de pino. Si eso les place a los atenien- ses, propongo que naveguemos al templo de Teseo o al de las diosas venerables 173 y que allí nos refugiemos. Pues no se va a ‘~ Los atenienses habían enviado una flota a Sicilia en el 427 a. C., que, tras la conferencia de Gela en el 424. regresó por decisión de sus comandan- tes, por lo que fueron castigados (cf. Tucloinas, IV 65). El partido belicista abogaba por una intervención en los asuntos de la isla con vistas a la ulterior conquista de Cartago para hacerse con el dominio del Mediterráneo occiden- tal. Para ello era necesaria una potente flota. 171) Sobre el carácter de Hipérbolo, cf. Tudomas, VIII 73, 3; Avispas 1082, Acarnienses 846. Nubes 876. Puntuamos el y. 1304, con Rogera, poniendo coma detrás de I.wXO~Qóv y de 6~ivt~v (dvb~a lwXO,QÓV, ,ro>~Lti~v ¿~Lvilv). 171 Es decir, Apolo Apotropnios. 172 Las naves atenienses llevaban nombres femeninos; en esta prosopope- ya la joven trirreme exhibe dos nombres parlantes, el suyo y el de su padre. 173 En el templo de Teseo se suponían enterrados los restos del héroe na- cional de Atenas. Tanto éste, como el de las diosas venerables junto a la colina del Areópago, eran conocidos lugares de asilo. burlar de la ciudad teniéndonos a su mando. Que navegue él solito hasta los cuervos, si quiere, botando al mar las cajas en .1315 que vendía sus lámparas 174» (Sale de la casa el Morcillero). MORCILLERO [Esc. en vv. largos (4 en) 1316-1334 Es preciso guardar silencio, cerrar la boca, abstenerse de testi- monios y clausurar los tribunales con los que se regocija esta ciudad y que los espectadores entonen un peán por la nueva ventura. CoRIFEO ¡Oh! luz de la sagrada Atenas y defensor de las islas, ¿qué bue- 1320 na noticia traes que nos mueva a cubrir las calles con el humo de los sacrificios? MORCILLERO Cocí a Demo, y de feo que era lo hice hermoso 175, Coiw~no ¿Y dónde está ahora, ¡oh! inventor de ideas maravillosas? MORCILLERO Habita en la antigua Atenas, la coronada de violetas. CORu~no ¿Podemos verlo? ¿Qué clase de atuendo tiene? ¿En qué clase de persona se ha transformado? MORCILLERO En el que era antes, cuando comía con Aristides y Milcíades. 1325 Le vais a ver, pues ya se está oyendo el ruido de los Propileos al abrirse. ¡Ea!, lanzad gritos de júbilo ante la aparición de la ~ Hipérbolo era fabricante de lámparas (cf. Nubes 1065, Paz 690). 175 El mágico recurso con el que Medea devolvió la juventud a Esón. L 252 COMEDIAS 253 1 252 COMEDIAS LOS CABALLEROS 253 de lo que tienen los ricos, no quiere salir de la despensa, y que ellos al unísono, le suplican: «Anda, señor, por tus rodillas, sal y perdona nuestra mesa». [AEp. 1300-1315(4 tro) 1300 Cuentan que las trirremes se reunieron para deliberar y que una de ellas, que era más vieja, dijo: «¿No os habéis enterado, chi- cas, de lo que pasa en la ciudad? Corre el rumor de que reclama cien de nosotras contra Cartago 169 un mal ciudadano, un tío vi- 1305 nagre, Hipérbolo 170»• Que eso les pareció indignante e intole- rable y que una de ellas, que no se había arrimado a los hom- bres, exclamó: «Dios protector 171, jamás será mi patrón y, si es preciso, aquí me haré vieja, corroída por la carcoma. No, ¡ oh! 1310 dioses, no mandará en Naufante 172, la hija de Nausón, si es que estoy hecha de maderos de pino. Si eso les place a los atenien- ses, propongo que naveguemos al templo de Teseo o al de las diosas venerables 173 y que allí nos refugiemos. Pues no se va a 169 Los atenienses habían enviado una flota a Sicilia en el 427 a. C., que, tras la conferencia de Gela en el 424, regresó por decisión de sus comandan- tes, por lo que fueron castigados (cf. Tucft>mes, IV 65). El partido belicista abogaba por una intervención en los asuntos de la isla con vistas a la ulterior conquista de Cartago para hacerse con el dominio del Mediterráneo occiden- tal. Para ello era necesaria una potente flota. ‘~ Sobre el carácter de Hipérbolo, cf. Tudranes, VIII 73, 3; Avispas 1082, Acarnienses 846, Nubes 876. Puntuamos el y. 1304, con Rogers, poniendo coma detrás de MoX8,lQóv y de ó~tv,1v (dvbQa JOXO1IQ y, ,soAítviv ¿>~tVTlV). 171 Es decir, Apolo Apotropaios. 172 Las naves atenienses llevaban nombres femeninos; en esta prosopope- ya la joven trirreme exhibe dos nombres parlantes, el suyo y el de su padre. 173 En el templo de Teseo se suponían enterrados los restos del héroe na- cional de Atenas. Tanto éste, como el de las diosas venerables junto a la colina del Areópago, eran conocidos lugares de asilo. burlar de la ciudad teniéndonos a su mando. Que navegue él solito hasta los cuervos, si quiere, botando al mar las cajas en .1315 que vendía sus lámparas 174» (Sale de la casa el Morcillero). MORCILLERO [Esc. en vv. largos (4 an) 13 16-1334 Es preciso guardar silencio, cerrar la boca, abstenerse de testi- monios y clausurar los tribunales con los que se regocija esta ciudad y que los espectadores entonen un peán por la nueva ventura. CORIFEO ¡Oh! luz de la sagrada Atenas y defensor de las islas, ¿qué bue- 1320 na noticia traes que nos mueva a cubrir las calles con el humo de los sacrificios? MORCILLERO Cocí a Demo, y de feo que era lo hice hermoso 175• Coawno ¿Y dónde está ahora, ¡oh! inventor de ideas maravillosas? MORCILLERO Habita en la antigua Atenas, la coronada de violetas. Co~ur~o ¿Podemos verlo? ¿Qué clase de atuendo tiene? ¿En qué clase de persona se ha transformado? MORCILLERO En el que era antes, cuando comía con Aristides y Milcíades. 1325 Le vais a ver, pues ya se está oyendo el ruido de los Propileos al abrirse. ¡Ea!, lanzad gritos de júbilo ante la aparición de la ‘7’ Hipérbolo era fabricante de lámparas (cf. Nubes 1065, Paz 690). 175 El mígico recurso con el que Medea devolvió la juventud a Esón. LL LOS CABALLEROS 255 COMEDIAS 254 antigua Atenas, la admirable y cantada en mil himnos, donde reside el ínclito Demo. ColuFEo 1330 ¡Oh! reluciente, coronada de violetas, muy envidiable Atenas, muéstranos al monarca de la Hélade 176 y de esta tierra (Demo aparece vestido a la antigua usanza). MORCILLERO Ahí se le puede ver, con la cigarra puesta, con el esplendor de su antiguo porte. Y no huele a votos, sino a libaciones de paz, ungido de mirra. CORIFEO Salve, rey de los griegos. Nos congratulamos contigo. Tu suer- te es la que se merece la ciudad y el trofeo de Maratón. 1335 Amigo mío, el más querido, ven aquí, Agorácrito. ¡Qué de be- neficios me hiciste al cocerme! MORCILLERO ¿Yo? No sabes, desdichado, cómo eras antes y qué cosas hacías. De lo contrario, me esti- marías un dios. DEMO ¿Qué hacia antes? Dímelo. ¿Cómo era? 116 La calificación de Demos como monarca’ (y. 1330) y ‘rey de los grie- gos’ (y. 1333) recuerda un conocido comentario de AIUsTó-raes (Política IV 4. 1292 a 15 sigs.) y tal vez sea un reflejo de nociones políticas de la época (cf. H. KI.smi~acHr, «Dic Epiphanie des Demos in Aristophanes’ Rittern>’. Hermes 74(1939], 65). MORCILLERO En primer lugar, siempre que alguien decía en la Asamblea: ¡340 «¡Oh! Demo, estoy enamorado de ti, te quiero y soy el único que cuida de ti y vela por tus intereses»; siempre que alguien hacia ese proemio, agitabas las alas y erguías los cuernos. ¿Yo? MORcnmto A cambio de esto, se iba después dejándote engañado. 1345 DEMO ¡Qué dices! ¿Me hacían eso y no me daba cuenta? MORCILLERO Tus orejas, ¡por Zeus!, se abrían y se volvían a cerrar como una sombrilla. DEMO ¿Tan fuera de mis cabales llegué a estar y tan chocho? MORCILLERO Efectivamente, ¡vive Zeus! Y si tomaban la palabra dos orado- 1350 res, uno proponiendo naves largas, y el otro, gastar en salarios ese dinero, el que proponía salarios ganaba la carrera al que proponía las trirremes. ¡Eh! tú, ¿por qué agachas la cabeza? ¿No vas a estarte quieto? D~o Me avergílenzo de mis yerros anteriores. ¡355 MORCILLERO No tienes tú la culpa de ellos, no te acongojes, sino los que te engañaban de esa forma. Ahora, responde. Si algún botarate L LOS CABALLEROS 257 COMEDIAS de asesor dice: «No habrá harina para vosotros, los jueces, si í~o no emitís condena en este proceso»; a ese asesor, di, ¿qué le harás? DEMO Lo levantará en el aire y lo arrojaré al abismo, colgándole del cuello a Hipérbolo. MORCILLERO í~s Esta respuesta ya es la correcta y la sensata. En lo demás, ¡ea! veamos: ¿cómo va a ser tu política? Explícate. Ante todo, a los que reman en las largas naves les entregaré In- tegro el sueldo nada más llegar a puerto. MORCILLERO Merced que haces a muchas posaderas desgastadas. 1370 Luego, ningún hoplita que figure en las listas de reclutamiento cambiará por influencia su inscripción, sino que quedará ins- crito en donde estaba en un principio. DEMO Me refiero a esos mozalbetes del mercado de peifunies que, 1375 sentados allí, parlotean lindezas de esta índole: «Listo es Féax 178 y con habilidad se libré de la muerte. Pues es argu- mentativo y conclusivo, creativo en sentencias, claro e incisi- vo, y excelente en lo anticipativo de lo alborotativO». 1380 MORCILLERO ¿No serás tú resolutivo al enseñarle el dedo al chamullante co- lectivo 179? DEMO No, ¡por Zeus!, pero a todos esos les voy a obligar a ir de caza, dejándose de decretos. MORCILLERO En ese caso, toma esta silla plegable y a este muchacho, que 1385 los tiene tan bien puestos, para que te la lleve. Y site viene en gana, hazle también plegadizo. DEMO ¡Qué feliz soy al reinstalarme en mis antiguos usos! MORCILLERO Esto le muerde a Cleómmo la abrazadera del escudo. Ni andará por la plaza ningún barbilampiño. MORCILLERO Entonces, ¿por qué plaza andarán Clistenes y Estratón ‘~~? ~77 Clístenes aparece como afeminado en Acarnienses 118, Nubes 335, Aves 821, Lisútrata 1092, Tesmofortantes 635. Estratón figura a su lado en h. L Acarnien.ses 127. El escoliasta explica que uno y otro se depilaban la barba con pez, en una época en que llevarla crecida era habitual. ‘7~ Hijo de Erasístrato, muy admirado por los jóvenes, por su habilidad oratotsa. ~ La filosofía y la sofística, con los nombres abstractos, pusieron en cir- culación gran cantidad de adjetivos en -¿Icos. A la serie de ellos enumerada por Demo en imitación del lenguaje al uso, el Morcillero acuila el chocarrero 1ta&tXt1J~LXO~ roO XaXryrucoO, con clara alusión al gesto despectivo de mostrar el dedo corazón «estirado contrayendo tos demás», como explica el escoliasta a Paz 549. 256 258 COMEDIAS LOS CABALLEROS 259 MORCILLERO Ya lo dirás, cuando te entregue las treguas de treinta años. Rá- pido, treguas, venid acá (entran representadas por dos mucha- chas). Dm~to 1390 ¡Zeus santísimo! ¡Qué buenas están! ¡Por los dioses! ¿me las puedo ‘treintañostrincar’ 1w? ¿Cómo diantre las agarraste? D~o Atinaste en lo que se merece, desgañitarse a gritos entre putas y bañeros. En premio de esto, te invito al Pritaneo, al asiento íws que ocupaba ese canalla. Toma este manto verde y sigueme. Que a ese lo lleve alguien a su oficio, para que lo vean los ex- tranjeros a quienes perjudicaba. MORCILLERO ¿No te las tenía escondidas dentro el Paflagonio, para que no las cogie- 1395 ras? Así que, ahora, te las entrego para que te vayas al campo con ellas. Y al Paflagonio que hizo eso, dime: ¿qué castigo le impondrás? MORCILLERO Poca cosa. Recibirá mi oficio, y en las puertas venderá morci- llas él solito, mezclando carne de perro con pichas de asno 181• í4oo Se emborrachará con las putas, aguantará insultos y beberá el agua sucia de las casas de baño. ‘~ La creación cómica xara ptaxovrovrLacu (y. 1391) puede interpre- tarse ~atravesar (o<,táocz~) por entero (xará) tres veces (1~Lc¿) con un dardo (xovróg)» lo que acreditarla en Demo rejuvenecido una virilidad flrst-class como dice Sow~~aas~ram, Kn¡gh¡s, pág. 219. 181 En la expresión 5veux ir~áy~icrra (v.1399), visto el sentido obsceno de la expresión del griego moderno tñ 3rQájICLtQ TOi) yCILMQOV ‘,E. S. Sn’- ROOOPOULOS, ¿Oveta ~á~sara’ ~pto~roq>ávi~ 7ffm’-Z~- 1399», Hellen¿ka 33 (1981), 3-13, encuentra una alusión a los genitalla de ambos animales. En cualquier caso, hay un aprosdóki:on (se esperarla xQeáoL y no 3rQ&flLaGL). INDICE GENERAL Págs. INTRODUCCIÓN GENERAL VII Los ACARNIENSES 1 Prólogo 1 Argumentos 25 Los acarmenses 31 Los CABALLEROS 123 prólogo 123 Argumentos 157 Los caballeros 163 L